Israel, Jordania y los Emiratos Árabes Unidos firmaron el 22 de noviembre dos Memorandos de Entendimiento (MOU) para proyectos económicos y, aunque todavía no está claro cuándo y cómo se llevarán a cabo, los acuerdos envían una brillante señal sobre una nueva era en la cooperación regional.
El primer acuerdo incluye la construcción de una planta de energía solar y una instalación de almacenamiento en Jordania que producirá hasta 600 MW al año de electricidad verde que se venderá a Israel y se incorporará a su red eléctrica.
El segundo acuerdo se refiere a la creación de una planta desalinizadora en la costa israelí, que exportará a Jordania el agua potable que genere con un alcance de 200 millones de metros cúbicos al año, además de los acuerdos sobre agua existentes entre ambos países, que se han ampliado recientemente debido a las crecientes necesidades jordanas.
Empresas de los Emiratos Árabes Unidos participarán en la construcción de los proyectos, según los acuerdos, que de momento sólo están en fase de memorando de entendimiento. Está previsto que el año que viene se ultimen los detalles finales, así como las comprobaciones concretas de viabilidad antes de su ejecución. El enviado presidencial especial de EE.UU. para el clima, John Kerry, participó en la consecución de los dos acuerdos.
Tres procesos se unieron para crear los nuevos acuerdos: Los Acuerdos de Abraham, el descongelamiento de las relaciones entre Israel y Jordania en los últimos seis meses -que incluyó visitas de altos funcionarios- y el creciente compromiso con la crisis climática junto con la creciente crisis del agua en Jordania.
Para Jordania, los acuerdos actuales y pasados sobre el agua proporcionan soluciones para lo que es una necesidad existencial. Jordania sufre hoy una escasez de agua de 500 millones de metros cúbicos al año. La disponibilidad anual de agua per cápita en Jordania está por debajo de los 80 m³, muy por debajo del umbral de pobreza de agua mundial, que se sitúa en 500 m³.
Por si esto no fuera suficiente, la tendencia va de mal en peor cada año. Las reservas actuales, sobre todo la de Disi, en la frontera saudí, se agotarán en los próximos años, y el crecimiento demográfico, unido a la aceleración de la deshidratación vinculada al cambio climático, intensificará el estrés hídrico en Jordania, dejando el suelo jordano reseco, su agricultura en estado de colapso y sus habitantes sedientos. La cantidad de agua que se proporcionará según los términos del MOU no resolverá estos problemas, pero sin duda ayudará a Jordania a mejorar su situación.
Junto a esta necesidad esencial, la capacidad de atraer inversiones extranjeras es una prioridad para el rey Abdullah de Jordania. Las iniciativas medioambientales son un nuevo y lucrativo medio de atraer fondos para invertir en la economía jordana. Para ello, los proyectos multinacionales-regionales son un concepto en el que los países occidentales y los fondos internacionales están dispuestos a invertir.
Para Israel, el acuerdo, si se aplica, podría ayudar a alcanzar el objetivo gubernamental de impulsar la producción de energía renovable (el objetivo es el 30% para 2030). Además, está el evidente beneficio estratégico que supone el fortalecimiento de la durabilidad y estabilidad de Jordania, y la paz entre ambos países, que es muy significativa para la seguridad de Israel, y para reforzar la cooperación con los EAU en el contexto de los Acuerdos de Abraham.
El panorama no es totalmente halagüeño. Los Memorandos de Entendimiento se enfrentarán a algunos retos.
En primer lugar, al igual que con los anteriores acuerdos públicos con Israel, se ha producido un rechazo por parte de la opinión pública jordana y del parlamento, ambos caracterizados por un fuerte sentimiento antiisraelí.
Desde el momento en que se conoció la noticia de la firma del Memorando de Entendimiento, estallaron manifestaciones contra los acuerdos. Después de las oraciones del viernes, tras la noticia de los acuerdos, los manifestantes salieron a las calles de Ammán bajo el liderazgo de jóvenes afiliados a los Hermanos Musulmanes y de algunos líderes tribales jordanos. Al igual que en anteriores protestas orientadas a Israel, hubo voces que pedían la disolución de los acuerdos de paz, aunque éstas sólo estuvieron al margen de la protesta. De acuerdo con la tradición política jordana, los dedos acusadores públicos apuntaron al gobierno y a los pasos de normalización con Israel, pero no contra el propio rey Abdullah.
Al mismo tiempo, el Parlamento jordano, al que el gobierno no consultó antes de la firma de los memorandos de entendimiento, celebró una reunión sobre el tema, en la que varios diputados atacaron los pasos de normalización del gobierno con Israel, e incluso pidieron un voto de censura.
Para hacer posible el acuerdo, se envió al primer ministro jordano para reducir la oposición y dar paso a los acuerdos y, al mismo tiempo, iniciar el diálogo entre las tribus.
Un mes después de la firma, parece que las protestas se han calmado, pero los casos anteriores demuestran que es cuestión de tiempo que la oposición retome un tema como medio para volver a atacar al gobierno.
Desgraciadamente, habrá muchas oportunidades de que se reanuden las protestas durante el próximo año, cuando las partes tengan que formular los detalles de los acuerdos, y después, mientras dure la construcción de las infraestructuras del proyecto. El rey Abdullah y su gobierno tendrán que seguir promocionando el acuerdo como algo vital, y emplear herramientas para calmar las protestas. Una de esas herramientas tendrá que ser el apoyo exterior, en forma de ayuda estadounidense y emiratí, así como mantener las relaciones con Israel relativamente libres de crisis por cuestiones regionales y palestinas.
Esta nueva cooperación tiene muchos retos potenciales. Según los informes de los medios de comunicación, el príncipe heredero saudí Muhammad Bin Salman, que ya mantiene unas relaciones complejas con el rey Abdullah (tras la supuesta implicación saudí en las disputas de la familia real jordana), se enfadó por los memorandos de entendimiento, que le dejaron “fuera de juego”, incluso en lo que respecta a las relaciones con Estados Unidos.
La Autoridad Palestina no formó parte del acuerdo, a pesar de estar en el centro del triángulo Israel-Jordania-Emiratí. También podrían surgir por el camino cuestiones técnicas, financieras y medioambientales que podrían complicar la ejecución de los proyectos.
En resumen, si este proceso avanza con éxito, podría allanar el camino para otros acuerdos multilaterales en Oriente Medio en los sectores de la energía, las infraestructuras, el clima, la salud y otras cuestiones. Es muy importante que los responsables políticos de Oriente Medio y de EE.UU. sean creativos y emprendedores, a la vez que muestren buena voluntad y recursos adecuados para dar forma y poner en práctica la necesaria integración y cooperación regional, que beneficiará a los países que luchan contra retos comunes que van desde Irán hasta la crisis climática.