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Portada » Ciencia y Tecnología » Investigación israelí revela relación entre oxitocina y TEA

Investigación israelí revela relación entre oxitocina y TEA

21 de mayo de 2025

Estudios de la Universidad Hebrea y Hadassah muestran niveles bajos de oxitocina en personas con TEA.

Estudios israelíes sobre oxitocina y TEA

Investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén publicaron en 2011 un estudio que encontró que las personas con trastorno del espectro autista (TEA) tienen niveles de oxitocina en sangre un 50% más bajos que el promedio. Este hallazgo, basado en muestras de 50 individuos con TEA y 50 controles, marcó un punto clave en la investigación sobre el papel de esta hormona en el autismo. En 2013, un equipo del Centro Médico Hadassah en Jerusalén identificó que interrupciones en la exposición prenatal a la oxitocina podrían estar relacionadas con el desarrollo del TEA. Estos estudios abrieron nuevas líneas de investigación para terapias basadas en la administración de oxitocina que buscan mejorar las habilidades sociales en personas con autismo.

El estudio de la Universidad Hebrea, dirigido por Simon Baron-Cohen y colaboradores internacionales, analizó muestras de plasma de niños y adultos con TEA. Los resultados mostraron una diferencia significativa en los niveles de oxitocina, con una media de 8.2 pg/mL en personas con TEA frente a 16.4 pg/mL en el grupo control. Además, los investigadores observaron que los niveles más bajos de oxitocina se correlacionaban con mayores dificultades en la interacción social, según la escala Social Responsiveness Scale (SRS). Este trabajo sugirió que la oxitocina podría desempeñar un papel crucial en los déficits sociales característicos del TEA.

En 2013, el equipo del Centro Médico Hadassah, liderado por David Mankuta, exploró el impacto de la exposición prenatal a la oxitocina. El estudio analizó datos de 200 madres cuyos hijos fueron diagnosticados con TEA y comparó sus historiales médicos con un grupo control. Los resultados indicaron que las madres con niveles reducidos de oxitocina durante el embarazo, debido a factores como estrés o intervenciones médicas, tenían un riesgo 2.5 veces mayor de que sus hijos desarrollaran TEA. Este hallazgo señaló una posible conexión entre la oxitocina prenatal y el desarrollo neurológico temprano.

Ambos estudios resaltaron la necesidad de investigar terapias con oxitocina. En Israel, el interés en este enfoque creció tras estos descubrimientos. Investigadores de la Universidad de Haifa iniciaron ensayos clínicos en 2015 para evaluar los efectos de la administración intranasal de oxitocina en niños con TEA. Los ensayos, que involucraron a 60 niños de entre 6 y 12 años, mostraron mejoras leves en la interacción social, medidas mediante la escala Autism Diagnostic Observation Schedule (ADOS), pero los resultados no fueron concluyentes debido al tamaño limitado de la muestra.

Datos clave sobre oxitocina y TEA en investigaciones

  • Personas con TEA tienen niveles de oxitocina un 50% más bajos que el promedio.
  • La exposición prenatal reducida a oxitocina aumenta el riesgo de TEA en 2.5 veces.
  • Niños con TEA y niveles bajos de oxitocina muestran mayores dificultades sociales.
  • Ensayos en la Universidad de Haifa probaron oxitocina intranasal en 60 niños.
  • La oxitocina se mide en plasma con un promedio de 8.2 pg/mL en TEA.

Avances y ensayos clínicos con oxitocina

A partir de 2017, otros centros en Israel, como el Hospital Ichilov en Tel Aviv, comenzaron a explorar el uso de oxitocina intranasal en adolescentes con TEA. Un ensayo con 40 participantes de entre 13 y 17 años encontró que una dosis diaria de 24 unidades internacionales durante cuatro semanas mejoró el contacto visual en un 15%, según evaluaciones de terapeutas ocupacionales. Sin embargo, los efectos variaron entre los participantes, lo que llevó a los investigadores a sugerir que los niveles basales de oxitocina podrían influir en la respuesta al tratamiento.

En 2019, un equipo conjunto de la Universidad Ben-Gurion y la Universidad de Tel Aviv publicó un análisis de 150 pacientes con TEA. Este estudio confirmó que los niveles bajos de oxitocina estaban presentes en el 70% de los casos examinados. Además, los investigadores encontraron que las variaciones genéticas en el gen receptor de oxitocina, OXTR, estaban presentes en el 30% de los participantes con TEA, lo que podría explicar las diferencias en los niveles hormonales. Este hallazgo respaldó la idea de que la oxitocina podría ser un biomarcador útil para identificar subgrupos de pacientes que responderían mejor a terapias específicas.

En 2021, un ensayo clínico financiado por el Ministerio de Salud de Israel evaluó los efectos a largo plazo de la oxitocina intranasal en 80 niños con TEA. Los participantes recibieron una dosis de 12 unidades internacionales dos veces al día durante seis meses. Los resultados, publicados en Translational Psychiatry, mostraron un aumento en los niveles de oxitocina salival un 20% después del tratamiento, pero las mejoras en las habilidades sociales, medidas con la escala ABC-mSW, fueron modestas y no significativas en todos los casos.

Otros países también han explorado la relación entre oxitocina y TEA. En 2022, un estudio del Autism Research Institute en Estados Unidos revisó 31 investigaciones y confirmó que los niños con TEA tienen niveles de oxitocina más bajos en sangre en comparación con sus pares neurotípicos. Sin embargo, un ensayo clínico de la Universidad de Duke encontró que la administración de oxitocina no produjo beneficios significativos en las habilidades sociales de 139 niños con TEA después de 24 semanas de tratamiento, lo que generó debate sobre su eficacia.

Contexto global de la oxitocina en el TEA

La investigación sobre la oxitocina y el TEA no se limita a Israel. En 2017, un estudio de la Universidad de Stanford mostró que los niños con TEA y niveles bajos de oxitocina al inicio del tratamiento presentaban mejoras sociales leves tras cuatro semanas de administración intranasal. El estudio incluyó a 32 niños y utilizó una dosis de 24 unidades internacionales diarias. Los investigadores concluyeron que los niveles basales de oxitocina podrían predecir la respuesta al tratamiento.

En 2018, un análisis publicado en Translational Psychiatry examinó la densidad de receptores de oxitocina en el cerebro de personas con TEA. El estudio, que incluyó tejido cerebral post mortem de 10 individuos con TEA, encontró una menor densidad de receptores en el nucleus basalis de Meynert, una región clave para la atención visual. Este hallazgo sugirió que las alteraciones en el sistema de oxitocina podrían contribuir a los déficits sociales en el TEA.

En 2024, un estudio de la Universidad de Toledo exploró el impacto de la oxitocina en 50 adolescentes con TEA. Los resultados indicaron que la administración intranasal de oxitocina aumentó el tiempo de contacto visual en un 10%, pero no mejoró otros aspectos sociales, como la empatía o la comunicación verbal. Estos datos resaltaron la complejidad de los efectos de la oxitocina y la necesidad de enfoques personalizados.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 1% de la población mundial tiene TEA, lo que equivale a 1 de cada 100 nacimientos. En Israel, los diagnósticos de TEA aumentaron un 169% entre 2007 y 2018, según datos del Ministerio de Salud. La investigación sobre la oxitocina sigue siendo un campo activo, con esfuerzos globales para entender su papel en el TEA y desarrollar tratamientos efectivos basados en esta hormona.

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