La semana pasada, parecía que las caídas en los mercados de valores públicos afectaban sobre todo a la franja de la industria tecnológica. Hace solo una semana, aún vivíamos bajo la impresión de que las empresas que pagarían el precio de la inflación, los tipos de interés más altos y un enfoque más conservador por parte de los inversores en tecnología serían compañías con modelos de negocio aventureros, como la empresa de reparto de comestibles Avo. Esa empresa siempre estuvo en un terreno peligroso: contrató a cientos de empleados en poco tiempo, mantuvo sus propios almacenes y existencias y, en general, se comportó más como una empresa de logística que como una empresa tecnológica. No es de extrañar que la cadena de supermercados Rami Levy quisiera contratar a los empleados de los que Avo se ha visto obligada a desprenderse en las últimas semanas.
Sin embargo, lo que ocurrió en una de las Torres Alon de Tel Aviv a finales de la semana pasada, cuando el director general de la empresa de soluciones de inteligencia artificial BeyondMinds comunicó a sus 65 empleados que cerraba la compañía, podría pasar como el primer golpe de una verdadera crisis en la industria tecnológica local. No se trata de una empresa de alta tecnología, una empresa de productos finales de consumo en el comercio minorista o electrónico. BeyondMinds formaba parte del núcleo de la industria tecnológica israelí. Desarrolló una tecnología de aprendizaje automático que facilitaba la creación de modelos inteligentes para diversas aplicaciones, como la mejora de las operaciones de una línea de producción o un sistema financiero. En este campo, competía con Pecan, otra empresa israelí, que hasta ahora ha recaudado 116 millones de dólares.
La empresa admite que estuvo negociando una venta durante un tiempo, pero que esta quedó en nada debido al brusco cambio de los mercados financieros. De hecho, hace varios meses buscó un acuerdo de “acquihire”, es decir, una adquisición por parte de una empresa más grande con el objetivo principal de contratar a sus empleados y no de hacerse con sus productos y servicios.
La IA ya no es tan emocionante
La situación a la que ha llegado BeyondMinds -el cierre total y la disolución de su plantilla- echa por tierra todo lo que pensábamos sobre la industria tecnológica israelí. Si en el pasado parecía que cualquier empresa relacionada de un modo u otro con la inteligencia artificial se convertiría en un unicornio, se ha demostrado que estamos equivocados. No todas las empresas que se autodenominan de aprendizaje automático consiguen convertir los algoritmos en oro. Incluso si está dirigida por expertos experimentados, a veces simplemente tarda demasiado. A veces el modelo de negocio o la diversificación en muchas líneas de negocio no pueden soportar a la gente de desarrollo, por muy buena que sea. Cualquiera que conozca la inteligencia artificial se encuentra de vez en cuando con trabajos que cubren lo que los algoritmos aún no pueden producir. Eso tiene efectos de largo alcance en los costes.
Y si creíamos que sería fácil vender una empresa de IA que tuviera dificultades de liquidez, también se ha demostrado que eso no es cierto. Las empresas no se apresuran a ofertar y no se pelean por cada talento. El sector tecnológico se encuentra en una situación diferente a la de hace solo unas semanas: los inversores exigen a las empresas que reabran sus presupuestos de 2022 y examinen dónde pueden hacer recortes. Los planes de contratación se han ralentizado en el mejor de los casos, o se han congelado en los menos afortunados, mientras que en los peores casos se ha despedido a gente.
En esta nueva realidad, las empresas tecnológicas seguirán haciendo adquisiciones, quizá incluso a un ritmo mayor que en el pasado, no solo para ganar trabajadores, sino principalmente para ganar ingresos, preferiblemente ingresos en rápido aumento.
Y si pensábamos que sería fácil que los fondos de capital riesgo siguieran apoyando a las empresas, también ahí nos hemos equivocado. Es cierto que el año pasado casi todas las empresas israelíes de capital riesgo recaudaron cientos de millones de dólares cada una. Grove Ventures, uno de los inversores de BeyondMinds, recaudó 185 millones de dólares solo hace unos meses. Pero este nuevo dinero se destina a futuras inversiones, no a apoyar las antiguas. Incluso cuando disponen de millones, a los fondos de capital riesgo no les gusta apostar, a pesar de su nombre.
Una nueva era, más mezquina
En otras épocas, quizá hubiera sido fácil para las empresas más grandes tragarse empresas como BeyondMinds. Podría haber sido una de esas muchas empresas que se venden en oscuras salidas con pequeños artículos en los periódicos que no mencionan sumas de dinero. En honor a sus fundadores, hay que decir que no recaudó demasiado dinero -solamente 30 millones de dólares- y nunca se consideró un unicornio.
Con el cierre de BeyondMinds, está bastante claro que hemos superado un punto de inflexión y que estamos en el comienzo de una nueva era. La era que sancionaba, por encima de todo, la tecnología, la contratación de trabajadores y las ventas, está dando paso a una era más mezquina y menos paciente, que mira ante todo la eficiencia y la rentabilidad operativa. Es una era en la que las empresas se cerrarán sin piedad, aunque sus empleados tendrán, por lo general, dónde ir.