El informe del Observatorio de la Intolerancia y la Discriminación (OIDAC) abarca el periodo comprendido entre 2019 y 2020 y constata un aumento de la intolerancia y la discriminación anticristiana que proviene principalmente de dos vertientes. En primer lugar, desde el lado del Estado: a través de partes de la legislación o de un discurso político hostil que socava las libertades de los cristianos. Y, en segundo lugar, desde el punto de vista individual: a través de la exclusión social y los ataques criminales a los cristianos o a las instituciones cristianas.
La dinámica central que causa la erosión y la restricción de las libertades de los cristianos en los países estudiados se denomina “intolerancia secular”. El informe ofrece una visión coherente de los casos estudiados, destaca las tendencias actuales y formula recomendaciones para la práctica.
El informe muestra que los cristianos de los países estudiados son discriminados porque ya no se acepta que un cristiano sea fiel a su fe. Esto puede suponer grandes desventajas en el trabajo o ya durante la educación. Hay vandalismo, ataques antirreligiosos contra iglesias y edificios cristianos, o delitos de odio anticristiano contra personas. A ello se suma la progresiva restricción o impugnación de derechos fundamentales como la libertad de expresión, la libertad de religión, la libertad de conciencia, la libertad contractual o la patria potestad de los cristianos.
Solo en Francia, el Ministerio del Interior francés registró más de 996 incidentes anticristianos en 2019, una media de 2,7 al día.
La “intolerancia secular” mencionada en el informe se describe como una forma de secularización ideológica misionera destinada a impulsar una cultura postcristiana en todos los niveles de la sociedad. La religión practicada, si todavía se tolera, debe ser empujada a la esfera privada. La exclusión o criminalización de las voces públicas cristianas se basa principalmente en el rechazo de la moral cristiana, para la que ya no hay tolerancia.
El informe también formula recomendaciones para mejorar la situación y sugiere, por ejemplo, que las autoridades estatales podrían garantizar una mejor legislación y administración aumentando su competencia religiosa. Esto permitiría tender puentes entre grupos sociales para evitar leyes que discriminen a los grupos religiosos. Según el informe, también sería importante que las organizaciones internacionales y de la sociedad civil informaran más sobre el fenómeno de la discriminación y la intolerancia contra los cristianos y que sensibilizaran a la población sobre el tema para iniciar un debate abierto.
Es igualmente importante sensibilizar a la opinión pública sobre el antiisraelismo que es socialmente aceptable en Europa Occidental. Está quedando claro que la parte de la política y de los medios de comunicación que está fabricando cada vez más sentimientos anticristianos es la misma que está fabricando al mismo tiempo sentimientos antiisraelíes. La exclusión y deslegitimación de Israel, y, por tanto, del Estado judío, procede de los mismos medios de comunicación y de los mismos círculos que excluyen y criminalizan las voces cristianas. Por eso está en contra del judaísmo y del cristianismo como base de la civilización occidental. Por ello, es aún más importante hacer que esta conexión sea clara y conocida públicamente.