“Desde Egipto, Abram subió al Néguev, con su esposa y todo lo que poseía, junto con Lot. Ahora Abram era muy rico en ganado, plata y oro. Y fue por etapas desde el Néguev hasta Betel, al lugar donde había estado su tienda, entre Betel y Hai”. (Génesis 13, 1-3, traducción Serfaria.org)
Durante muchos años, los investigadores han estado desconcertados por la cuestión de cómo el desierto del Néguev fue el hogar de poblados y comunidades en la antigüedad, a pesar de su inhospitalidad y aridez. Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad Ben Gurion ha dedicado por primera vez su atención a las antiguas cisternas esparcidas por las tierras altas del desierto, su región más seca, que podrían contener la clave para comprender algunos de los secretos de la vida humana en la zona hace varios miles de años.
Como se explica en un artículo recientemente publicado en el Journal of Archaeological Science, entre las conclusiones del estudio se encuentra que algunas de las estructuras más simples podrían datar no de la Edad de Hierro, que comenzó alrededor del 1200 a.C., como se suponía anteriormente, sino de la Edad de Bronce, que abarcó más de dos milenios entre el 3500 y el 1200 a.C. Según la interpretación bíblica predominante, el segundo milenio a.C. también marcó la época de la vida del patriarca judío Abraham, que según la Biblia viajó por el desierto en más de una ocasión.
“En la antigüedad, la combinación de un clima semidesértico o desértico y la presencia de fuentes naturales de agua alentó a las poblaciones a asentarse en esas zonas, como vemos en los casos de Egipto, Mesopotamia y el Valle del Jordán. Sin embargo, los poblados en el corazón de una región que carece de fuentes de agua como el Néguev, y especialmente sus tierras altas, son muy sorprendentes”, explicó Gabriel Ore, el principal autor del documento, a The Jerusalén Post.
“La pregunta es, ¿por qué desarrollar métodos de recogida de agua de escorrentía en un entorno con tan pocos episodios de lluvia en un año? ¿Por qué esas antiguas poblaciones invirtieron muchos recursos en la extracción y excavación de cisternas de agua en una zona escasa y sin vegetación natural?”, añadió.
En el trabajo, los investigadores analizaron diferentes tipos de estructuras descubiertas en el desierto: cisternas abiertas excavadas en margas arcillosas blandas, cisternas con forma de campana, pequeñas cisternas con forma de cuenco y otras techadas, con los últimos tres tipos excavados en piedra caliza dura o tiza.
Ore señaló que no se descubrieron vasijas de cerámica en los alrededores de las instalaciones, excepto a veces algunos artículos de una multitud de períodos debido a que las cisternas fueron utilizadas por otros grupos locales, incluidos los beduinos, mucho más tarde.
Sin embargo, si la falta de cerámica representaba un obstáculo para fechar las cisternas, los investigadores pudieron encontrar todavía una correlación entre el tipo de roca en la que se excavaron las cisternas y el tipo de metales que se tuvieron que utilizar para hacerlo.
“El desarrollo metalúrgico histórico pasó de los metales blandos a los duros, cobre, bronce, hierro a acero. Los metales blandos permitieron la extracción en rocas más blandas, como la arcilla y la marga, los materiales más duros requirieron metales más duros”, señaló el arqueólogo.
El grupo fue capaz de identificar una conexión espacial entre los sitios anteriores y las cisternas excavadas en rocas más blandas y los sitios posteriores y las cisternas excavadas en rocas más duras, ya que los primeros se remontan a la Edad de Bronce y los segundos a la Edad de Hierro.
Ore señaló que, en el caso de las cisternas abiertas, el misterio sobre lo que motivó a sus creadores es aún más profundo.
“La evaporación de las cisternas abiertas en el clima del desierto es muy rápida. ¿Por qué hicieron el esfuerzo de extraer cisternas si el agua en ellas solo duraría un período muy corto de tiempo?” destacó.
Una hipótesis, sugirió Ore, podría ser que las estructuras no fueron construidas para servir a una población asentada, sino más bien a comerciantes y convoyes que viajaban por una antigua ruta comercial.
“Las Tierras Altas del Néguev están situadas exactamente en una línea recta que conecta una zona minera de cobre muy importante en la Edad de Bronce, Feinen en el Reino de Jordania al sureste del Mar Muerto, y los centros de poder del Egipto faraónico”, explicó al Post. “Las rutas comerciales para el transporte de mercancías en la antigüedad eran fundamentales para permitir surgir un poblado y apoyar su economía. Es posible que aquellos antiguos habitantes de la región invirtieran en el diseño y la construcción de cisternas abiertas para las necesidades de los convoyes que transportaban cobre y otras mercancías”.