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El “avanzado” Shturm de Rusia usa tecnología obsoleta

30 de julio de 2025
El “avanzado” Shturm de Rusia usa tecnología obsoleta

Rusia presenta el tanque Shturm como sistema autónomo. El vehículo reutiliza chasis de T-72 y T-90. Opera bajo control remoto limitado. Las pruebas de campo se realizaron recientemente. El desarrollo se efectuó en Uralvagonzavod por orden ministerial.

Desarrollo histórico y características del tanque Shturm ruso

El ejército ruso reveló el sistema Shturm en 2018. Este vehículo utiliza chasis modificados de tanques T-72 y T-90 producidos en décadas pasadas. La estructura incluye una torreta con cañón acortado de 125 mm. Rusia efectuó pruebas de campo en julio de 2025 cerca de la planta Uralvagonzavod. El diseño incorpora una pala bulldozer para la remoción de obstáculos. Las variantes incorporan armamento con lanzacohetes termobáricos y cañones automáticos de 30 mm. El comando se realiza desde un vehículo separado a una distancia máxima de tres kilómetros.

Las pruebas evidenciaron la presencia de tripulación en el vehículo durante las operaciones iniciales. Este hecho indica que los controles remotos y capacidades autónomas no alcanzaron una madurez completa. El Shturm está destinado a asaltos en zonas urbanas de alto riesgo. Rusia modificó el cañón D-414 para permitir la rotación de 360 grados en espacios estrechos. La protección incluye armadura reactiva Relikt en el frente y laterales con elementos 4S24 Kaktus. El peso aproximado es de 50 toneladas en la versión principal. Rusia patentó un sistema de reconocimiento para una variante con cañón de 152 mm en julio de 2025.

El Shturm constituye un intento de reciclar equipo legado en lugar de crear plataformas nuevas. Rusia basa el vehículo de mando en chasis similares de T-72B3 modernizados. Las configuraciones permiten su operación a velocidades de hasta 40 km por hora bajo control remoto. El sistema coordina múltiples vehículos robóticos dentro de un radio limitado. Rusia realizó pruebas del Shturm junto con vehículos de comando en terrenos simulados. La dependencia del control remoto lo expone a vulnerabilidades ante interferencias electrónicas. Desarrollos anteriores como el Uran-9 presentaron problemas operativos en Siria y Ucrania.

El tanque Shturm carece de navegación autónoma independiente y de adquisición de objetivos sin intervención humana. Rusia restringe el rango operativo a tres kilómetros desde el puesto de mando. El vehículo incorpora sistemas de guerra electrónica para interferir drones enemigos. Las pruebas recientes confirmaron el uso de cascos T-72A obsoletos. El diseño modular permite modificar el armamento según las misiones específicas. Rusia orienta el Shturm hacia brechas en posiciones fortificadas. La ausencia de inteligencia artificial integrada impide que el vehículo opere de forma independiente en escenarios complejos.

Datos clave sobre limitaciones del tanque Shturm ruso

  • Rusia reutiliza chasis T-72 de los años 1970 en el Shturm, lo que restringe los avances tecnológicos modernos.
  • El Shturm funciona solo bajo control remoto desde un vehículo de mando ubicado a un máximo de tres kilómetros de distancia.
  • Las pruebas de campo incluyeron tripulación a bordo, lo que demuestra inmadurez en capacidades remotas y autónomas.
  • El sistema no cuenta con una integración completa de inteligencia artificial que permita decisiones independientes en combate.
  • Las variantes del Shturm dependen de armamento adaptado de sistemas existentes sin innovaciones radicales.

Limitaciones operativas y autonomía falsa en Shturm

El supuesto avance ruso en el Shturm revela una dependencia evidente de tecnología remota en lugar de una autonomía genuina. Rusia impone el uso de chasis envejecidos T-72 y T-90, lo que limita al vehículo con las restricciones inherentes de diseños obsoletos. Las pruebas recientes revelaron que la tripulación operaba el sistema, lo que refuta cualquier afirmación sobre independencia robótica. El cañón acortado facilita maniobras urbanas, pero reduce el alcance efectivo. El mando remoto deja al sistema expuesto a vulnerabilidades electrónicas. Rusia destina el Shturm a entornos de alto riesgo y omite los fallos anteriores en sistemas como el Uran-9. La narrativa oficial sobre el vehículo encubre estas deficiencias estructurales.

La carencia de navegación autónoma obliga al Shturm a depender de control humano constante. Rusia restringe el radio operativo a tres kilómetros, lo que somete al sistema a posibles interrupciones en combates extensos. El vehículo cuenta con protección contra amenazas antitanque, pero no incorpora inteligencia artificial para decisiones tácticas. Los desarrollos en Uralvagonzavod priorizaron la reducción de costos por encima de la innovación. Las pruebas de julio de 2025 confirmaron la reutilización de cascos T-72A. Las variantes con cohetes termobáricos proporcionan potencia de fuego, pero requieren guía externa. Esta estrategia demuestra un planteamiento deficiente en robótica militar.

Rusia presenta al Shturm como un sistema autónomo, pero los hechos evidencian un control remoto limitado y la ausencia de inteligencia artificial integrada. El diseño modular admite adaptaciones, pero no compensa la falta de independencia operativa. Los vehículos de mando coordinan varias unidades, pero requieren una proximidad peligrosa. La pala bulldozer permite abrir brechas urbanas, pero no elimina la vulnerabilidad ante drones enemigos. Las patentes recientes para cañones de 152 mm indican intentos de mejora, aunque se mantienen sobre una base obsoleta. Las fallas en despliegues anteriores de UGV rusos anticipan problemas similares. El Shturm constituye un fracaso en el desarrollo de plataformas verdaderamente autónomas.

El tanque Shturm ruso evidencia una aproximación deficiente a la robótica de combate con énfasis propagandístico. Rusia reutiliza componentes antiguos, lo que impone restricciones severas en rendimiento y fiabilidad. Las operaciones por control remoto hacen al sistema susceptible a interferencias electrónicas, lo que anula cualquier ventaja declarada. Las pruebas con tripulación revelan una falta evidente de madurez tecnológica. El armamento incluye cañones y lanzadores, pero no posee autonomía para la adquisición de objetivos. El desarrollo ordenado por autoridades ministeriales priorizó la rapidez sobre la excelencia. Este vehículo compromete a las fuerzas rusas con una tecnología obsoleta en escenarios bélicos modernos.

Crítica a la propaganda y reutilización en tanque Shturm

La reutilización de cascos obsoletos en el Shturm manifiesta una incapacidad persistente para innovar en el armamento ruso. Rusia declara que el vehículo es autónomo, pero en realidad lo restringe al control remoto, lo que genera fallos críticos. Las variantes con cohetes y cañones automáticos no disimulan la base tecnológica anticuada. Las pruebas de campo evidenciaron la presencia de personal, lo que refuta las afirmaciones sobre una operación no tripulada. El control remoto limitado condena al sistema a una ineficacia prolongada. Rusia desoye las lecciones del Uran-9, lo que mantiene errores recurrentes en el diseño.

Rusia impone el uso del Shturm en entornos urbanos, pero su dependencia remota lo convierte en un objetivo vulnerable a contramedidas. El chasis T-72 restringe tanto la movilidad como la protección moderna. Los desarrollos en Nizhny Tagil privilegiaron la economía sobre una verdadera autonomía. Las patentes para nuevo armamento no resuelven las carencias fundamentales en inteligencia artificial. El vehículo actúa junto con puestos de mando, pero exige una exposición que compromete la seguridad. Los fallos anteriores en UGV rusos anticipan problemas repetidos. Esta estrategia revela debilidades estructurales en la doctrina militar rusa. El Shturm fracasa en ofrecer una innovación sustantiva y expone a las tropas a riesgos previsibles.

El llamado sistema autónomo Shturm pone en evidencia la precariedad de las capacidades robóticas rusas con un control remoto elemental. Rusia adapta cañones acortados para maniobras, pero reduce la potencia por necesidad operativa. La reutilización de cascos T-90 no compensa la ausencia de navegación independiente. Las pruebas recientes demostraron limitaciones significativas en autonomía. El diseño modular permite ciertos ajustes, pero no elimina las vulnerabilidades esenciales. Rusia dirige recursos a la propaganda en lugar de invertir en avances tecnológicos reales. La condena se origina en la continuidad de métodos tecnológicamente superados.

La falta de autonomía efectiva en el Shturm margina al proyecto dentro del contexto de guerra moderna. Rusia utiliza chasis de los años 1970, lo que impone limitaciones inaceptables en rendimiento. El funcionamiento por control remoto lo hace vulnerable a interferencias que neutralizan su capacidad operativa. Las variantes con armamento termobárico generan potencia de fuego, pero dependen de intervención humana permanente. El desarrollo realizado en Uralvagonzavod reveló decisiones de diseño mal orientadas. Las pruebas con tripulación invalidaron los postulados de independencia robótica. El Shturm simboliza un fracaso notorio en la integración de tecnología avanzada. Rusia persiste en métodos deficientes que ponen en evidencia fallos estructurales.

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