El sol se ha puesto en la dictadura de Mahmoud Abbas, y ahora es solo cuestión de tiempo que abandone la escena política palestina. Elegido inicialmente como presidente de la Autoridad Palestina en 2005, Abbas se encuentra ahora en su decimosexto año de lo que, según la ley de la AP, debía ser un mandato de cuatro años. Desde su elección, Abbas ha rechazado o anulado cualquier intento de celebrar nuevas elecciones. En enero de este año, bajo la presión de Estados Unidos y la Unión Europea, Abbas anunció que la AP celebraría sus primeras elecciones generales desde 2006. Las elecciones generales debían ir seguidas de elecciones presidenciales.
Abbas no quería celebrar elecciones porque sabía que su facción de Al Fatah perdería frente a su rival Hamás, una organización terrorista designada internacionalmente. Tras cuatro meses de mantener la pretensión de que las elecciones se celebrarían realmente, Abbas las canceló, para desesperación de los votantes palestinos.
Un sondeo reciente realizado por el Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas (PCPSR) reveló que “dos tercios del público [palestino] creen que Abbas pospuso las elecciones porque estaba preocupado por los resultados”. Sólo el 25 por ciento de los encuestados cree en la excusa de Abbas de que canceló las elecciones debido a la supuesta negativa israelí a permitir que se celebraran en Jerusalén.
En respuesta a la decisión de Abbas, y en un intento de reforzar su popularidad, Hamás atacó a Israel, disparando más de 4.300 misiles de forma indiscriminada contra la población civil israelí. La violenta respuesta de Hamás provocó un fuerte descenso del apoyo popular al ya asediado Abbas.
Tras la agresión de Hamás, la encuesta del PCPSR reveló que si las elecciones para el cargo de presidente de la Autoridad Palestina se celebraran ahora, entre Abbas e Ismail Haniyeh de Hamás, Abbas recibiría el 27 por ciento y Haniyeh el 59 por ciento de los votos, esto comparado con el 46 por ciento para Haniyeh y el 47 por ciento para Abbas hace tres meses.
Para Abbas, las elecciones de la Autoridad Palestina han puesto de manifiesto no solo el peligro externo de Hamás, sino también la fragmentación interna de su propio partido, Al Fatah.
Hasta las recientes elecciones, la idea predominante entre quienes no están familiarizados con los asuntos internos palestinos era considerar la política palestina como una carrera de dos caballos: Al Fatah contra Hamás. Sin embargo, los preparativos para las elecciones de la AP demostraron que esta concepción es fundamentalmente errónea.
Mientras Hamás mantenía la uniformidad de sus filas, Al Fatah se dividía en unidades separadas, cada una de las cuales afirmaba representar al “verdadero Al Fatah”. Aparte de Abbas, entre los principales reclamantes del título se encontraba el sobrino de Yasser Arafat, Nasser al-Qidwa, que formó una lista independiente y, por tanto, fue expulsado de Fatah por Abbas. El antaño popular dirigente Muhammad Dahlan, que cayó en desgracia con Abbas hace años, fue posteriormente acusado y condenado por corrupción y desde entonces vive en el extranjero. Y el terrorista convicto Marwan Barghouti está cumpliendo cinco cadenas perpetuas consecutivas en una prisión israelí por las cinco personas que fue responsable de asesinar.
Cada uno de estos contendientes goza de un seguimiento sustancial que habría dado lugar a una división del voto de “Fatah” si se hubieran celebrado las elecciones.
Aunque Abbas sigue ostentando técnicamente el título de líder de Al Fatah, está claro que su apoyo, incluso dentro de su propio partido, es muy limitado.
Abbas ha respondido a las crecientes críticas y al descontento con su actuación de la forma en que respondería cualquier otro verdadero déspota: con violencia.
En las últimas semanas, las Fuerzas de Seguridad de la Autoridad Palestina, leales a Abbas, han llevado a cabo una campaña concertada contra los rivales y críticos de Abbas. La represión violenta alcanzó su punto álgido (al menos por ahora) con la detención, la paliza y la muerte, el 24 de junio, de Nizar Banat, crítico declarado de Abbas.
Aunque la Autoridad Palestina ha anunciado que llevará a cabo una investigación exhaustiva de las circunstancias de la muerte de Banat, la calle palestina no está esperando los resultados previsibles de la investigación. En su lugar, los palestinos se están manifestando, exigiendo la dimisión de Abbas.
Junto a sus problemas políticos, hay que mencionar un último punto. A sus 85 años (nació en noviembre de 1935), Abbas es el cuarto dirigente estatal en activo de mayor edad (después de la Reina de Inglaterra y los presidentes de Camerún y Líbano).
En circunstancias normales, la edad de Abbas, y su supuesta mala salud, habrían sido probablemente el factor más dominante a la hora de discutir el tema de su salida de la escena política palestina. Sin embargo, al haber disfrutado de los lujos de ser el líder de la AP durante tanto tiempo, y haber amasado una enorme fortuna, tanto a nivel personal como para sus hijos, para Abbas la edad nunca será un factor o impedimento.
Abbas desempeña tres funciones centrales en la política palestina: jefe de Fatah, jefe de la OLP y presidente de la Autoridad Palestina. Las preguntas que se plantean ahora son cómo y cuándo se irá Abbas, quién le sustituirá y si el sustituto seguirá ocupando los tres puestos centrales.