Se han hallado monedas de plata fabricadas en Anatolia (Turquía) y utilizadas como dinero en Tel Shiloh, al norte de Jerusalén, y Tel Gezer, en la ladera occidental de las colinas de Judea, a finales de la Edad del Bronce Medio, en el siglo XVII a.C., y en Tell al-Ajjul, en la actual Franja de Gaza, a principios de la Edad del Bronce Tardío, un siglo después.
Los nuevos hallazgos de los arqueólogos de la Universidad de Haifa y la Universidad Hebrea de Jerusalén (HU) preceden en 500 años a lo que se creía que era el uso de este tipo de monedas. El descubrimiento prueba por primera vez el uso de monedas de plata como dinero en el ansioso Levante meridional (el actual Israel).
La identificación de Anatolia como la fuente de la que procedía el dinero indica un comercio continuo y a largo plazo con Asia Menor.
“El paso a un método económico basado en monedas de plata, que no se estropean y tienen un volumen y peso reducidos en comparación con el grano, conlleva muchas ventajas y nuevas posibilidades que sin duda contribuirán al desarrollo urbano y económico de toda la zona”, declaró la Dra. Tzilla Eshel, de la Universidad de Haifa, que dirigió el estudio. También demostró que las monedas de plata seguían llegando con frecuencia, como prueba de unas relaciones comerciales largas y estables en Anatolia que los investigadores desconocían hasta ahora.
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La historia del uso de monedas como dinero
El uso de monedas como medio de pago se conocía en Mesopotamia ya en el tercer milenio a.C. Sin embargo, en la región del Levante meridional, conocida en la Biblia como la Tierra de Canaán, se pensaba que dicho uso sólo fue común en la Edad de Hierro, a partir del siglo XII a.C. El comercio de plata entre Hazor y Mari, una antigua ciudad-estado semita en la actual Siria, se menciona en documentos financieros hallados en Hazor de la Edad del Bronce Medio.
Las monedas de plata son piezas de plata cuya forma sin pulir indica claramente que no son joyas ni objetos ornamentales, y el hecho de que normalmente se encontraran juntas, envueltas en tela y guardadas en cerámica indica que se utilizaban como medio de pago.
En estudios anteriores del equipo de investigadores, Eshel -junto con los profesores Yigal Erel y Naama Yahlom-Mack, de la HU, y Ayelet Gilboa, de la Universidad de Haifa- se ocupó extensamente de los tesoros de plata de la Edad del Hierro y localizó su origen. Sin embargo, la investigación sobre los vestigios de plata reveló en excavaciones anteriores, algunas de los últimos años y otras incluso de hace décadas, que los atesoramientos de plata se encontraron en periodos anteriores, desde finales de la Edad del Bronce Medio y principios de la Edad del Bronce Tardío.
Hasta ahora, no existía ninguna investigación exhaustiva sobre el tema, y el concepto de que el uso de monedas de plata en el Levante meridional comenzó en la Edad del Hierro seguía siendo el concepto dominante.
En el estudio actual, los investigadores examinaron los tesoros de plata de Tel Shiloh y Tel Gezer.
“Teníamos que establecer que se trataba efectivamente de monedas de plata utilizadas para el pago. Su forma, el hecho de que muchas de ellas parecieran brazaletes de distintos tamaños -es decir, no de uso ornamental- y el hecho de que se encontraran en zonas públicas, dentro de un almacén o cerca de la puerta de la ciudad, nos llevaron a suponer que efectivamente se trataba de monedas de plata utilizadas para el comercio”, señalaron los investigadores.
El segundo paso fue comprobar si se trataba de una cantidad lo suficientemente grande como para suponer que se trataba de un fenómeno amplio y global y no de un caso esporádico y poco representativo. Según los investigadores, la cantidad de dinero hallada en los tesoros de Silo y Gezer no era en sí pequeña. Además, en antiguos informes de excavaciones de Tel Gezer se publicó otro número significativo de atesoramientos de plata de la Edad del Bronce media y tardía que indicaban una gran distribución de restos de plata en el asentamiento.
“La percepción de los investigadores era que el uso de dinero como medio de pago era un fenómeno característico de la Edad del Hierro, pero en cuanto lo examinamos en profundidad vimos que el uso de monedas de plata ya existía desde la Edad del Bronce Medio. La cantidad de monedas de plata en los atesoramientos de Tel el-Ajjul puede ilustrarlo muy bien: en estos atesoramientos, había ornamentos de oro que atrajeron la mayor parte de la atención de los investigadores, pero cuando examinamos su composición, resultó que había muchas más piezas de plata y que los objetos de oro eran la minoría”, añadieron.
Tras llegar a la conclusión de que las cantidades de monedas de plata indicaban su uso generalizado como medio de pago, los investigadores quisieron saber cuál era su origen. Para identificar la procedencia de la plata, se le realizó una prueba isotópica y se comparó con la composición isotópica de minerales de origen conocido, así como con otros objetos de plata. En el examen realizado por los investigadores, se halló una similitud con minerales originarios de Anatolia, así como con antiguos objetos de plata encontrados en excavaciones en Anatolia. Además, otros objetos hallados en las inmediaciones del tesoro, como una cabeza de hacha o un colgante que aparentemente procedían de Anatolia, llevaron a los investigadores a la conclusión de que el origen más probable del dinero estaba allí.
“Sabemos con certeza que en la Edad de Hierro existía este comercio, pero nuestros hallazgos hacen retroceder el inicio de este comercio de metales al menos 500 años. Lo importante es que hemos descubierto la primera prueba de que ya en el siglo XVII a.C. existía un comercio continuo y a largo plazo de metales desde la región de Levante hasta Anatolia”, concluyen.
La investigación fue posible gracias a la ayuda de la expedición conjunta de excavaciones en el Parque Nacional de Tel Gezer de la Autoridad de Naturaleza y Parques y el Seminario Teológico Bautista de Nueva Orleans, bajo los auspicios de la Autoridad de Antigüedades de Israel y el Museo Rockefeller, que hicieron posible la toma de muestras de los hallazgos para su análisis. Financiado con una subvención de la Fundación Gerda Henkel, la Fundación Rottenstreich y subvenciones internas de la Universidad de Haifa y la Universidad Hebrea de Jerusalén.