En el transcurso del último año, el fondo soberano de Arabia Saudí se posicionó como el ente más prolífico en términos de inversión a nivel mundial, destinando una cuarta parte del total de 124 mil millones de dólares invertidos por fondos soberanos a nivel global.
El reino ha canalizado ingentes sumas tanto en el ámbito internacional como en el desarrollo interno, destacándose por impulsar proyectos de envergadura mundial tales como Neom, una iniciativa futurista valorada en 500 mil millones de dólares, y la creación de una línea aérea completamente nueva, entre otras ambiciosas empresas.
Como consecuencia directa de estas acciones, el saldo de efectivo y activos líquidos del Fondo de Inversión Pública experimentó una drástica reducción, pasando de más de 105 mil millones de dólares en 2022 a aproximadamente 37 mil millones para septiembre del año pasado, de acuerdo con cifras oficiales saudíes referenciadas por el Wall Street Journal recientemente. La sostenibilidad financiera de los megaproyectos se ve cada vez más desafiada, en un contexto donde los precios del crudo se mantienen estables alrededor de los 80 dólares por barril.
El esfuerzo de Arabia Saudí por mantener a flote los precios del petróleo y financiar su audaz iniciativa Visión 2030, propuesta por el príncipe heredero Mohammed para transformar la economía del país en una más diversificada, es evidente. La realidad es que el petróleo sigue siendo la fuente primordial de financiamiento para estos planes, poniendo en relieve la creciente presión sobre los recursos del reino.
Esta tensión financiera posiblemente influyó en la reciente decisión de Arabia Saudí de cancelar una ampliación planeada de su capacidad productiva de petróleo. El ministro de Energía, Abdulaziz bin Salman, mencionó el redireccionamiento de las inversiones hacia otros sectores de negocio de Aramco y el enfoque en la transición energética como razones detrás de esta medida.
Bin Salman también hizo hincapié en que, gracias a las actuales limitaciones productivas, el país cuenta con una reserva aproximada de 3 millones de barriles por día, proporcionando un margen de maniobra en caso de posibles crisis de suministro.
Sin embargo, queda en el aire la cuestión de si Arabia Saudí estaría dispuesta a utilizar esta capacidad de reserva ante un escenario de interrupción del suministro, especialmente cuando el país está inmerso en proyectos cuyo coste total supera ampliamente el billón de dólares, lo que hace imprudente desaprovechar cualquier oportunidad de interrupción en el suministro.
Advertencia de Aramco sobre el declive global en la producción petrolera
Recientemente, Aramco ha lanzado una señal de alerta sobre el panorama actual de la capacidad de producción petrolera a nivel mundial. La disminución anual de 6 millones de barriles por día (bpd) debido al agotamiento natural y a una estrategia deficiente en la reposición de reservas ha precipitado una reducción significativa en la capacidad de producción excedentaria. Esta situación ha llevado a que dicha capacidad se sitúe apenas en el 3% de la demanda global, según ha expresado el director financiero de Aramco.
Durante años, la gigante petrolera estatal saudí ha venido advirtiendo sobre la necesidad imperante de aumentar la inversión en nuevas exploraciones y en la producción a futuro. No obstante, las presiones derivadas de la transición energética han frenado muchas de estas inversiones, conduciendo a una situación potencialmente explosiva. De ser acertadas las proyecciones de demanda de la OPEP, y no las de la AIE, nos hallamos ante una “bomba de tiempo” cuya detonación es solo cuestión de tiempo.
Dicha detonación podría propiciar que Arabia Saudí alcance finalmente el nivel de precios del petróleo necesario para continuar con su ingente gasto en la transformación de su economía basada en el crudo hacia una más diversificada. Sin embargo, persiste la incógnita sobre cuánto tiempo deberá esperar el reino para que esto suceda y qué medidas adoptará en el ínterin. Hasta el momento, parece que los saudíes están optando por acceder a los mercados de deuda para financiarse.
En el año precedente, el Fondo de Inversión Pública saudí recurrió a la emisión de deuda en dos ocasiones: un bono por valor de 5.500 millones de dólares, incluyendo un bono verde en febrero, y un sukuk en dólares distribuido en dos tramos que sumaron 3.500 millones de dólares. A principios de este año, Arabia Saudí lanzó además un bono de 12.000 millones de dólares, el cual fue notablemente sobresuscrito, atrayendo ofertas por hasta 30.000 millones de dólares.
Aramco también planea emitir deuda este año y, aunque el volumen exacto de la oferta aún no ha sido divulgado, se busca extender los plazos de vencimiento, de acuerdo a lo comunicado por su director financiero a Reuters. Además, según Ziad Al-Murshed, Aramco contempla una futura venta de acciones, marcando otra estrategia en su esfuerzo por asegurar financiamiento en medio de un contexto económico desafiante.
Explorando la deuda como motor financiero para la transformación saudí
La estrategia de recurrir a la deuda se consolida como un pilar clave para la financiación de los ambiciosos proyectos de transformación de Arabia Saudí. Ante la perspectiva de posibles rebajas en los tipos de interés, el atractivo de los mercados de deuda se intensifica, superando las reticencias observadas en los últimos dos años. Esto podría desencadenar un incremento en los niveles de endeudamiento del reino, buscando capitalizar condiciones más favorables para sus proyectos a gran escala.
Paralelamente, el escenario petrolero global podría experimentar un giro si las expectativas de un crecimiento moderado en la producción de petróleo estadounidense se materializan. Estas previsiones se sustentan en la reciente desaceleración observada en el ritmo de aumento de la producción, contrastando con tendencias previas de expansión acelerada.
Este panorama se ve potencialmente alterado por recientes adquisiciones significativas en el sector, que podrían reconfigurar las dinámicas de producción del petróleo de esquisto, concentrando la actividad en un número reducido de operadores. Este cambio estructural sugiere que, a menos que los precios alcancen un nivel óptimo para estos nuevos titanes de la industria, es improbable que la producción escale al ritmo visto anteriormente, estableciendo un umbral de precios necesario para incentivar una expansión productiva.
En este contexto de ambición y reconfiguración, Arabia Saudí no escatima en planes de gran envergadura. Según un informe del Wall Street Journal, el reino aspira a liderar en sectores como la fabricación de vehículos eléctricos, la emergente industria de los deportes electrónicos y videojuegos, así como en un vigoroso impulso al fútbol local. Estas iniciativas, de alta inversión y potencial transformador, subrayan la determinación saudí de diversificar su economía y consolidar su posición en el panorama global.
La financiación de estos proyectos, por lo tanto, se torna en un desafío estratégico para el reino, que busca equilibrar su tradicional dependencia del petróleo con la incursión en nuevos sectores económicos. En este esfuerzo, la gestión de la deuda es un componente crucial, no solo como mecanismo de financiación, sino también como un indicador de la capacidad y voluntad de Arabia Saudí para invertir en su futuro.