En contra de lo que se esperaba, un tribunal de Estambul ha prorrogado 20 días la detención de los turistas israelíes Natali y Mordy Oknin por haber espiado supuestamente para Jerusalén. Al parecer, la exigencia del abogado turco de que se prolongue su detención es una señal de que el inocente incidente, que tuvo lugar en el nuevo punto de observación turística de Estambul, se está convirtiendo en una crisis diplomática entre Jerusalén y Ankara.
En retrospectiva, el momento de la detención de la pareja no es una coincidencia. Hace apenas un mes, los dos Estados vivieron otra crisis de fe cuando la agencia de inteligencia turca detuvo a 15 palestinos por presunto espionaje para la agencia de inteligencia Mossad. A pesar de la amplia cobertura del incidente en Turquía, dado que los sospechosos no eran ciudadanos israelíes, Jerusalén optó por no convertir las detenciones en un problema con Ankara. Sin embargo, si la pareja israelí no es liberada la próxima vez que el tribunal se reúna sobre el asunto, su detención podría llevar a Israel directamente a una nueva crisis de “rehenes” con Turquía.
Quienes siguen la política exterior turca saben de sobra que estos casos de “rehenes” pueden resolverse de una de estas dos maneras: el poder blando desplegado por Berlín o la dura postura diplomática adoptada por el ex presidente estadounidense Donald Trump.
Cuando Ankara detuvo al periodista turco-alemán Deniz Yucel bajo la sospecha de propaganda terrorista e incitación al pueblo en 2017, ambos países se vieron inmersos en una crisis de este tipo. Luego, un año después de que el gobierno alemán se viera obligado a involucrarse, los medios de comunicación turcos afirmaron que Ankara solo había aceptado liberar a Yucel a cambio del fin de las sanciones alemanas a la industria militar de Turquía. A pesar de las críticas, Alemania consiguió poner fin al asunto en febrero de 2018, una vez que Ankara parecía satisfecha con el resultado.
Ankara apuntó con la misma “pistola” a Estados Unidos cuando en octubre de 2016 encarceló a un sacerdote estadounidense llamado Andrew Bronson bajo sospecha de espionaje. A diferencia de Alemania, Estados Unidos optó por seguir la detención de forma indirecta durante un tiempo. En cuanto los esfuerzos por liberar a Bronson no dieron sus frutos, Washington cambió de estrategia. En julio de 2018, Trump y su vicepresidente Mike Pence lanzaron una tormenta de tuits que amenazaba directamente a la economía de Turquía y provocaba la depreciación de la lira turca frente al dólar. Al mismo tiempo, Trump comenzó a promulgar sanciones contra altos funcionarios turcos implicados en el asunto. Finalmente, Turquía se vio obligada a plegarse y liberar al sacerdote.
No es ningún secreto que, a lo largo de los años, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha hecho fortuna política en su país iniciando crisis con Estados no musulmanes, y con Israel en particular. Así es como ha conseguido distraer a la opinión pública turca de las cuestiones internas más candentes del momento. Erdogan sabe muy bien que el apoyo de la opinión pública hacia él está hoy en día en un nivel bajo sin precedentes: Por primera vez, él y sus aliados nacionalistas no lideran la alianza “cualquiera menos Erdogan” en las encuestas.
La principal razón de este cambio es la depreciación de la lira frente al dólar, que alcanzó un mínimo histórico de 10 liras por dólar el día en que el tribunal prorrogó la detención de la pareja israelí. Por lo tanto, Israel debe ser muy cauteloso y creativo para no servir a los intereses propagandísticos de Erdogan. Jerusalén debe hacer todo lo que esté en su mano para lograr la liberación de la pareja inocente, incluso haciendo uso de sus vínculos en Washington y Berlín.