Un mes después de que el Bundestag alemán designara el movimiento de boicot, desinversión y sanciones (BDS) como antisemita, el efecto dominó se siente en toda Alemania.
Hace una semana, las autoridades alemanas prohibieron al activista palestino de BDS Khaled Barakat hablar en un acto de protesta contra el plan de paz de la administración Trump en Berlín.
Las autoridades también decidieron no renovar su permiso de residencia en Alemania.
Barakat es descrito como escritor en su correspondencia oficial, pero el gobierno israelí lo ha acusado de estar vinculado al grupo terrorista Frente Popular para la Liberación de Palestina.
Mientras tanto, un banco alemán ha informado recientemente a una organización local de BDS conocida como «Voz Judía para una Paz Justa en el Medio Oriente» que no se le permitió operar su cuenta bancaria debido a la nueva legislación.
Otro ejemplo es la decisión de la Iglesia Presbiteriana de Alemania de cancelar un evento porque incluyó a un prominente activista de BDS como uno de los oradores.