Estados Unidos anunció el jueves la denegación de visas a funcionarios de la Autoridad Palestina como respuesta a los intentos de Ramallah de procesar a Israel en instancias judiciales internacionales. El Departamento de Estado sostuvo que estas acciones violan la legislación estadounidense, aunque no detalló qué funcionarios serían afectados. La medida alcanza tanto a miembros de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como a representantes oficiales de la Autoridad Palestina.
Según la legislación del Congreso, los funcionarios palestinos ya requieren exenciones para ingresar a territorio estadounidense por motivos oficiales. La normativa también permite su participación en actividades de la ONU, conforme a los compromisos internacionales de Estados Unidos. Aunque las sanciones podrían impedir su asistencia a la Asamblea general de septiembre, cualquier denegación de visas enfrentaría un escrutinio si otros mandatarios adversos a Washington son admitidos en el evento.
El anuncio representa una respuesta inicial de la administración Trump a los avances de países como Francia, Reino Unido y Canadá en el reconocimiento de un Estado palestino, medida promovida por Ramallah. Washington ha optado por aplicar sanciones directas a la Autoridad Palestina en lugar de confrontar a esos gobiernos aliados. No obstante, Trump ya interrumpió conversaciones comerciales con Canadá a raíz de su postura sobre Palestina.
El Departamento de Estado indicó que la Autoridad Palestina y la OLP infringieron dos leyes estadounidenses por intentar trasladar la guerra israelí-palestino a foros como la Corte Penal Internacional (CPI) y la Corte Internacional de Justicia (CIJ). La CPI emitió órdenes de arresto contra el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y el exministro de Defensa, Yoav Gallant. En paralelo, la CIJ examina acusaciones de genocidio contra Israel y denuncias que califican sus políticas como apartheid.
Washington ha mantenido su postura de que la creación de un Estado palestino debe resultar de negociaciones directas con Israel, aunque las autoridades israelíes han rehusado retomarlas durante más de una década. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, también ha sido señalado por rechazar o bloquear iniciativas anteriores de diálogo.
La denegación de visas constituye una de las cuatro medidas previstas en la legislación estadounidense de 2002, que exige al presidente verificar si las entidades palestinas cumplen con compromisos contra el terrorismo y en favor de la paz. La opción más severa habría consistido en designar a la Autoridad Palestina como organización terrorista extranjera, lo que implicaría sanciones económicas significativas.
El Departamento de Estado justificó las restricciones migratorias con base en informes que acusan a la Autoridad Palestina de respaldar el terrorismo mediante pagos a atacantes y a sus familias. Sin embargo, Abbas firmó en febrero un decreto que anuló la ley que vinculaba esos pagos con la duración de la condena. Más de mil presos palestinos dejaron de recibir estipendios. Ramallah invitó a una delegación estadounidense para verificar el cumplimiento de la legislación del Congreso, pero Washington no ha respondido en dos meses.
El portavoz del Departamento de Estado, Tommy Pigott, explicó que la decisión se basó en la revisión semestral del cumplimiento de la ley de 2002, finalizada en enero. Dicha evaluación precedió al decreto de Abbas. Pigott añadió que fue la administración Biden la que concluyó que la Autoridad Palestina no cumplía con la normativa, aunque optó por no aplicar sanciones, decisión revertida luego por el gobierno de Trump.
Al ser consultado sobre posibles medidas similares contra Israel por supuestas violaciones a los Acuerdos de Oslo, como la expansión de asentamientos y la retención de fondos fiscales palestinos por más de $2.000 millones, Pigott declinó comentar. A diferencia de la Autoridad Palestina, la legislación estadounidense no contempla mecanismos legales que permitan sancionar a Israel por estas prácticas.
En su comunicado, el Departamento de Estado afirmó que “está en nuestro interés de seguridad nacional imponer consecuencias y responsabilizar a la OLP y a la Autoridad Palestina por no cumplir con sus compromisos y socavar las perspectivas de paz”. El ministro de Relaciones Exteriores israelí, Gideon Sa’ar, respaldó la decisión y valoró la “claridad moral” de Washington. Según él, “la Autoridad Palestina debe pagar un precio por su política en curso de pagar a los terroristas y sus familias por llevar a cabo ataques, y por su incitación contra Israel en escuelas, libros de texto, mezquitas y medios palestinos”.
Sa’ar agregó que “esta importante acción del presidente Trump y su administración también expone la distorsión moral de ciertos países que se apresuraron a reconocer un Estado palestino virtual mientras hacían la vista gorda ante el apoyo de la Autoridad Palestina al terrorismo y la incitación”. No obstante, los organismos de seguridad israelíes atribuyen regularmente a la Autoridad Palestina el control de la estabilidad en Judea y Samaria mediante operaciones contra otras facciones armadas.
La OLP, reconocida internacionalmente como representante del pueblo palestino, supervisa la Autoridad Palestina respaldada por Occidente. Esta última ejerce autonomía limitada en menos de la mitad de Judea y Samaria, según acuerdos con Israel. Abbas lidera ambas entidades desde su elección en 2005, aunque no ha convocado elecciones desde entonces. A comienzos de este año, prometió celebrarlas en 2026.
Estados árabes y gobiernos occidentales han exigido reformas a la Autoridad Palestina para que asuma el control de Gaza tras un eventual reemplazo de Hamás. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha descartado que la Autoridad Palestina administre la Franja, sin presentar alternativas concretas, mientras sus socios presionan para establecer nuevos asentamientos en el territorio.