Soldados israelíes que sobrevivieron a las batallas en Gaza enfrentan cicatrices físicas y emocionales tras los enfrentamientos.
Cuando una granada destrozó su pierna durante una misión de rescate fallida en Gaza, Barak, un soldado israelí, consideró suicidarse para evitar ser capturado por terroristas palestinos. Sin embargo, el estruendo de la explosión es lo que más le atormenta meses después. “La granada explotó justo a mi lado”, dijo este hombre de 32 años, originario de Acre, al norte del país, a la AFP. Barak, quien prefirió mantener su apellido en reserva para proteger su privacidad, resultó herido en diciembre en el centro de Gaza y ha pasado los últimos siete meses en el hospital recuperándose.
Al igual que muchos soldados israelíes que lucharon en Gaza, Barak ha estado lidiando con dolencias tanto físicas como psicológicas derivadas de ese momento. “Es un gran estallido que te lleva de estar completamente alerta a estar completamente destrozado y a punto de morir”, explicó. “Oyes, hueles el plomo”, añadió, describiendo las pesadillas recurrentes que ha tenido. Durante el enfrentamiento, Barak lanzó una granada a los hombres armados palestinos que le disparaban, y fue en ese instante cuando pensó en suicidarse. “Estaba tratando de alcanzar mi pistola para dispararme porque no quería ser capturado en esa situación”, relató desde su cama de hospital en Tel Aviv.
Debido a la pérdida de sangre, no pudo alcanzar su pistola y perdió el conocimiento, despertando siete días después. “Estaba a punto de morir… y luego me desperté con mucho dolor”, recordó Barak, quien disfrutaba correr antes del tiroteo que dañó gravemente su tobillo. Sus pesadillas se agravaron por un persistente tinnitus, manteniéndolo en un estado de “shock constante”. Einav Ben Hur, jefe de los servicios sociales del Ministerio de Defensa en Tel Aviv, ha observado un aumento en los casos similares al de Barak desde el inicio de la guerra en Gaza.
Aumento de casos de trauma psicológico entre soldados israelíes
Ben Hur destacó la importancia del tratamiento, señalando que los síntomas pueden durar años. “Los soldados no recuerdan todo lo que han pasado, pero sí un olor, un ruido o una imagen”, explicó desde su oficina en Tel Aviv, donde coordina el tratamiento psicológico de los soldados. “Esto es parte del daño que causa la guerra”, afirmó. Según Ben Hur, los soldados que pierden compañeros de armas son los más afectados, y las unidades donde hay bajas “experimentan el mayor trauma”.
Describió cómo los soldados tuvieron que recoger los restos de sus compañeros después de los ataques. “Ver un cadáver con órganos faltantes y el olor a muerte es muy duro para ellos”, señaló. El 7 de octubre, Barak se dirigió inicialmente al festival Nova, donde estaban tres de sus hermanos y donde murieron cientos de asistentes. Sin embargo, fue reasignado al kibutz Be’eri, en la frontera con Gaza, que había sido invadido por cientos de terroristas palestinos. “Todo lo que estaba en Telegram, en las noticias, lo vi con mis ojos”, comentó, calificando las imágenes como “horripilantes”.
Saar Ram, un reservista que dirigía una unidad de tanques en Gaza, sufrió una fractura de cráneo cuando hombres armados palestinos emergieron de túneles y emboscaron a su unidad. Sin embargo, su recuerdo más vívido es lo que les pasó a sus amigos. “Después fui a ver los tanques, los tanques quemados… allí murieron amigos míos, pero esta imagen del tanque quemado es algo que nunca olvidaré”, dijo a la AFP.
El impacto duradero de la guerra en Gaza
Ben Hur no mencionó específicamente el asesinato de personas como causa de trauma, pero Barak, aunque discreto sobre su propia experiencia, reconoció que hay un precio. “No puedes mantener el equilibrio si matas a alguien. No importa si es por la razón correcta o no”, afirmó. Barak, que no tiene planes de regresar a la empresa tecnológica que fundó antes de la guerra, expresó: “No tengo ambiciones en la vida ahora, nada en absoluto… Solo quiero vivir”.
El Centro de Trauma y Resiliencia de Israel, que gestiona una línea de ayuda de salud mental del Ministerio de Defensa, ha visto un aumento en las solicitudes de apoyo desde la masacre de Hamás el 7 de octubre. Los terroristas arrasaron el sur de Israel, matando a 1.200 personas, en su mayoría civiles, y tomando 251 rehenes en Gaza. En respuesta, Israel lanzó una operación militar para eliminar al grupo terrorista y liberar a los cautivos.
El Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamás, afirma que más de 39.000 personas han muerto o están desaparecidas en los combates, aunque no se puede verificar y no se diferencia entre civiles y combatientes. Israel asegura haber matado a unos 15.000 combatientes en Gaza y a unos 1.000 terroristas en el ataque del 7 de octubre. Las operaciones militares israelíes han causado 327 bajas en sus filas. Ben Hur destacó que los soldados más afectados son aquellos que pierden compañeros en combate y enfrentan situaciones extremadamente traumáticas.
La necesidad de apoyo psicológico para los soldados
El aumento en la demanda de servicios de apoyo psicológico para soldados y sus familias subraya la gravedad del impacto emocional de la guerra. Las experiencias traumáticas vividas en el campo de batalla, como la pérdida de compañeros y la exposición a la violencia extrema, requieren atención y tratamiento especializado para mitigar sus efectos a largo plazo.
Los soldados que han sobrevivido a estos enfrentamientos llevan consigo cicatrices que van más allá de las heridas físicas. Las imágenes y sonidos de la guerra los persiguen, afectando su bienestar mental y emocional. Es esencial brindarles el apoyo necesario para que puedan reconstruir sus vidas y encontrar una forma de lidiar con las secuelas de la guerra.
Mientras continúan las operaciones militares y la violencia en Gaza, es crucial que se preste atención a las necesidades de los soldados que han enfrentado lo peor de la guerra. Su recuperación y bienestar deben ser una prioridad, tanto para ellos como para la sociedad que los envió a luchar.