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Portada » Ciencia y Tecnología » Estudio israelí identifica lazos genéticos entre TEA y esquizofrenia

Estudio israelí identifica lazos genéticos entre TEA y esquizofrenia

21 de mayo de 2025

Investigación del Centro Médico Sheba halla genes compartidos en TEA y esquizofrenia, abriendo vías para terapias personalizadas.

Genes compartidos en TEA y esquizofrenia revelan vínculos biológicos

Un estudio liderado por el Centro Médico Sheba en Israel, en colaboración con instituciones suecas, identificó conexiones genéticas entre el trastorno del espectro autista (TEA) y la esquizofrenia. Publicado en 2012, el trabajo analizó registros médicos de más de 2 millones de personas en Israel, entre 2000 y 2011, y en Suecia, entre 1998 y 2007. Los investigadores, liderados por Joseph Buxbaum, detectaron que genes como NRXN1 y CNTNAP2 están implicados en ambos trastornos, sugiriendo mecanismos biológicos comunes. Estos genes desempeñan un papel clave en la formación de sinapsis y la conectividad cerebral, procesos esenciales para la función neuronal.

El estudio utilizó técnicas de hibridación genómica comparativa y secuenciación de exoma para identificar variaciones en el número de copias (CNVs) en genes específicos. Los datos revelaron que las mutaciones en regiones como 22q11.2 y 15q13.3, junto con genes como Shank3, también están presentes en ambos trastornos. Estas alteraciones genéticas afectan la transmisión sináptica, lo que explica las similitudes fenotípicas, como dificultades en la comunicación social y comportamientos repetitivos, observadas en pacientes con TEA y esquizofrenia.

La investigación recopiló datos de 22,156 casos de TEA y miles de casos de esquizofrenia, utilizando modelos estadísticos que estimaron una heredabilidad del 80% para el riesgo de TEA. Los factores ambientales, como complicaciones obstétricas y la edad paterna avanzada, también incrementan el riesgo, aunque los factores genéticos predominan. La colaboración con el Instituto Karolinska en Suecia aportó experiencia en epidemiología genética, mientras que el Centro Médico Sheba proporcionó infraestructura avanzada para el análisis molecular.

Los hallazgos desafían la idea previa de que el TEA y la esquizofrenia son condiciones etiológicamente distintas. En cambio, el solapamiento genético sugiere que ambos trastornos comparten vías patogénicas comunes, lo que podría transformar el diagnóstico y tratamiento de trastornos neuropsiquiátricos. El estudio no propuso tratamientos específicos, pero sus resultados sientan las bases para el desarrollo de terapias farmacológicas y genéticas personalizadas.

Datos clave sobre conexiones genéticas entre TEA y esquizofrenia

  • Población estudiada: Más de 2 millones de personas en Israel (2000-2011) y Suecia (1998-2007).
  • Genes implicados: NRXN1, CNTNAP2, Shank3, regiones 22q11.2 y 15q13.3 muestran mutaciones compartidas.
  • Heredabilidad: Factores genéticos explican el 80% del riesgo de TEA, según modelos estadísticos.
  • Método: Análisis de variaciones en el número de copias (CNVs) y secuenciación de exoma.
  • Impacto: Base para diagnósticos precisos y tratamientos personalizados en neuropsiquiatría.

Colaboración internacional impulsa avances en genética psiquiátrica

El trabajo del Centro Médico Sheba se apoyó en la colaboración con el Instituto Karolinska, una institución líder en investigación genética. La combinación de datos poblacionales de Israel y Suecia permitió un análisis a gran escala, con una muestra diversa que aumentó la precisión de los resultados. Los investigadores emplearon modelos estadísticos avanzados para distinguir entre factores genéticos y ambientales, confirmando que las mutaciones en genes como NRXN1 y CNTNAP2 son determinantes en la patogénesis de ambos trastornos.

El estudio también identificó que las alteraciones en la citoarquitectura cerebral, como la reducción del volumen de materia gris y patrones de hipoactivación en ciertas estructuras cerebrales, están vinculadas a estas mutaciones genéticas. Estas anomalías afectan la conectividad cerebral y los procesos neuroquímicos, lo que explica las manifestaciones clínicas compartidas entre el TEA y la esquizofrenia. Además, los investigadores observaron que las complicaciones obstétricas y la edad paterna avanzada contribuyen al riesgo, aunque en menor medida que los factores genéticos.

El impacto del estudio trasciende el ámbito académico, ya que proporciona una base sólida para futuras investigaciones sobre otros trastornos neuropsiquiátricos, como el TDAH y la depresión mayor. El Centro Médico Sheba continúa explorando estas conexiones, con el objetivo de desarrollar enfoques diagnósticos más precisos y tratamientos dirigidos. La identificación de genes compartidos también abre la puerta a terapias que aborden las vías sinápticas alteradas, un área de interés creciente en la neuropsiquiatría.

Investigaciones posteriores han confirmado los hallazgos del estudio de 2012. Por ejemplo, un trabajo publicado en Cell en 2020 describió 109 variantes genéticas relacionadas con ocho trastornos psiquiátricos, incluyendo TEA y esquizofrenia, reforzando la idea de un origen genético compartido. Genes como DCC y RBFOX1 también se identificaron como factores clave en el desarrollo neuronal, presentes en múltiples trastornos.

Implicaciones para el diagnóstico y tratamiento de neurodivergencias

La identificación de genes compartidos entre el TEA y la esquizofrenia tiene implicaciones significativas para la práctica clínica. Los médicos ahora pueden considerar perfiles genéticos al diagnosticar estos trastornos, lo que permite una clasificación más precisa de los pacientes. Este enfoque también facilita la detección temprana de comorbilidades, dado que el TEA y la esquizofrenia a menudo coexisten con otros trastornos psiquiátricos, como el TDAH o la depresión mayor.

El Centro Médico Sheba ha ampliado su investigación para incluir otros trastornos neuropsiquiátricos, utilizando tecnologías como la secuenciación de próxima generación. Estas herramientas permiten un análisis más detallado de las variaciones genéticas, lo que podría llevar al descubrimiento de nuevos genes implicados. Por ejemplo, estudios recientes han explorado el papel de genes como SHANK2 y NLGN4X en la sinaptopatía, un término que describe las alteraciones sinápticas asociadas con el TEA.

La investigación también destaca la importancia de los factores epigenéticos, que modulan la expresión genética sin alterar la secuencia de ADN. Estos factores contribuyen a anomalías en la conectividad cerebral y la plasticidad sináptica, lo que podría explicar la variabilidad en la presentación clínica de ambos trastornos. Aunque el estudio de 2012 no abordó tratamientos específicos, sus hallazgos han inspirado investigaciones sobre terapias dirigidas a las vías sinápticas, como la vía mTOR/PI3K, asociada con el TEA sindrómico.

El Instituto Karolinska y otras instituciones internacionales continúan colaborando con el Centro Médico Sheba para ampliar la base de datos genéticos. Estas colaboraciones buscan integrar datos de otras poblaciones, como las de América y Asia, para confirmar la universalidad de los hallazgos. Los resultados preliminares sugieren que las mutaciones en genes como NRXN1 y CNTNAP2 son consistentes en diferentes grupos étnicos, lo que refuerza su relevancia global.

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