Todos nos hemos quejado un poco durante los dos últimos años del brote de COVID-19. Algunos se sintieron desanimados por tener que llevar una máscara todo el tiempo, otros se volvieron locos al quedarse en casa durante tanto tiempo. Pero si se compara toda la experiencia con el brote de la pandemia de peste medieval de la Peste Negra, se puede poner las cosas en perspectiva y podemos dar gracias a la medicina moderna.
Esa peste -causada por la bacteria Yersinia pestis y transmitida por pulgas infectadas alojadas en roedores– entró por primera vez en el Mediterráneo en 1347 a través de barcos comerciales que transportaban mercancías desde los territorios de la parte occidental del imperio mongol en la región del Mar Negro.
Desde allí se extendió hasta Europa en 1348, afectando a Oriente Medio y al norte de África, aniquilando a casi el 60% de la población en este brote a gran escala que se conoció como la Peste Negra. Esta primera oleada se extendió luego en una pandemia de 500 años, la llamada Segunda Pandemia de Peste, que duró hasta principios del siglo XIX. Entonces no había vacunas.
Ahora, utilizando la tecnología del campo arqueológico relativamente nuevo de la arqueogenética para analizar el ADN de los restos humanos encontrados en antiguas tumbas de Kirguistán hace más de 140 años, un equipo multidisciplinar de investigadores internacionales sugiere que esta Segunda Pandemia de Peste se originó en Asia Central.
Las inscripciones siríacas en las numerosas lápidas que indicaban que las personas habían muerto en los años 1338-1339 de una enfermedad desconocida proporcionaron a los investigadores la evidencia de que la causa de su muerte pudo ser la peste.
En un comunicado de prensa del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania) se señala que en su estudio el equipo internacional multidisciplinar de científicos, entre los que se encontraban investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, de la Universidad de Tubinga (Alemania) y de la Universidad de Stirling (Reino Unido), obtuvo y estudió los antiguos genomas de Yersinia pestis de estas antiguas lápidas, en las que figuraba la “peste” como causa de la muerte de los individuos enterrados, lo que permitió rastrear los orígenes de la pandemia hasta Asia Central.
El equipo incluía investigadores en historia, arqueogenética y antropología. El resultado de su estudio se publicó recientemente en la revista científica británica Nature.
El estudio
Durante algún tiempo, a pesar de la intensa investigación multidisciplinar, el origen geográfico de la segunda pandemia de peste siguió sin estar claro, con diferentes hipótesis basadas en registros históricos y datos genómicos modernos que sugerían fuentes que iban desde el oeste de Eurasia hasta el este de Asia, señala el comunicado de prensa. Una de las teorías más populares ha apoyado su origen en Asia oriental, concretamente en China.
Pero, hasta ahora, los únicos hallazgos arqueológicos disponibles que proporcionan alguna pista han sido las lápidas, situadas cerca del lago Issyk Kul, en lo que hoy es Kirguistán.
Los investigadores señalan en su artículo que las inscripciones disponibles en las lápidas, los artefactos funerarios y los depósitos de monedas encontrados en las tumbas, así como los registros históricos, indican que en el valle de Chüy, donde se encontraron las lápidas, hubo diversas comunidades que dependían del comercio y mantenían conexiones con varias regiones de Eurasia.
“Estos vínculos pueden haber contribuido a la propagación de enfermedades infecciosas hacia y desde esta región durante el siglo XIV”, escribieron.
En los últimos años, las comparaciones entre los genomas antiguos y modernos de Yersinia pestis han demostrado que la Peste Negra está asociada a una “aparición en estrella” de cuatro linajes principales, añadieron.
Los investigadores estudiaron los datos de ADN de siete individuos procedentes de dos cementerios. Dijeron en su informe que al combinar datos arqueológicos, históricos y genómicos antiguos pudieron mostrar una “clara implicación de la bacteria de la peste Yersinia pestis en este evento epidémico”.
“Por fin pudimos demostrar que la epidemia mencionada en las lápidas fue efectivamente causada por la peste”, dijo Phil Slavin, uno de los autores principales del estudio e historiador económico y medioambiental de la Universidad de Stirling (Reino Unido), en el comunicado de prensa.
Hasta ahora, no se podía estimar con precisión la fecha exacta del acontecimiento de diversificación “Big Bang” que los investigadores creían que era el origen masivo del brote de las diferentes cepas de la peste, señalaba ese comunicado de prensa. El equipo fue capaz de reunir un genoma completo de la peste antigua de los sitios en Kirguistán e investigar cómo podrían relacionarse con este evento del Big Bang.
“Descubrimos que las cepas antiguas de Kirguistán se sitúan exactamente en el nodo de este evento de diversificación masiva. En otras palabras, hemos encontrado la cepa de origen de la peste negra e incluso conocemos su fecha exacta [es decir, el año 1338]”, afirma Maria Spyrou, autora principal e investigadora de la Universidad de Tubinga, en el comunicado de prensa.
Johannes Krause, autor principal del estudio y director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, explicó en el comunicado de prensa que el equipo descubrió que las cepas modernas más estrechamente relacionadas con la cepa antigua se encuentran hoy en día en las zonas de reserva de la peste en torno a los montes Tian Shan en Asia Central, muy cerca de donde se encontró la cepa antigua. Esto apunta a un origen del ancestro de la peste negra en Asia Central, sostiene.
“Es como encontrar el lugar en el que confluyen todas las cepas, como en el caso del coronavirus, donde tenemos Alfa, Delta y Omicron, todas procedentes de esta cepa en Wuhan”, dijo Krause a Nature News.
Slavin explicó a Nature News que Tian Shan tiene sentido como epicentro de la peste negra, ya que la región se encuentra en la antigua ruta comercial de la seda.
“Podemos plantear la hipótesis de que el comercio, tanto a larga distancia como regional, debe haber desempeñado un papel importante en la propagación del patógeno hacia el oeste”, dijo Slavin.