La Estela de Mesha, hallada en 1868 en Jordania, menciona al rey Omri y a YHVH, corroborando eventos de 2 Reyes 3, según estudios epigráficos.
Hallazgo arqueológico confirma eventos bíblicos en Moab
En agosto de 1868, Frederick Augustus Klein, un misionero anglicano, descubrió la Estela de Mesha, también conocida como la Piedra Moabita, en las ruinas de Dibon (hoy Dhiban, Jordania). Este monolito de basalto negro, erigido alrededor de 840 a.C. por el rey moabita Mesha, contiene una inscripción de 34 líneas que relata sus victorias sobre el Reino de Israel y menciona explícitamente al rey Omri, figura central en 1 Reyes 16:16-28. La estela, escrita en una variante del alfabeto fenicio similar al paleohebreo, también alude al dios YHVH, confirmando su culto en la región y proporcionando una correlación directa con los eventos narrados en 2 Reyes 3. Actualmente, el artefacto se exhibe en el Museo del Louvre en París, tras un proceso de reconstrucción liderado por el arqueólogo francés Charles Simon Clermont-Ganneau.
La inscripción detalla cómo Mesha, hijo de Kemosh-yatti, liberó a Moab del dominio israelita, que había sido impuesto por Omri, rey de Israel. Según el texto, Kemosh, el dios moabita, estaba disgustado con su pueblo, permitiendo la subyugación de Moab por Israel durante el reinado de Omri y parte del de su sucesor. Sin embargo, Kemosh intervino para que Mesha recuperara territorios, incluyendo Medeba, Atarot y Nebo. La estela menciona la captura de objetos de culto de YHVH en Nebo, que Mesha ofreció a Kemosh, un acto que subraya la rivalidad religiosa entre Moab e Israel. Este relato coincide con 2 Reyes 3:4-27, donde se describe la rebelión de Mesha contra Jehoram, hijo de Ahab, aliado con Josafat de Judá y un rey de Edom.
El descubrimiento de la estela desató una carrera entre potencias europeas (Francia, Reino Unido y Alemania) para adquirirla, dado su valor para confirmar la historicidad de la Biblia. En 1869, la tribu Bani Hamida destruyó la estela en un acto de desafío contra las autoridades otomanas, fragmentándola en múltiples piezas. Afortunadamente, Clermont-Ganneau había obtenido una impresión en papel maché (squeeze) antes de su destrucción, lo que permitió reconstruirla. Desde 1873, la estela forma parte de la colección del Louvre, aunque Jordania reclama su repatriación desde 2014.
La Autoridad de Antigüedades de Israel y otros expertos han estudiado la estela, destacando su importancia como la inscripción más extensa del Hierro II en la región y una fuente clave para la lengua moabita. Su autenticidad, cuestionada inicialmente, es ampliamente aceptada hoy, respaldada por el análisis epigráfico del Louvre y estudios como los de André Lemaire, quien en 1994 propuso que la línea 31 menciona la Casa de David, sugiriendo una referencia al reino de Judá. Sin embargo, epigrafistas como Matthieu Richelle y Andrew Burlingame consideran esta lectura incierta debido al daño en el texto.
Datos clave sobre la Estela de Mesha
- Fecha: Erigida alrededor de 840 a.C., durante el reinado de Mesha.
- Dimensiones: 1,15 m de alto, 60-68 cm de ancho, 60 cm de grosor.
- Material: Basalto negro, típico de monumentos reales de la época.
- Idioma: Moabita, cercano al hebreo bíblico, escrito en alfabeto fenicio.
- Menciones bíblicas: Omri (1 Reyes 16), YHVH, y eventos de 2 Reyes 3.
- Estado actual: Reconstruida con fragmentos originales y réplicas en el Louvre.
Correlación con la narrativa bíblica y estudios epigráficos
La estela ofrece una perspectiva moabita sobre los conflictos descritos en 2 Reyes 3, donde Mesha se rebela tras la muerte de Ahab, hijo de Omri. El texto bíblico narra cómo Jehoram, Josafat y el rey de Edom intentan sofocar la rebelión, pero un sacrificio a Kemosh, según la estela, provoca una “gran ira” contra Israel, asegurando la victoria moabita. Aunque algunos estudiosos, como Israel Finkelstein, señalan discrepancias cronológicas (la estela menciona al “hijo” de Omri, posiblemente Ahab, mientras la Biblia sitúa la rebelión bajo Jehoram), estas se resuelven considerando que “hijo” puede significar “descendiente” en el contexto del antiguo Cercano Oriente.
La mención de YHVH en la línea 18 es significativa, siendo una de las primeras referencias extrabíblicas al dios de Israel. Mesha describe la captura de “vasos de YHVH” en Nebo, sugiriendo la destrucción de un santuario israelita. Este detalle refuerza la historicidad del culto a YHVH en el siglo IX a.C. y su presencia en territorios disputados. La estela también nombra a la tribu israelita de Gad, que habitaba en Atarot, y lugares como Medeba y Baal-Meon, mencionados en textos bíblicos como Números 21 y Josué 13.
Avances tecnológicos han enriquecido el estudio de la estela. En 2015, el West Semitic Research Project de la Universidad del Sur de California utilizó Reflectance Transformation Imaging (RTI) para capturar imágenes tridimensionales, revelando incisiones desgastadas. En 2018, el Louvre produjo fotografías retroiluminadas de alta resolución del squeeze, mejorando la visibilidad de las letras. Estos estudios, liderados por epigrafistas como Lemaire y Jean-Philippe Delorme, han reforzado la hipótesis de la mención a la Casa de David, aunque sigue siendo debatida.
La estela también documenta los proyectos de construcción de Mesha, como la fortificación de Qericho, la reconstrucción de Baal-Meon y Kiriathaim, y la creación de un reservorio de agua, evidenciando el poder de Moab tras su independencia. Estos logros contrastan con la narrativa bíblica, que minimiza las victorias moabitas, ofreciendo así una visión complementaria de los eventos.
Importancia histórica y arqueológica de la Estela de Mesha
La Estela de Mesha es un pilar de la epigrafía semítica, siendo la primera inscripción cananea significativa hallada en el Levante meridional. Su longitud y detalle la convierten en una fuente única para comprender las relaciones políticas y religiosas entre Moab, Israel y Judá en el siglo IX a.C. La mención de Omri, fundador de la dinastía omrida, corrobora su papel como figura histórica, descrito en 1 Reyes 16 como un rey poderoso que consolidó el control israelita sobre Moab.
El texto también ilustra la práctica del hērem, un sacrificio ritual de poblaciones conquistadas, mencionado en la estela al describir la matanza de habitantes de Atarot y Nebo. Esta práctica, común en el antiguo Cercano Oriente, aparece en textos bíblicos como Deuteronomio 20. La estela, por tanto, no solo confirma eventos históricos, sino que también arroja luz sobre las costumbres religiosas y militares de la época.
A pesar de su autenticidad, algunos académicos, como Thomas L. Thompson, han sugerido que la estela podría ser una alegoría o una construcción literaria. Sin embargo, la mayoría de los arqueólogos bíblicos, respaldados por el análisis paleográfico y la ausencia de inscripciones similares en 1868, consideran que el texto es genuino. La estela comparte importancia con otras inscripciones como la Estela de Tel Dan y la Estela de Merneptah, que también mencionan a Israel, consolidando su valor como evidencia arqueológica.
El estudio de la estela continúa evolucionando. Investigaciones recientes, como las de Finkelstein, Nadav Na’aman y Thomas Römer, han propuesto que la línea 31 podría referirse al rey moabita Balak, conocido por la historia de Balaam en Números 22-24, en lugar de la Casa de David. Esta hipótesis, aunque controvertida debido a la cronología, destaca la complejidad de interpretar textos antiguos dañados.
La Estela de Mesha permanece como un testimonio tangible de la interacción entre los reinos del antiguo Levante, uniendo la narrativa bíblica con la historia arqueológica. Su descubrimiento en 1868 marcó un hito en la búsqueda de pruebas que validen los relatos del Antiguo Testamento, y su análisis sigue siendo fundamental para epigrafistas, historiadores y teólogos que exploran el pasado de Israel y sus vecinos.