Messi, ya sé que falta mucho para Yom Kippur, pero quisiera que me permitieses pedirte perdón ahora. Te pido perdón porque durante años, cada vez que mis amigos me decían que eres el más grande, yo los rechazaba de plano y les decía: “¡No puede ser!”.
Me gustaría pedirte perdón por el hecho de que cada vez que mis compañeros de trabajo me decían que estás en la misma liga que Diego Maradona, yo les decía que solo había un dios y que tú definitivamente no estabas a ese nivel.
Siento haber insistido durante años en que nunca aparecías cuando las cosas se ponían difíciles; no dejaba de decir que durante cuatro Mundiales no habías marcado ni un solo gol en la fase eliminatoria y que, aunque podías ganar fácilmente a Serbia e Irán en la fase de grupos, siempre desaparecías cuando llegaba la hora de la verdad, con la mirada perdida en el campo y normalmente con una extraña mirada al césped.
Siento haber repetido una y otra vez que no eres un auténtico líder. Le recordé a la gente que Diego, que en paz descanse, llevó a un grupo minúsculo como el Nápoles hasta un campeonato italiano histórico y libró la guerra del empobrecido sur contra el rico norte. Y tú, insistí, te convertiste en una estrella en el cómodo Barcelona junto a otras superestrellas como Ronaldinho, Iniesta y Xavi. Les dije que ganar al Getafe por 6-0 es como pescar peces en un barril.
Pero en el último mes, Leo, nos has demostrado —a tus 47 millones de compatriotas argentinos y a los miles de millones de admiradores en Israel y en todo el mundo (no me gusta especialmente esta tendencia, pero cualquiera que sienta envidia debería comerse su corazón, especialmente los brasileños)— que eres realmente el número 1, que eres un auténtico líder y que estás en tu propia liga. En resumen: eres todo lo que creía que no eras.
En este mes celestial en Catar, te convertiste en lo que los aficionados más emocionados del mundo, los que alientan a la Albiceleste, escribieron sobre ti: Te convertiste en el Mesías. Apareciste cuando las cosas se ponían difíciles, tus pases a lo Mardona para Julián Álvarez y Nahuel Molina, entre otros, culminaron en gol. Marcaste goles a lo Maradona e incluso lograste ponerte en la piel de tus rivales (mis saludos al equipo holandés).
En esencia, llegaste a la cima de la pirámide. Naciste un año después del último grito conmovedor de Diego, y esperemos no tener que esperar otros 36 para sentir esta extasiada sensación de júbilo.
Y por último, Leo, no nos conocemos, pero a diferencia de mi preciada foto con Maradona, aún no me he hecho una contigo (mis sobrinos sí). Me gustaría decir una vez más que lo siento y expresar mi profunda gratitud por hacer que la primera noche de Jánuca 2022 con Ortal y las niñas fuera tan especial. Nunca lo olvidaremos.