El martes, el diputado pakistaní Maulana Chitrali dijo ante las cámaras que su país debería lanzar una “jihad” (guerra santa) contra Israel.
Las reacciones en todo el mundo musulmán a la Operación Guardián de los Muros en Gaza han variado entre el odio ardiente y el silencio ensordecedor, por ejemplo, en Azerbaiyán. En Pakistán, sin embargo, incluso el habitual odio ciego hacia Israel ha alcanzado nuevas cotas.
El martes, el diputado pakistaní Maulana Chitrali dijo ante las cámaras que su país debería lanzar una “jihad” (guerra santa) contra Israel.
“Esta es la única opción para Pakistán”, dijo Chitrali.
Pero no se quedó ahí, y pidió a su país que utilizara sus armas nucleares contra el Estado judío.
“¿Hacemos bombas atómicas para mostrarlas en un museo? No necesitamos misiles, bombas atómicas o un enorme ejército si no se pueden utilizar para liberar Palestina y Cachemira”, dijo.
Los comentarios de Chitrali se produjeron después de que el domingo el embajador de Pakistán ante las Naciones Unidas, Munir Akram, pidiera al Consejo de Seguridad de la ONU que tomara medidas para “hacer que Israel rinda cuentas por sus crímenes de guerra y contra la humanidad”.
“Por encima de todo, el Consejo de Seguridad debe promover la plena aplicación de las resoluciones pertinentes de la ONU, especialmente para la realización de la solución de dos Estados mediante el establecimiento de un Estado palestino viable, independiente y contiguo, con las fronteras anteriores a 1967 y con Al-Quds Al-Sharif (Jerusalén) como capital”, dijo Akram ante el Consejo de Seguridad.
En la raíz de la política exterior de Pakistán con respecto a Israel se encuentra la absoluta dependencia de Islamabad de las inversiones de Turquía, que ha encabezado una postura antiisraelí extrema en los organismos internacionales.