La tormenta financiera acecha: Un relato de incertidumbre y fragilidad en el horizonte económico
El oscuro presagio del consejero delegado
En medio de un ambiente tenso e inestable, George Gatch, consejero delegado de JPMorgan Asset Management, alzó la voz el pasado martes para compartir un sombrío análisis de los mercados globales. El escenario parecía sacado de una novela de intriga financiera.
Los inversores, tambaleándose tras el rescate de emergencia de Credit Suisse el fin de semana anterior, contemplaban con consternación cómo la unión del banco con su archirrival histórico, UBS, era anunciada en la televisión suiza con el estupor y la desesperanza propio de un funeral.
Mareas turbulentas en el sector bancario
Una semana antes, los mercados habían sido zarandeados por una serie de quiebras en el sector bancario regional de EE. UU., un suceso que desencadenó una frenética búsqueda de refugio en los bonos del Estado.
Gatch no instaba al pánico, pero tampoco se mostraba imprudente. En cambio, reveló a los periodistas que el gestor de activos había activado el “protocolo de estrés del mercado”. Este paso no se toma a la ligera en el mundo de la inversión. Activaciones previas ocurrieron en momentos críticos: en marzo de 2020, cuando la pandemia de COVID-19 golpeó por primera vez a las acciones y, de forma aún más alarmante, a los bonos; y durante la invasión rusa de Ucrania el año pasado.
La danza macabra del endurecimiento monetario
El consejero delegado ahora observa suficientes indicios de fragilidad emergente tras el agresivo endurecimiento monetario que comenzó en 2022, lo que lo lleva a repetir el mismo proceso. La tarea consiste en someter aproximadamente 22 millones de posiciones a un riguroso análisis de estrés. Los gestores de cartera, operadores y otros miembros de la empresa se reúnen a diario, en lugar de las acostumbradas reuniones semanales, para examinar los flujos y las llamadas condiciones de liquidez (la facilidad con la que se realizan transacciones sin afectar los precios de mercado) y debatir dónde podrían hallarse vulnerabilidades ocultas.
“Nuestro cometido es identificar dónde tenemos que retroceder”, confesó Gatch, con la cautela de un erudito. “Se trata tanto de evitar errores como de identificar oportunidades”. Y así, en este laberinto de incertidumbre económica, se despliega el drama de una trama financiera llena de suspenso, donde solo aquellos que saben descifrar los misterios del mercado podrán sortear las trampas que acechan en cada esquina.
En los ecos del pasado, los fantasmas financieros acechan
La sombra de 2008 se cierne sobre los gestores de fondos
El estado de ánimo de los gestores de fondos en estos momentos se asemeja al del capitán de un navío que se aventura en aguas turbulentas. Los inversores no sucumben al pánico, pero las inquietantes preguntas sobre si estamos presenciando un nuevo 2008 resurgen en los círculos más eruditos. Aunque todos y cada uno de los inversores profesionales con los que he conversado en las últimas semanas han negado tal presagio, y si bien me inclino a estar de acuerdo con ellos, muchos admiten que los ecos del pasado resuenan con intensidad.
El reflejo de un tiempo oscuro en los bancos regionales
Aquellos que han navegado en los mercados durante más de 15 años pueden remontarse a aquel período en el que pequeños y, en apariencia, insignificantes prestamistas de alto riesgo comenzaron a desvanecerse uno tras otro. Los inversores se inquietaron, pero la mayoría no conectó los puntos. Ahora, la situación de los bancos regionales estadounidenses parece un espejo distorsionado de aquellos tiempos sombríos.
Matrimonios apresurados y crisis financieras: ¿un déjà vu?
Para encontrar un paralelismo, debemos retroceder a marzo de 2008, cuando la creciente crisis crediticia condujo a que JPMorgan adquiriera Bear Stearns en un veloz enlace arreglado con ecos fugaces de la reciente unión suiza. Tal como lo informó el Financial Times en aquel entonces, las autoridades presionaron para que el acuerdo con Bear Stearns se cerrara antes de la apertura de los mercados el lunes por la mañana, “para evitar una corrida contra otros bancos estadounidenses y europeos”. Y así fue: el índice S&P 500 repuntó casi un 4 % a fines de ese mes y un 12 % a mediados de mayo. Pero todos conocemos el desenlace posterior.
Esta vez, ¿el destino está escrito de otra forma?
En esta ocasión, el guion parece haber cambiado. Los bancos, en su conjunto, están mejor regulados y son más seguros que hace 15 años, especialmente en Europa. Y, sin embargo, aquí estamos: las acciones bancarias del continente se desplomaron el viernes de manera aparentemente inexplicable, arrastrando al Deutsche Bank a caer hasta un 14 % en un momento del día y elevando el costo de asegurar su deuda contra impagos. ¿Es acaso un presagio de calamidades por venir o, por el contrario, una oportunidad disfrazada? Solo el sabio navegante del mar de las finanzas podrá descifrar el misterio que se esconde tras estos ecos del pasado.
El baile de los titanes financieros en una cuerda floja
Un alza vertiginosa y el auge de los “turistas” financieros
Las acciones de los bancos europeos acaban de experimentar una asombrosa escalada, elevándose cerca de un 50% desde octubre del año pasado hasta principios de marzo. Un ascenso tan vertiginoso atrae a aquellos a quienes muchos gestores de fondos tildan despectivamente de “turistas”: inversores a corto plazo no especializados que entran y salen con la misma rapidez con la que aparecen.
Una confianza vacilante en el gran escenario financiero
Según Kasper Elmgreen, responsable de renta variable de Amundi, con sede en Dublín, “inversores que llevaban tiempo sin participar” entraron en escena. El rally se adelantó “un poco a sí mismo”, afirmó. Y en este grandioso teatro financiero, basta un ligero soplo de inseguridad para que las acciones se desplomen. Aunque el ambiente se ha oscurecido y la confianza en el sector bancario se tambalea, la trama avanza.
¿Una crisis sistémica o un enredo idiosincrásico?
“Todo el mundo está un poco nervioso y hay un poco de memoria muscular”, comenta Elmgreen. “Si nos fijamos en SVB, eso fue idiosincrático. Signature Bank y Credit Suisse también lo fueron. Pero el mercado está tratando de entender si hay un problema sistémico”. Elmgreen, sin embargo, no cree que lo haya. Asegura que Amundi se mantiene “positivo” respecto a los principales bancos minoristas europeos y no ve ningún cambio fundamental en el horizonte.
El dilema de los responsables políticos en la encrucijada financiera
Los responsables políticos se encuentran en una difícil encrucijada. Si acuden a los atriles en un intento de tranquilizar a inversores y depositantes, proclamando que todo marcha bien, corren el riesgo de convencer al público de que la situación es más grave de lo que se pensaba. Si guardan silencio, se exponen a un efecto bola de nieve alimentado por la ansiedad y el temor. Estos son días propicios para los guerreros en línea que buscan provocar una crisis bancaria mundial, pero los lectores prudentes harían bien en ignorarlos. Sin embargo, parece un buen momento para desempolvar los “protocolos de estrés del mercado” y enfundarse sombreros de hojalata, pues en este baile de titanes financieros, la cuerda floja se estremece bajo sus pies.