Un intercambio de cartas que se remonta al año 1968, expuesto ahora en la Biblioteca Nacional con motivo de la próxima festividad de Purim, muestra que los representantes de los judíos iraníes trataron de comprar la tumba de Mordejai y Ester en la ciudad de Hamedan, en el oeste de Irán, y que el Sha se mostró favorable a su petición.
Las cartas, citadas por Israel Hayom, revelan las negociaciones entre los representantes de la comunidad judía de Irán y el Sha, que gobernó el país hasta la Revolución Islámica de 1979. Los representantes pretendían comprar la tumba donde, según la tradición, están enterrados Mordejai Hayehudi y Esther Hamalkah, los dos principales protagonistas de los acontecimientos de Purim.
La cuestión de la tumba es controvertida por varias razones, principalmente porque el lugar no se menciona en ninguna fuente judía establecida. Una tradición alternativa sitúa la tumba en la Tierra de Israel. Sin embargo, según varios relatos de la época medieval, Mordejai y Ester fueron enterrados en Hamedan, y una de las versiones explica que, tras la muerte del rey Ajashverosh, el rey de la época de los acontecimientos de Purim y marido de Ester, los partidarios del antiguo virrey Amán, que había intentado matar a todo el pueblo judío, intentaron vengarse de Ester y Mordejai. Los dos huyeron entonces por sus vidas a Hamedan, donde más tarde fallecieron y fueron enterrados.
El primer relato de la tumba en Hamedan es el proporcionado por Benjamín de Tudela, el famoso viajero del mundo que vivió en el siglo XII de nuestra era. En los registros de su viaje, escribió: “Y desde esa montaña hasta Hamedan, un viaje de diez días, está la gran ciudad donde viven unos cincuenta mil judíos y donde están enterrados Mordejai y Ester”.
Las cartas expuestas esta semana se conservaron en los archivos de la organización ORT que se guardan en los Archivos Centrales para la Historia del Pueblo Judío en Jerusalén. Según el conservador de la colección islámica de la Biblioteca Nacional, el Dr. Sam Tropp, las cartas demuestran que el último Sha de Irán, Mohammad Reza Pahlavi, se veía a sí mismo como el sucesor del rey Koresh, Ciro el Grande de Persia, y deseaba ser visto como tal por los judíos de la Persia moderna. El año 1971 fue precisamente 2.500 años después de que Ciro emitiera lo que a veces se denomina la primera declaración de derechos humanos de la historia, en el año 539 A.E.C., una fecha que el Sha deseaba señalar adecuadamente.