En un movimiento que recuerda a los años de Hugo Chávez, cuando Venezuela nacionalizó su industria petrolera, despojando por defecto a muchas empresas petroleras extranjeras de sus activos, las compañías petroleras se preparan una vez más para abandonar las operaciones en la nación que alberga las mayores reservas de petróleo del planeta.
Venezuela ha dado el visto bueno a todos los socios de PDVSA para que abandonen sus empresas conjuntas. Se les permitirá vender sus acciones o devolverlas, con una advertencia: deben perdonar cualquier deuda pasada y los dividendos no pagados, dijeron a Reuters cuatro personas cercanas al asunto.
La situación en Venezuela, sin embargo, es tan sombría que incluso asumir la pérdida de no poder cobrar el dinero adeudado ha sido visto por algunos como un término aceptable. Equinor, Inpex y TotalEnergies ya han abandonado Venezuela en estas condiciones, esta última perdiendo 1.380 millones de dólares tras transferir su participación anterior a una unidad de PDVSA.
En total, ocho compañías petroleras extranjeras que tenían empresas conjuntas con PDVSA han transferido su propiedad o han renunciado a sus acciones en los últimos cinco años, según Reuters. Siete firmas más pequeñas, dijo Reuters, ya no tienen presencia en el país, y 15 de los proyectos de JV con PDVSA están simplemente inactivos.
Un ejecutivo petrolero cuya firma abandonó recientemente sus operaciones en Venezuela dijo a Reuters que ninguna de las participaciones mantenidas es recuperable a valor contable. “Entre los que permanecen en las sociedades, pocos esperan recuperar alguna vez los dividendos pendientes o las deudas comerciales de PDVSA”.
En realidad, después de que su industria petrolera se viera afectada por las sanciones de Estados Unidos, y de sufrir años de falta de inversión y mala gestión, es probable que Venezuela sea incapaz de pagar a los acreedores y a los socios extranjeros de la JV, aunque ha enviado algo de crudo destinado a pagar parte de su deuda. La producción de crudo en Venezuela lleva más de una década en constante y trágico declive, pasando de 3,5 millones de bpd en 1998 a menos de 1 millón de bpd en la actualidad.
La noticia de que Venezuela podría permitir la salida de las empresas petroleras extranjeras mediante la venta de acciones o la simple devolución de las mismas se produce tan sólo dos años después de que se rumoreara que PDVSA estaba estudiando una importante reforma del sector que aumentaría las actividades de las empresas privadas en la industria petrolera de Venezuela, lo que supondría un paso atrás con respecto a su política habitual de limitar el papel de las empresas privadas.