Mientras el mundo lucha contra la alarmante propagación del coronavirus y la enfermedad que provoca (COVID-19) a través de cierres, llamadas de auto-aislamiento e incluso imponiendo toques de queda, el espectro de una inminente recesión global se avecina. Las fábricas han cerrado, los aviones han sido puestos en tierra, los precios del petróleo se han desplomado y los mercados de valores están en peligro en medio de la incertidumbre general sobre cuánto tiempo durará el cierre global.
Los Estados del Golfo han sido especialmente afectados como resultado de la pandemia. Además de la disminución de los precios de la energía, muchos sectores ya están sintiendo la presión: los viajes y el turismo y los mercados de capital son los principales. No solo los sectores perderán miles de millones de dólares como resultado del cierre, sino que existe el creciente temor de que muchos puedan colapsar a menos que los gobiernos intervengan con generosos planes de rescate y estímulo.
La semana pasada, Arabia Saudita dio a conocer un plan de estímulo de 32.000 millones de dólares para apoyar su economía, que incluye un paquete de 13.300 millones de dólares para las pequeñas y medianas empresas. Otras medidas incluyen el aplazamiento del pago de impuestos y la exención de diversos gravámenes y tasas gubernamentales. Por su parte, los Emiratos Árabes Unidos dieron a conocer su propio plan, por valor de 27.000 millones de dólares, para apoyar a sectores críticos como la banca y el turismo. La disminución de los precios del petróleo y el gas ha obligado a Qatar a soltar 23.000 millones de dólares en incentivos financieros, mientras que Kuwait y otros países del Golfo seguramente seguirán su ejemplo.
Estos países están siendo realistas y están tomando medidas preventivas. La pandemia podría durar meses y sus repercusiones se sentirán en los años venideros. Podría afectar a la temporada de peregrinaje de este año, el peregrinaje de la Umrah ya ha sido suspendido, y podría tener un impacto negativo en la Expo 2020 de Dubai, que comenzará en octubre. Los países productores de petróleo se enfrentarán a déficits fiscales debido a la disminución de la demanda mundial.
La pandemia ha afectado a sectores vitales en Egipto y Jordania, especialmente el turismo, que es la principal fuente de divisas. Con el cierre, los expertos creen que Jordania podría perder toda la temporada turística de este año, con una pérdida no inferior a 3.000 millones de dólares. El sector del turismo emplea al menos a 55.000 personas. Los agricultores también serán afectados, ya que el toque de queda afectará a su capacidad de entregar sus productos. En Egipto, que ha cerrado todas las atracciones turísticas y museos hasta finales de marzo, se espera que las pérdidas solo para el sector turístico sean de 1.000 millones de dólares al mes.
La economía del Líbano, que había estado en dificultades antes del brote debido al estancamiento político, se verá especialmente afectada por el cierre. La inestabilidad política del año pasado ya había costado al sector del turismo miles de millones de dólares. Con una grave escasez de liquidez, el Gobierno no podrá acudir al rescate de los sectores en dificultades.
Uno de los desafíos más serios que enfrentan muchos países de la región es su incapacidad de cumplir con los pagos de los préstamos extranjeros. El Líbano ya ha incumplido un pago de 1.200 millones de dólares de eurobonos y ha pedido la reestructuración de los préstamos. Jordania, donde la relación entre la deuda y el producto interno bruto es superior al 95%, tendrá dificultades para cumplir sus obligaciones internacionales. Su principal fuente de divisas de las remesas de los expatriados, estimadas en 4.000 millones de dólares anuales, probablemente se verá afectada.
En resumen, ningún país de la región será inmune al daño que la pandemia tendrá en su economía. No hace falta decir que, para que el mundo detenga la espiral hacia una recesión mundial, debe elaborar un plan de emergencia para acelerar la recuperación. Esto no es caridad: Si incluso un país no logra luchar contra el coronavirus por falta de recursos, entonces la amenaza de una segunda ola de la pandemia será real.
El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los gobiernos occidentales deben actuar juntos para aplazar los pagos de la deuda, permitir períodos de gracia generosos e incluso considerar la condonación de la deuda. Los países con recursos limitados necesitarán pedir dinero prestado para poner en marcha sus propios planes de estímulo. La forma en que los prestamistas hacían negocios antes de la pandemia tendrá que cambiar. La solidaridad es una necesidad en un mundo globalizado.
Arabia Saudita, que ocupa la presidencia del G20, ha pedido que se celebre una cumbre extraordinaria de los líderes del grupo la semana próxima. Como todas las demás reuniones en el mundo de hoy, será en formato “virtual”. El domingo, el Civil 20 (C20) emitió una declaración pidiendo a los líderes del G20 que respondan a los cambios en el mercado laboral y el sistema educativo a la luz de la actual pandemia de coronavirus. La declaración destacó el reciente brote del virus, así como los incendios forestales en Australia, como ejemplos de cómo los sistemas globales pueden ser desafiados, llevando a la desigualdad entre los individuos y los países, que según el C20 deben ser abordados por los estados del G20.
Arabia Saudita está en buena posición para hablar en nombre de los países más pobres cuyas economías están sufriendo como resultado de la pandemia. La cuestión ahora es cómo se recuperarán esos países una vez que la amenaza del virus haya disminuido. El mundo debe trabajar en un plan ahora para intervenir y evitar un caos económico masivo.