El coronavirus perturbó la economía mundial y causó, según predicen los analistas, la peor recesión desde la Gran Depresión de 1930.
Según el FMI, se esperaba que la economía mundial creciera un 3.3% a principios de año, y ahora se prevé que disminuya un 3%.
Los gobiernos y los bancos centrales están aplicando estrategias destinadas a minimizar las pérdidas económicas causadas por las medidas de cierre.
Al mismo tiempo, los activistas ambientales y los economistas antes considerados radicales han encontrado una oportunidad para comenzar a elaborar planes para una economía más sostenible posterior al cierre.
Ámsterdam es una ciudad que está avanzando hacia una economía más redondeada. Los funcionarios de la ciudad se han unido a Kate Roworth del Instituto para el Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford para desarrollar estrategias para aplicar su modelo de “economía de donas” (marco visual para el desarrollo sostenible con forma de dona o salvavidas) en la ciudad.
El objetivo de este modelo, descrito en su libro más vendido “Economía de Donas: Siete maneras de pensar como un economista del siglo 21”, es satisfacer las necesidades humanas mientras se mantiene dentro de los límites ambientales.
Como una rosquilla, el anillo interior representa los requisitos mínimos para una buena vida, el anillo exterior representa los límites ecológicos a través de los cuales debemos vivir, y la zona intermedia es donde prosperamos.
Mientras que la adopción de principios más sostenibles en Ámsterdam puede ofrecer alguna esperanza, otros advierten contra lo que se desea.
El Dr. Ori Sharon, Director Adjunto de la Sociedad Israelí de Ecología y Ciencias Ambientales, dijo que “en tiempos de crisis económica, es difícil para los gobiernos invertir en nuevos modelos económicos”.
“La transición a un nuevo modelo implica inevitablemente riesgos”, dijo, y añadió que “los experimentos suelen funcionar en tiempos de estabilidad económica cuando hay mucho capital en circulación”.
El Dr. Adi Levy, Director Científico de la Sociedad Israelí de Ecología y Ciencias Ambientales, subrayó que la disminución observada de los contaminantes atmosféricos -como el óxido nitroso- en los países con políticas estrictas de cuarentena sería temporal.
Además, con unos precios del petróleo históricamente bajos, “podemos esperar que la demanda de petróleo aumente hasta niveles normales cuando las empresas vuelvan a abrir sus puertas. Por último, como no ha habido cambios de infraestructura o tecnológicos durante el cierre, el ritmo de transformación de las fuentes de energía renovable y el transporte de electricidad puede verse frenado”.
A medida que China comienza a salir de su propio bloqueo, se anunciaron planes para invertir hasta un billón de dólares en proyectos importantes, incluyendo oleoductos y plantas de energía nuclear.
Se espera que esta respuesta supere cualquier efecto a corto plazo de la reducción del consumo de energía y de las emisiones durante su cierre.