Todavía no sabemos quién será el próximo gobierno de Israel, y la verdad es que no importa. Lo que sí he aprendido, sin lugar a dudas, es que el amor cristiano por Israel es incondicional.
Durante 36 años, mi padre, el rabino Yechiel Eckstein (OBM), pasó su vida representando a millones de cristianos, que tenían el solitario objetivo de rezar por Israel y apoyarlo. Su visión, su pasión y el trabajo de su vida fue fomentar amigos estratégicos para Israel, cuyo apoyo fuera inquebrantable. Y, de hecho, ese apoyo nunca ha cambiado con los cambios de gobierno.
Hace dos años, cuando mi padre murió repentinamente, mucha gente se preguntó si la Fraternidad se desmoronaría o se debilitaría, sin que mi padre la dirigiera. Humildemente, yo sabía que no lo haría. Y es que el apoyo cristiano a Israel que ha desarrollado la Fraternidad es incondicional. Es más grande que mi padre, es más grande que yo, y es más grande que cualquier primer ministro que asuma temporalmente esa enorme y santa vocación y misión en nombre del Estado de Israel.
En los últimos dos años, la Fellowship ha visto milagrosamente cómo se duplicaba nuestra base de donantes, cómo se disparaba el apoyo a la oración por Israel y cómo se involucraba una generación más joven de cristianos.
¿Se debe a que el gobierno de Israel haya hecho algo diferente?
No, y en cierto modo, es exactamente lo contrario. En una época de división, en la que vemos que Israel se está convirtiendo cada vez más en una cuestión partidista, la Fellowship ha continuado religiosamente nuestra política histórica, en contra de las tendencias y los vientos cambiantes, de mantener la política fuera del debate sobre Israel. En su lugar, elegimos centrarnos en el lado espiritual, unificador e inspirador de la Tierra Santa. Y lo que he visto claramente es que ésta es la mejor estrategia que existe en la “guerra de la hasbara”.
La Hermandad anima a todos y cada uno de nuestros millones de seguidores a apoyar a cualquier gobierno elegido democráticamente en Israel, y a través de su creciente apoyo, sabemos que sienten lo mismo y están de acuerdo con esta política apolítica.
Cuando hice aliya hace 16 años, no fue por la política. Fue por la diversidad de la comunidad de la que quería formar parte, los mensajes de Shabat Shalom que escuchaba cada viernes por la tarde en la radio y la televisión, el corazón espiritual nacional que se une como uno solo en Yom Kippur, las excursiones de los niños a antiguos lugares bíblicos, ¡y la comida kosher que abunda!
De hecho, recogí mi cómoda vida americana e hice aliya, por todo menos por la política.
No me malinterpreten. Siento un profundo aprecio y admiración por todos los políticos que se han jugado la vida para proteger a este querido país en la escena internacional, a menudo rodeado de lobos. Pero mi amor sigue siendo la tierra, y la gente. Incondicionalmente.
Lo que he visto, es que es muy similar para nuestros cientos de millones de amigos cristianos. Aman la tierra. Aman a la gente. Aman nuestros valores. Seguirán estando con nosotros sin importar a quién se vote democráticamente en la Knesset. Y es una maravillosa bendición que así sea, porque la verdad es que nuestro pequeño país de 9 millones de habitantes puede ciertamente utilizar los más de 800 millones de partidarios evangélicos, para estar con nosotros incondicionalmente.
En 2005, cuando me mudé a Israel, recuerdo que le preguntaron a mi padre sobre las ramificaciones políticas con la comunidad evangélica, tras la retirada de Gaza. “¿Se acabará el apoyo cristiano a Israel, ya que creen tan apasionadamente que Israel no debe devolver la tierra?”, le preguntó un político nervioso. Sin tomarse un respiro, ni necesitar un minuto para pensar, mi padre respondió con un seguro “no”.
Y tenía razón.
Aunque algunos de los partidarios cristianos pudieran estar en desacuerdo con esta decisión política, ninguno de ellos dio marcha atrás en su apoyo a Israel. Ninguno de ellos dejó de rezar por la paz de Jerusalén. Ninguno de ellos dejó de ser defensor del pueblo judío.
Y en la transición de Israel a una posible nueva era de liderazgo, ahora se me plantean esas mismas preguntas. ¿Terminará o se debilitará el apoyo cristiano a Israel? Y al igual que mi padre hace 16 años, yo también respondo con seguridad que no.
En cuanto a la Fraternidad, seguiremos trabajando día y noche para comprometer, inspirar e involucrar a los cristianos sionistas para que sigan apoyando a Israel. Continuaremos con nuestra política de ser apolíticos, y trabajaremos estrechamente con cualquier gobierno que sea elegido, para ayudar a las necesidades humanitarias y de seguridad del pueblo de Israel.
A principios de esta semana, cuando visité el sur de Israel y vi las casas destruidas por los cohetes, las vidas arruinadas y las amenazas a nuestras puertas, me sentí orgulloso de que la confraternidad y nuestros 2 millones de donantes hayan donado más de 100 millones de dólares a iniciativas de seguridad en los últimos 15 años. Pero también me sentí dolorosamente inspirado de nuevo, no solo para continuar con nuestro trabajo tangible de salvar vidas, sino también para comprometer y hacer crecer nuestra comunidad de cristianos que están con el pueblo de Israel en la oración y la acción, pase lo que pase.
La Fellowship es la mayor organización humanitaria de Israel. Hemos ayudado a más de 2 millones de personas judías en todo el mundo solo en 2020, y hemos donado cerca de 2.000 millones de dólares a causas judías desde 1986. Tenemos millones de partidarios, y ese número crece cada día. Y lo que puedo decir al pueblo de Israel es que seguiré haciendo todo lo que pueda para fortalecer al Estado y al pueblo de Israel, independientemente de quién esté en el poder. Hago esta promesa, respaldada por millones de nuestros fieles, modestos y apasionados amigos cristianos.
Lo que el éxito sin precedentes de la Fraternidad viene a demostrar, es que el amor cristiano por Israel es incondicional. Nuestra enorme responsabilidad como judíos, sionistas y personas que solo quieren lo mejor para nuestra Tierra Santa, especialmente cuando nos acercamos a las auspiciosas tres semanas de luto, es seguir fomentando, reconociendo y apreciando este “ahavat chinam” -amor incondicional- por Israel y su pueblo.