Israel se mantiene firme en su resolución de combatir a Hamás en Gaza, desoyendo las presiones de aliados occidentales.
Fuentes oficiales en Tel Aviv han confirmado que, a pesar de la disminución de aproximadamente la mitad de los mandos intermedios de Hamás en Gaza, Israel no cederá en su operativo militar. Esta determinación se sostiene incluso frente a la sugerencia de la administración del presidente de EE. UU., Joe Biden, de concluir la guerra contra Hamás para finales de año.
La reciente visita del secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, a Israel pone de manifiesto las tensiones diplomáticas. Aunque Jon Finer, asesor adjunto de Seguridad Nacional de EE. UU., negó la imposición de un plazo estricto para finalizar la operación militar, la respuesta de Blinken ante los planes israelíes de continuar los combates por varios meses fue contundente: “No tienen tanto crédito”.
Tres fuentes de Israel que hablaron con POLITICO de forma anónima han afirmado que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dado a Israel hasta finales de este año para terminar su guerra contra Hamás. Este plazo fue subrayado por el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, durante su reciente visita a Israel. Sin embargo, el Asesor de Seguridad Nacional, Jon Finer, mencionó durante un foro sobre seguridad celebrado el jueves que la administración no está imponiendo un plazo estricto a Israel para poner fin a su operación militar en Gaza.
Este patrón de desafío israelí tiene precedentes históricos. En 2007, el entonces primer ministro Ehud Olmert ignoró al presidente George W. Bush al atacar una supuesta central nuclear en Siria. La operación, conocida como “Fuera de la caja”, se alinea con la Doctrina Begin, que promueve ataques preventivos contra amenazas de armas de destrucción masiva para “defender a los ciudadanos de Israel a tiempo y con todos los medios a nuestra disposición”.
Recientes declaraciones de líderes israelíes revelan una postura intransigente frente a las amenazas de Hamás y Hezbolá, poniendo en evidencia posibles tensiones con EE. UU. El ex primer ministro Ehud Olmert recordó a POLITICO un incidente pasado con el entonces presidente de EE. UU., George W. Bush, sobre un ataque en Siria, reflejando la actitud actual de Israel: decidir por sí mismo en cuestiones de seguridad nacional.
Este firme enfoque se extiende al manejo de la situación con Hamás, donde líderes israelíes están comprometidos a evitar incidentes como el del 7 de octubre, incluso si esto conlleva tensiones con aliados. Israel se mantiene resuelto a mantener su seguridad, sin importar las repercusiones diplomáticas.
La relación entre Israel y EE. UU. enfrenta otra prueba con la situación en Gaza y la posible extensión del conflicto a Líbano. EE. UU. ha desplegado dos grupos de portaaviones en el Mediterráneo oriental como disuasión contra Irán y Hezbolá. Aunque el portavoz del Pentágono, el general de brigada Patrick Ryder, confirmó que se ha evitado un conflicto regional más amplio, la situación permanece volátil.
Mark Regev, asesor del primer ministro Benjamín Netanyahu, expresó en Spectator TV que Israel está preparado para enfrentar a Hezbolá, el aliado libanés de Irán. Estas declaraciones se alinean con las del ministro de Defensa, Yoav Gallant, quien sugirió una posible acción contra Hezbolá en el norte, cerca de la frontera libanesa. Gallant indicó que Israel podría enfocar sus esfuerzos en repeler a Hezbolá más allá del río Litani, y está dispuesto a emplear todos los medios necesarios, incluidos los diplomáticos, para garantizar la seguridad de la frontera septentrional y sus comunidades.
Según la resolución 1701 de la ONU, que terminó la guerra del Líbano de 2006, Israel acordó retirar sus fuerzas al sur de Líbano. Sin embargo, Hezbolá no ha cumplido su compromiso de no mantener presencia militar al sur del río Litani, lo que ha intensificado la preocupación israelí.
Hezbolá ha fortificado su presencia en el sur de Líbano, amenazando las comunidades fronterizas israelíes y aumentando los ataques con cohetes y misiles, especialmente tras los atentados del 7 de octubre. Esta situación ha reforzado la solidaridad con Hamás, aunque sin escalar a un conflicto a gran escala.
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, conocido por su postura dura contra Hezbolá, ha abogado por una acción preventiva contra Líbano. Reportes de prensa en octubre indicaron que Gallant y otros comandantes militares presionaron al primer ministro Benjamín Netanyahu y al Gabinete de seguridad para realizar un ataque preventivo. Sin embargo, Netanyahu se mostró reacio, influenciado en parte por las preocupaciones de funcionarios estadounidenses sobre la posible implicación de Irán y las consecuencias regionales.
Las recientes declaraciones de Gallant han sido explícitas sobre la necesidad de acción, aumentando la presión sobre Netanyahu para proteger tanto a las familias evacuadas del norte como a las comunidades del sur de Israel. La lógica detrás de la guerra contra Hamás es establecer seguridad permanente de los kibbutzim en el sur, y ahora los aproximadamente 80.000 israelíes evacuados cerca de la frontera con Líbano exigen la misma seguridad.