Recientemente, la economía de Israel ha sido sacudida por dos cifras macroeconómicas alarmantes. En primer lugar, el índice de precios al consumidor de julio mostró una inflación anualizada del 3,2%, cifra que supera tanto el rango objetivo del Banco de Israel como las expectativas del mercado.
Este aumento inflacionario contrasta con la moderación observada en Estados Unidos y Europa. En segundo lugar, la tasa de crecimiento anualizada del 1,2% en el segundo trimestre quedó muy por debajo de las previsiones del mercado.
Tras la publicación de esta cifra, cuatro importantes bancos estadounidenses emitieron informes sobre la situación económica de Israel, en los que, si bien se incluían advertencias, coincidían en que la economía podría recuperar su atractivo previo si se adoptaran medidas correctivas. No obstante, dichas acciones, como el mantenimiento de un marco fiscal sólido, aún no se han implementado.
Un ejemplo reciente es la campaña del ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, que busca financiar la evacuación de residentes en las zonas fronterizas del norte y sur de Israel, además de aumentar el presupuesto destinado a los soldados de reserva. Desde inicios de 2024, el Ministerio de Finanzas ha pronosticado un déficit fiscal del 6,6% del PIB para ese año, cifra que Citi considera poco realista.
El banco estima que el déficit podría alcanzar el 8,5%. Además, señala que el propio ministerio parece no estar completamente convencido de sus pronósticos, y cita a funcionarios que advierten sobre un posible aumento del déficit fiscal en 2024 debido a la escalada en el norte y otros factores adicionales.
Morgan Stanley también ha alertado sobre el incremento del déficit fiscal y ha reducido su pronóstico de crecimiento para Israel, siguiendo la misma línea que JP Morgan, Goldman Sachs y Citi. Citi ha manifestado preocupación por la calificación crediticia del país y el deterioro en la calidad de las instituciones y la gobernanza en Israel.
No obstante, los riesgos geopolíticos y la guerra no son las únicas preocupaciones. Incluso el gobernador del Banco de Israel mencionó esta semana, de forma explícita, que existen otros factores que influyen en la situación económica más allá de la guerra.
Para calmar a los mercados en medio de la actual confrontación, se sugiere como mínimo la adopción de políticas económicas responsables, incluyendo la elaboración del presupuesto para 2025, aunque esto implique tomar decisiones difíciles. Ignorar estas medidas podría provocar consecuencias mucho más graves y costosas para la economía israelí.