Recientes hallazgos arqueológicos han potenciado la comprensión del “Valle de la Sal” bíblico, gracias al desciframiento de una inscripción paleohebrea.
Confluencia de pasiones: espeleología y graffiti bíblico
El Dr. Asaf Gayer, académico de la Universidad Ariel, al combinar su interés en espeleología con los graffitis bíblicos antiguos, planteó una iniciativa singular al geólogo Boaz Langford. Su objetivo: explorar y documentar una inscripción conocida cerca de Ein Gedi.
Esta inscripción paleohebrea, datada en el siglo VII a. C., fue esbozada en una estalactita con tinta de carbonita. Gayer sugirió que esta debería ser recapturada usando tecnología de imágenes multiespectrales, herramienta que previamente ha revelado textos ocultos en fragmentos cerámicos.
La misión se llevó a cabo con la incorporación de Shai Halevi, fotógrafo de la Autoridad de Antigüedades de Israel, culminando exitosamente su propósito principal en la cueva.
Descubrimientos inesperados y sensaciones arqueológicas
Previo a dejar el lugar, Gayer llevó a cabo un examen arqueológico minucioso de la cueva. “Siempre se percibe que podrías hallar algo en una cueva”, expresó el doctor durante una rueda de prensa, donde presentó cuatro espadas romanas de casi dos milenios de antigüedad encontradas en el lugar.
“Entender que sostienes un fragmento histórico en tus manos es asombroso… experimentas una aceleración del pulso, es la razón de nuestra dedicación a esta disciplina”, compartió Gayer.
Si bien las espadas encontradas captaron gran atención mediática, la reinterpretación de Gayer de la inscripción del Primer Templo no debe ser opacada.
Contexto histórico: hallazgos previos en la cueva
En 1973, Ofra Aharoni de la Escuela de Campo de Ein Gedi, descubrió inicialmente la inscripción del Primer Templo, consistente en tres líneas, en una cueva que albergaba cámaras llenas de estalactitas.
Posteriormente, en 1974, se ejecutó una excavación breve en estas cuevas, que, irónicamente, no detectó las espadas. Sin embargo, en 1975, Pessach Bar-Adon publicó la inscripción en el Israel Exploration Journal, con fotografías proporcionadas por la Unidad de Identificación Criminal de la Jefatura Nacional de Policía, equiparable a la CSI de la época.
Estos descubrimientos, a lo largo de los años, han solidificado la importancia del sitio y su contribución al conocimiento histórico y arqueológico de la región.
Contexto histórico del hallazgo y su decodificación inicial
En un recuento de 1975, se esclareció que Bar-Adon había interpretado la inscripción de la estalactita como: Bendito sea Dios (Adonai) / Bendito XXX / Bendito sea Dios (Elohim).
Con la confianza en la avanzada tecnología imagística contemporánea, Gayer especuló con que sería posible clarificar aún más esta inscripción.
Para conseguir una imagen más detallada, el equipo tomó fotografías de la inscripción desde diversas perspectivas, sorteando así las irregularidades de la superficie rocosa. No obstante, los resultados obtenidos no fueron completos.
Detalles decodificados y vinculación bíblica
Gayer identificó las letras hebreas bet, gimmel y yud tras la palabra “Bendito”. Asimismo, notó un característico punto divisorio de la época del Primer Templo. La inscripción fue leída por él como “en el valle”, utilizando una versión ortográfica presente en diversos textos bíblicos.
Posteriormente, Gayer intentó decodificar más letras mediante complejas técnicas de imagenología. Tras este esfuerzo, postula que la secuencia de letras podría traducirse al español como “la sal”.
El “Valle de la Sal” se cita en pasajes bíblicos como 2 Samuel 8:13 y Salmos 60:2, empleando la variante ortográfica hallada en la estalactita. Estos fragmentos bíblicos tienen relación con el rey David, quien agradece divinamente sus triunfos en dicho valle.
Relevancia geográfica y connotación histórica
Mientras que muchos estudiosos postulan que el “Valle de la Sal” se localiza cerca del mar Muerto, Gayer enfatiza la relevancia de contar con una fuente tangible que mencione un área precisamente ubicada sobre este mar.
En una reciente ponencia para la IAA, Gayer compartió estas interpretaciones preliminares y anunció que detallará sus descubrimientos en una futura publicación académica.
Durante una jornada con medios en la moderna sede de la IAA en Jerusalén, Gayer reflexionó sobre el posible autor de esta inscripción, sugiriendo que podría ser una muestra de gratitud por haber perdurado en una región tan inhóspita.