Además de ser un novedoso enfoque de la cirugía de precisión, el “nanobisturí” de Tianjin Saixiang es emblemático de una tendencia más amplia que reconfigura los vínculos económicos de China con el resto del mundo.
Está diseñado para curar el cáncer de próstata sin recurrir a la cirugía, y ha sido creado por una empresa china relativamente desconocida. Al ayudar al desarrollo técnico de China, Tianjin Saixiang fue clasificada oficialmente como “pequeño gigante” en 2020, lo que le valió un trato preferente.
Un funcionario anónimo de la empresa ha declarado que una de las motivaciones para crear este novedoso tratamiento chino fue la de reducir la necesidad de importar costosa maquinaria médica. Se ha informado de que el gobierno “exige a los hospitales locales que, si es factible, sustituyan los equipos médicos extranjeros por los autóctonos”, algo que, según el ejecutivo, han hecho. “Realmente, es una gran ayuda para nosotros”.
El presidente de China, Xi Jinping, hizo un comentario similar a principios de este mes, hablando de la necesidad de impulsar la innovación nacional para competir mejor con Occidente y fortificar las defensas del país. La situación de Tianjin Saixiang ilustra el alcance de las ambiciones del líder chino.
El objetivo del gobierno de Xi, que probablemente será reelegido el próximo mes, es transformar a China en una superpotencia tecnológica autosuficiente y dirigida por el Estado, que dependa menos de Occidente.
El objetivo a largo plazo, según los analistas, es transformar la segunda economía del mundo en una “China fortaleza” capaz de depender únicamente de la producción nacional y de resistir una amenaza militar externa. Mientras muchos estadounidenses quieren “desvincular” su economía de China, Pekín intenta reducir su dependencia de Occidente, especialmente de Estados Unidos, y de la tecnología occidental.
Los expertos coinciden en que se tardará años en aplicar la estrategia completa debido a la complejidad de sus diversos componentes. Es esencial fomentar el desarrollo técnico en el país y reubicar las partes críticas de la cadena de suministro en el país. La estrategia energética debe centrarse en más fuentes de energía renovables y en una menor dependencia del petróleo y el gas importados. Para ser autosuficientes en la producción de alimentos, es necesario fortalecer la industria nacional de semillas. Los expertos en seguridad financiera deben actuar con rapidez para impedir que el dólar estadounidense se utilice como arma.
Como resultado de estos cambios, muchas empresas multinacionales, especialmente las que cuentan con el mercado chino para su expansión internacional, se encuentran en un aprieto.
La invasión rusa de Ucrania y las sanciones occidentales contra Moscú que la acompañan han acelerado la búsqueda de la autosuficiencia por parte de China, que se viene gestando desde hace tiempo.
El intento de Pekín de integrar Taiwán en el continente puede desembocar en un conflicto armado “difícil de evitar”, según Chen Zhiwu, profesor de estudios financieros de la Universidad de Hong Kong.
Según Chen, “las importantes sanciones económicas impuestas a Rusia tras su invasión de Ucrania no han hecho más que añadir urgencia” a los esfuerzos de China por lograr su independencia tecnológica, monetaria, nutricional y energética. Ha habido un “resurgimiento del interés en las publicaciones del partido” en la idea de “autosuficiencia”.
El profesor Steve Tsang, de la Universidad londinense de Soas, advierte que China no se aislará solo porque Pekín esté levantando una “fortaleza”. Ese camino sería económicamente desastroso, dada su condición de primera potencia comercial y uno de los principales receptores de IED.
Tsang, en cambio, afirma que Xi está construyendo una “serie de fortalezas móviles o puestos avanzados” para reforzar la posición internacional de China. Su objetivo final es que China se convierta en una potencia técnica, una fuente de innovaciones de vanguardia que otros países buscarán para exportar a China y en la que acabarán confiando.
Fuerte inversión en tecnología
Ha habido indicios de cambio en la antesala del 20.º Congreso Nacional del Partido Comunista Chino, que se celebrará a mediados de octubre en China. Es probable que este congreso del partido confirme y acelere varios de estos cambios.
En los discursos pronunciados este mes, mientras presidía una reunión de la Comisión Central para la Profundización de la Reforma, uno de los órganos del partido que Xi Jinping utiliza para controlar China, expuso una clara visión de la tecnología.
El desarrollo de las tecnologías fundamentales no puede dejarse en manos de las fuerzas del mercado sin alguna forma de intervención gubernamental. Es esencial fortalecer el liderazgo unificado y solidario del Comité Central y construir un sistema de mando con autoridad para la toma de decisiones [en materia de tecnología], dijo Xi en una emisión de la CCTV.
Damien Ma, director gerente del grupo de expertos estadounidense Macro Polo, ha llegado a la conclusión de que es probable que Xi llene el nuevo Comité Central de tecnócratas, en lugar de burócratas de carrera, para demostrar la importancia que concede a esta agenda. El nuevo Comité Central estará formado por unos 200 funcionarios de alto rango de China.
Los trabajadores del gobierno con tanta destreza técnica serán los encargados de vigilar una amenaza potencialmente catastrófica. Con el objetivo de fomentar la innovación autóctona y desplazar las importaciones internacionales, China está invirtiendo más dinero que nunca en su búsqueda de la independencia técnica, especialmente en áreas críticas como los semiconductores.
En total, se han prometido casi 150.000 millones de dólares para impulsar el desarrollo de la tecnología de semiconductores. El grupo comercial de fabricantes de chips de Estados Unidos, Semiconductor Industry Association, publicó un informe el año pasado en el que afirmaba que el Fondo Nacional de Circuitos Integrados de China ya había invertido 39.000 millones de dólares, la gran mayoría de los cuales se habían destinado a nuevas instalaciones de fabricación.
Además, más de 15 ciudades chinas han anunciado un total de 25.000 millones de dólares en financiación para apoyar al sector de los semiconductores de China. El estudio de la SIA afirma que se han aportado otros 50.000 millones de dólares a través de “subvenciones gubernamentales, inversiones en capital y préstamos a bajo interés”.
En este sentido, la inversión prevista por Estados Unidos de 50.000 millones de dólares en su industria nacional de semiconductores parece insignificante.
La industria de los semiconductores en China se cita con frecuencia como una fuente de vergüenza nacional. China importó semiconductores por valor de 378.000 millones de dólares en 2020, según un análisis de la SIA, lo que suponía una amenaza para la cadena de suministro debido a que el 95 % de la capacidad autóctona instalada en el país se empleaba para desarrollar tecnología obsoleta.
Sin embargo, se han producido importantes avances. Este verano, SMIC, uno de los principales fabricantes de chips de China, reveló que había creado con éxito un chip de 7 nanómetros, lo que le sitúa solo una o dos “generaciones” por detrás de gigantes del sector como TSMC en Taiwán y Samsung en Corea del Sur.
Pero a pesar de este avance y de las importantes inversiones de China para mejorar su sector de chips, algunos expertos afirman que los objetivos del país de ser totalmente autosuficiente en semiconductores son inalcanzables. Dada la naturaleza interconectada de la industria, ningún país puede alcanzar el dominio por sí solo.
El experto en tecnología Dan Wang, de Gavekal Dragonomics, con sede en Shanghai, ha dicho que “la autosuficiencia es una fantasía para cualquier país”, lo que significa que ni siquiera Estados Unidos y China pueden conseguirla.
En segundo lugar, en un esfuerzo por lograr la independencia técnica, el Estado ha seleccionado a posibles campeones como Tianjin Saixiang, y el gobierno está respaldando un agresivo impulso al capital riesgo.
En una convención nacional celebrada este mes en la provincia oriental de Jiangsu, China clasificó a 8.997 empresas como “pequeños gigantes”, lo que les permite optar a ventajas fiscales para ayudar a China a competir con Estados Unidos y otros países occidentales.
Xi dio a entender que quería que los “pequeños gigantes” ayudaran a indigenizar la industria tecnológica china cuando escribió a los asistentes a la conferencia que esperaba que “desempeñaran un papel más importante en la estabilización de las cadenas de suministro”.
Estos esfuerzos se ven reforzados por la afirmación de Pekín de aumentar el control sobre la economía de capital riesgo del país. Pekín ha designado ciertos sectores de la industria de la tecnología de la información como “estratégicos”, y China ha supervisado la creación de más de 1.800 de los llamados fondos directos del gobierno, que suman más de 6 millones de RMB (900.000 millones de dólares) en los últimos años.
Una de las características de estos fondos es que en su mayoría son administrados por los gobiernos a nivel estatal o municipal, o por empresas de propiedad estatal. Sin embargo, los expertos dudan de los esfuerzos de Pekín por “elegir ganadores” también en este campo.
Un asesor del gobierno chino no identificado dijo que había varios problemas con el plan de los “pequeños gigantes”.
Al principio, los gobiernos locales se encargaban de investigar a los posibles socios corporativos, lo que abría la puerta a los sobornos y al favoritismo. Pero cuando se trata de tecnologías sofisticadas, los funcionarios públicos no son los más indicados para evaluar las perspectivas de una empresa.
El experto gubernamental afirma que “la regla del más fuerte” es “la mejor técnica para identificar… a los campeones”. Cualquier empresa tecnológica de rápido crecimiento merece ser vista como un [posible ‘pequeño gigante’]. El gobierno no debería hacer una llamada así de antemano.
Estas preocupaciones ponen de manifiesto el potencial de enorme despilfarro e ineficiencia dentro del sistema, más que una incapacidad por parte del proyecto de los “pequeños gigantes” para fomentar una mayor autosuficiencia.
Máxima prioridad al uso de energías renovables y a la disminución del consumo energético
China tiene un grave problema con su suministro de energía debido a su importancia estratégica y tecnológica. Antes de que finalizara 2016, Xi lanzó un grito de guerra en un yacimiento petrolífero del norte de China, y desde entonces ha tenido eco en los medios de comunicación estatales.
La responsabilidad de gestionar el propio “cuenco de arroz energético”, como dijo, recae directamente en el individuo.
En la actualidad, el país solo es autosuficiente en un 80 % en materia de energía, lo que deja un 20 % de los suministros susceptibles de sufrir choques externos, sobre todo en forma de petróleo y gas importados. Los “puntos de estrangulamiento”, como el estrecho de Malaca, son problemáticos para China, ya que Estados Unidos mantiene allí su superioridad naval.
Michal Meidan, director del Instituto de Estudios Energéticos de Oxford, afirma que Pekín está dedicando más esfuerzos a la energía solar y eólica.
Meidan dijo que China evalúa los riesgos de la cadena de suministro global a la luz del contexto político. Crecer y reforzar su posición dominante en el despliegue doméstico y en las cadenas de fabricación y suministro respetuosas con el medio ambiente tiene mucho sentido.
Esto sienta las bases de un impulso sostenido para aumentar el despliegue, ya récord, de las fuentes de energía renovables. Los expertos prevén que en 2025 China habrá alcanzado su objetivo de generar el 33 % de su electricidad a partir de fuentes renovables. Pero destacan que pasará mucho tiempo antes de que disminuya la dependencia del país del petróleo y el gas importados por mar.
La zona cero de la lucha alimentaria
Es especialmente problemático porque la agricultura depende mucho del resto del mundo.
La seguridad alimentaria de China se ha deteriorado en las últimas tres décadas como consecuencia del aumento de la población del país y del abandono de la agricultura de cereales en favor de cultivos más rentables. A principios de la década de 1990, los suministros nacionales cubrían casi todas las necesidades de aceite de soja, aceite de cacahuete y aceite de colza de Estados Unidos; en 2021, sin embargo, los suministros nacionales solo cubrían un tercio de la demanda total.
En el pasado, los presidentes chinos han destacado la importancia de la seguridad alimentaria, pero los analistas dicen que bajo Xi, el lenguaje y el tono se han endurecido.
Esto es especialmente cierto después de las bravatas de la administración Trump sobre la guerra comercial y la posterior publicación en 2019 de un libro blanco sobre seguridad alimentaria del Consejo de Estado chino. Desde entonces, ha quedado claramente demostrado que los altos funcionarios asocian la seguridad alimentaria con la seguridad nacional, y que el objetivo de lograr la autosuficiencia de alimentos básicos se enfatiza cada vez más en términos análogos a otros objetivos de la “fortaleza China”.
Los responsables políticos deberían dar prioridad a la conservación de la tierra cultivable, al uso prudente del agua y a otras medidas de ahorro de agua a gran escala en sus esfuerzos por aumentar la producción de cereales. China planea mantener su autosuficiencia en los principales cereales en un nivel igual o superior al 95 % en 2019.
Trina Chen, analista de Goldman Sachs, sostiene que la propuesta de Xi de revitalizar el negocio de las semillas, por la que hizo campaña por primera vez en 2021, es la política más importante, ya que promueve más esfuerzos para lograr la autosuficiencia.
El verdadero punto de inflexión que demuestre que la producción de alimentos cae en la “fortaleza China” será la liberación de la primera generación de semillas genéticamente modificadas (GM) en China, que ha sido vigorosamente contestada, pero que los observadores ven cada vez más como inevitable. Por el momento, en China solo se utiliza algodón modificado genéticamente. Desde que China compró la empresa suiza de agrotecnología Syngenta, cuya oferta incluye semillas y el desarrollo de productores nacionales de transgénicos, se ha producido un cambio de actitud perceptible.
Tratar al dólar como un arma
La estrategia del gobierno chino frente al dominio del dólar es indicativa del pensamiento de la “Fortaleza China”. Una de las características más preocupantes de las sanciones occidentales contra Rusia para Pekín fue la prohibición de que algunas instituciones financieras chinas utilizaran Swift, un sistema de mensajería mundial importante para la liquidación internacional.
Varios funcionarios chinos de alto rango llevan tiempo expresando su alarma por esta misma consecuencia. Un número cada vez mayor de naciones están buscando reducir su dependencia del dólar debido a lo que consideran el “uso frecuente de sanciones” por parte de Estados Unidos y el “énfasis excesivo en los intereses de Estados Unidos mientras ignora sus responsabilidades internacionales”, como expuso Zhou Chengjun, director del Instituto de Finanzas del Banco Popular de China, en un artículo de mayo de 2017.
Las sanciones que limitan el uso del sistema Swift por parte de China golpearían especialmente al país porque más del 75 % del comercio chino se factura en dólares estadounidenses.
Pekín, en consecuencia, no puede ofrecer una solución a la cuestión en un futuro próximo. Los esfuerzos del país por “internacionalizar” el renminbi han avanzado, pero solo hasta ahora. Por ello, los esfuerzos para promover un “renminbi digital”, que haría superfluos servicios como Swift, han avanzado a un ritmo glacial.
La economista jefe de Enodo Economics en Londres, Diana Choyleva, dijo que “a corto plazo, Pekín se ha esforzado por no caer en las sanciones occidentales impuestas a Rusia por su invasión de Ucrania, pero también se ha reforzado su enfoque de desvinculación del dólar”.
Durante mucho tiempo, China ha tenido como objetivo lograr la autosuficiencia. Desde principios de 2015, el gobierno de Xi ha abogado por una mayor autonomía en las cadenas de suministro de fabricación. El énfasis del gobierno chino en el crecimiento interno en su 14.º “Plan Quinquenal” y su estrategia asociada de “doble circulación” no ha hecho más que acelerar este patrón.
La avalancha de sanciones estadounidenses a empresas chinas, los desacuerdos geopolíticos derivados del apoyo de China a Rusia en la guerra de Ucrania y el aumento de las tensiones en torno a Taiwán han contribuido a crear un clima cada vez más favorable al concepto de “China fortaleza”.
La fuerte dependencia de China de la tecnología nacional supone un grave desafío para las empresas multinacionales cuya principal concentración es servir al mercado chino. El optimismo de las empresas occidentales sobre el éxito económico de China y la reticencia a enfrentarse al debate geopolítico que está configurando el contexto en el que estas empresas deben operar ha sido señalado por un destacado banquero de Asia como una importante división.
El banquero afirma que muchas empresas occidentales están decepcionadas consigo mismas por no haber articulado sus objetivos para el futuro del comercio entre China y Occidente. Las empresas se preguntan: “¿Cuál es la ventaja de ser la empresa que da la cara?” debido al clima actual.
A pesar de las fanfarronadas políticas, algunas personas de fuera sostienen que los planes de la “fortaleza China” no son tan amplios como se ha hecho creer.
China, según Yu Jie, investigador senior del laboratorio de ideas británico Chatham House, no puede permitirse el lujo de aislarse completamente del mundo debido a su economía orientada a la exportación. Por ello, se espera que Pekín adopte una estrategia múltiple, con medidas específicas dirigidas a diferentes sectores.
Según Yu, “se reconocerá la importancia de los sectores como asuntos de seguridad nacional, mientras que los sectores que requieren capital y mano de obra extranjeros permanecerán abiertos y en red con el mundo”.