Roger Waters nunca se detiene. Estaba claro que cualquier declaración antisemita, por muy descabellada que pareciera al hacer su aparición en el marco del primer acto, sería el centro del tercer acto de Waters.
“El asesinato de George Floyd en Minneapolis”, afirmó Waters en la semana siguiente a su muerte por un policía de Minneapolis, “fue hecho con una técnica inventada por las FDI, por las fuerzas de ocupación”.
Desde allí se lanzó a las vívidas descripciones de “cortar el suministro de sangre de la arteria carótida al cerebro”, un método, insistió su cerebro confundido, creado por “expertos israelíes” que enseñan a los agentes de policía estadounidenses “cómo asesinar a los negros”.
Bueno, para información de todos los antisemitas ahí fuera (incluyendo aquellos israelíes y judíos que están difundiendo esta mentira), fue en realidad la Corte Suprema de los Estados Unidos la que permitió a los policías americanos usar la “técnica de asfixia” después de un evento en 1976.
Adolph Lyons fue detenido por la policía de Los Ángeles por un delito menor – una luz trasera rota. Aunque no se opuso al arresto, se le aplicó un estrangulamiento, causándole graves daños.
Se desmayó, vomitó sangre y se despertó cubierto de sus propias heces. Sobrevivió a su calvario y posteriormente presentó una demanda contra la ciudad de Los Ángeles que llegó hasta el Tribunal Supremo.
Y por una mayoría de 5 a 4, se aprobó el uso del estrangulamiento. No podemos interferir, los jueces de la mayoría dictaminaron.
“Durante muchos años”, escribió el juez Thurgood Marshall – el primer juez negro en la Corte Suprema de los Estados Unidos – en la posición de minoría, “ha sido la política oficial de la ciudad permitir que los oficiales de policía empleen los estrangulamientos en una variedad de situaciones en las que no se enfrentan a ninguna amenaza de violencia”.
El fallo se dictó en 1983. Marshall señaló que de 1975 a 1980, el Departamento de Policía de Los Ángeles utilizó los métodos de estrangulación 975 veces. Dieciséis de esos incidentes terminaron en muerte, y 12 de los muertos eran negros.
En otras palabras, la afirmación de que la policía israelí enseñó el método del “estrangulamiento” a los Estados Unidos es tan falsa y tan abominable que solo un fanático antisemita podría pronunciarla. Encaja Roger Waters, que sin duda es uno de ellos.
Y Waters no está solo. La organización J Street también estableció una conexión entre el asesinato por error de Iyad Halak por las fuerzas israelíes y el asesinato de George Floyd.
“Aunque los dos incidentes son distintos, las conexiones no pueden ser ignoradas”, dijo el grupo en una declaración del 1 de junio.
Y por supuesto continúan haciendo una conexión entre Floyd y Halak, llamando a ambas víctimas de “racismo sistémico”.
J Street tiene metas legítimas, incluso dignas – paz, reconciliación, dos Estados para dos naciones. Entonces, ¿por qué demonios han degenerado en una retórica tan racista sobre Israel?
Con judíos como estos, importa poco cuando Waters hace afirmaciones similares.