El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pasaría una resolución unánime contra Israel. También en Israel la declaración sería condenada por la gran mayoría de los miembros de la Knesset y de la población israelí.
Mahmoud Abbas ha expresado en más de una ocasión la política oficial de la Autoridad Palestina:
“Cuando Palestina sea independiente no permitiremos la presencia de un solo israelí”, (la referencia, por supuesto, es a los israelíes judíos, ya que Abbas no tendría inconveniente si en su futuro Estado hay presencia de israelíes árabes).
Otros altos funcionarios de la Autoridad Palestina aclararon esa declaración diciendo que tampoco se permitirá la presencia de un solo judío en Jerusalén. ¿Cuál fue la reacción del mundo a las declaraciones racistas de Abbas y de sus allegados? No hubo reacción, no hubo comentario, no hubo crítica, no hubo un solo editorial en periódicos del mundo criticando, y el Consejo de Seguridad no se reunió para condenar esa declaración racista.
Nadie telefoneó a Abbas para manifestar su protesta. La Unión Europea, preocupada por poner etiquetas a productos judíos, no le dio importancia al asunto.
Antes de 1948 (año de la independencia de Israel) residían en los países islámicos cerca de un millón de judíos, la mayoría de ellos descendientes de judíos que llegaron a esos territorios siglos antes de la conquista árabe.
Hoy, con excepción de Marruecos, donde aún viven unos 2,000 judíos, (los que quedan de una comunidad que en 1948 contaba con 350,000 personas), e Irán, donde hay 8,000 judíos (de una comunidad de 150,000 personas en 1948) ya no existen comunidades judías en Egipto, Siria, Irak, Túnez, Libia, Argelia, Yemen. En contraste, los 150,000 árabes que permanecieron en Israel después de la Guerra de Independencia, hoy son 1,700,000.
Y a pesar de que esas estadísticas son irrefutables, los proponentes de la campaña anti-israelí BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) tienen la desfachatez de acusar a Israel de “limpieza étnica”.