Parece que no se vislumbra el final de la guerra entre Rusia y Ucrania, y es más probable que las tensiones se intensifiquen en lugar de descongelarse. Finlandia y Suecia están en vías de ingresar en la OTAN, tras haber completado sus protocolos de adhesión, mientras que a Moldavia y Ucrania se les ha asignado la candidatura a la OTAN. Putin ha dejado claro que si la OTAN construye infraestructuras en Finlandia o Suecia, Rusia “responderá de la misma manera”. Una nueva escalada de esta guerra tendrá graves consecuencias para los mercados energéticos mundiales, y los efectos de la crisis energética resultante serán especialmente pronunciados en países en desarrollo como Pakistán.
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La AIE ha advertido recientemente que Alemania se enfrentará a una grave crisis energética, ya que Rusia podría interrumpir sus flujos de gas hacia el país. Los responsables políticos de Alemania ya han pedido medidas de emergencia, cuya segunda fase consistirá en que los proveedores de energía trasladen el coste a los consumidores. En la tercera etapa, el país iniciará un racionamiento de gas que amenazará a las empresas de la industria química, del aluminio y del vidrio. Los flujos de gas del Nord Stream 1 ya se han reducido en un 60%. Los precios del gas natural en Europa han subido un 700 por ciento desde principios de año.
Mientras que Rusia vio una disminución de alrededor de 554, 000 bpd de la demanda de petróleo de Europa de marzo a mayo, Asia acudió al rescate comprando 503.000 bpd. Sin embargo, el GNL que antes iba a Asia irá ahora a Europa, lo que hará que los precios del GNL alcancen máximos históricos. Según Platts, Estados Unidos, en particular, ha aumentado sus exportaciones a la UE.
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Todo esto tendrá un impacto significativo en países como Pakistán. El país se ha visto obligado a importar fueloil para sustituir el GNL. El mes pasado, las importaciones de fueloil alcanzaron el nivel más alto de los últimos cuatro años. Pakistán ya ha sufrido una grave escasez de energía con apagones, también conocidos como “load-shedding”, que se prolongan hasta 16 horas al día. Esto ocurre cuando el sur de Asia está experimentando una ola de calor sin precedentes, con temperaturas que alcanzan los 50ºC.
Pakistán no podrá recibir dos cargamentos de Qatar previstos para agosto. Pakistan LNG Limited (PLL) y el gobierno han estado publicando licitaciones para conseguir más cargamentos, pero sin éxito. El gobierno se enfrenta ahora a un déficit de 500 mmcfd. La falta de GNL no hará sino agravar la actual crisis eléctrica de Pakistán. El déficit total de electricidad es de 7.000 MW, con una generación total de 28.638MW.
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La caída de las reservas y el aumento de los precios del carbón son una receta para el desastre, ya que Pakistán se está quedando sin opciones de energía asequible. La crisis energética está íntimamente ligada a las crecientes preocupaciones económicas del país. Conseguir carbón de Afganistán, por ejemplo, puede costar 25 millones de dólares semanales. Según Bloomberg, Pakistán necesita 41.000 millones de dólares en los próximos 12 meses para evitar una crisis económica en toda regla.
El futuro energético y económico de países como Pakistán depende más que nunca de la política europea. Debido a las tensiones entre Rusia y la UE y al hecho de que Europa está tratando de asegurarse la mayor cantidad posible de GNL, los precios de la energía han alcanzado niveles que países en desarrollo como Pakistán simplemente no pueden permitirse. Según una estimación, durante el presente año fiscal, el coste del GNL alcanzará los 5.000 millones de dólares para el país, lo que supone el doble que el año pasado. Además, las importaciones de GNL de Pakistán han disminuido un 15% debido a los factores mencionados, mientras que las de Europa han aumentado un 50%. Los precios del GNL han aumentado casi un 50% desde el 19 de junio.
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El gasoducto Nord Stream 1 está en mantenimiento y se teme que no vuelva a funcionar. En tal situación, los precios del gas natural, y los de alternativas como el carbón, se dispararán. Esto no sólo ejercerá una presión extraordinaria sobre el erario público de Pakistán, sino que también sumirá al país en apagones mientras lucha contra una grave ola de calor. El gas natural también se utiliza para fabricar fertilizantes, lo que significa que los altos precios repercutirán en la disponibilidad de reservas de alimentos, agravando la crisis alimentaria. El aumento de la inflación no hace más que añadirse a la lista de problemas.
Toda la situación encaja perfectamente con lo que Adam Tooze describe como policrisis en su libro The Shutdown. Lo político choca con lo económico. Lo ideológico se enfrenta a lo pragmático. Hasta que, o a menos que, se produzca un deshielo en la lucha entre Rusia y Ucrania, los países en desarrollo como Pakistán se encontrarán entre la espada y la pared, luchando por equilibrar la economía y las expectativas de la población.
El futuro de Pakistán, como el de muchos otros países, se decidirá ahora a miles de kilómetros de distancia, en los salones del Parlamento Europeo y del Kremlin. Como siempre, el exceso de conectividad tiene su lado negativo.