En las dos últimas semanas, tres importantes organizaciones energéticas han publicado sus perspectivas sobre el futuro inmediato de la demanda de petróleo. Aunque a veces estas perspectivas coinciden en gran medida en sus proyecciones sobre la demanda, esta vez, como ocurre a veces, divergen.
Las tres organizaciones son la OPEP, la Agencia Internacional de la Energía y la Administración de Información Energética de Estados Unidos.
La OPEP fue la primera. El cártel publicó la semana pasada su último Informe Mensual sobre el Mercado del Petróleo, en el que espera un efecto leve de la variante Ómicron del coronavirus sobre la demanda de petróleo y, por tanto, deja sin cambios sus previsiones de demanda para este año y el próximo. Esto supone un crecimiento de 4,2 millones de bpd en 2022 con respecto a este año.
El grupo citó “la mejora de la gestión del COVID-19 y el aumento de las tasas de vacunación, que permiten que la actividad económica y la movilidad vuelvan a los niveles anteriores a la pandemia, apoyando en particular a los combustibles para el transporte”, como factores que determinarían este crecimiento de la demanda de petróleo.
Por su parte, la Agencia Internacional de la Energía señaló en su propio Informe sobre el Mercado del Petróleo que la variante Ómicron frenaría el crecimiento de la demanda, añadiendo, sin embargo, que el efecto sería temporal. La agencia también revisó ligeramente a la baja sus previsiones de demanda para 2021 y 2022, en 100.000 bpd, hasta un crecimiento de, respectivamente, 5,4 millones de bpd este año y 3,3 millones de bpd el próximo.
La diferencia entre la proyección de crecimiento de la demanda de 4,5 millones de bpd de la OPEP y los 3,3 millones de bpd de la AIE es bastante comprensible. La OPEP tiene un gran interés en el aumento de la demanda. La AIE, que últimamente se ha convertido más en defensora de la transición energética que en una agencia energética imparcial, es escéptica sobre el futuro de la demanda de petróleo. Estos prejuicios afectan sin duda a los cálculos.
Sin embargo, la Administración de Información Energética ha dado la mayor sorpresa en cuanto a las perspectivas de la demanda de petróleo. En la última edición de sus Perspectivas Energéticas a Corto Plazo, la autoridad pronosticó que el próximo año la demanda de petróleo aumentará en 3,4 millones de barriles diarios. Se trata de una revisión a la baja de hasta 420.000 bpd con respecto a las proyecciones del STEO del mes pasado.
A pesar de las diferencias en las expectativas exactas, las tres organizaciones siguen siendo en general optimistas sobre la demanda de petróleo, y esto es quizá lo que importa más que las cifras reales, por muy atractivas que estas sean.
“Se espera que el aumento de los nuevos casos de COVID-19 ralentice temporalmente, aunque no ponga fin, a la recuperación de la demanda de petróleo que está en marcha”, dijo la AIE en su OMR. “Es probable que las nuevas medidas de contención puestas en marcha para detener la propagación del virus tengan un impacto más atenuado en la economía en comparación con anteriores oleadas de COVID, entre otras cosas por las campañas de vacunación generalizadas. En consecuencia, esperamos que la demanda de combustibles para el transporte por carretera y de materias primas petroquímicas siga registrando un crecimiento saludable”.
La EIA, por su parte, señaló que “Los efectos potenciales de la propagación de esta variante son inciertos, lo que introduce riesgos a la baja en las previsiones de consumo mundial de petróleo, en particular de combustible para aviones”, y añadió que “La variante Ómicron ha introducido una incertidumbre adicional en los mercados del petróleo para los próximos meses, y esta incertidumbre se refleja en el reciente aumento de la volatilidad de los precios del petróleo”.
Y aquí está el comentario de la OPEP sobre los factores que impulsan las tendencias de la demanda: “El equilibrio esperado del mercado sigue estando determinado por la evolución de la pandemia de COVID19, como factor clave de incertidumbre, pero los esfuerzos conjuntos y exitosos del DoC siguen vigilando de cerca todos los acontecimientos de manera oportuna y vigilante, para poder reaccionar a los rápidos cambios de las circunstancias del mercado”.
En otras palabras, aunque a primera vista las tres agencias no están de acuerdo sobre el rumbo de la demanda de petróleo, están completamente de acuerdo sobre lo que la impulsará: la pandemia. Tal vez 2022 sea el último año en que la pandemia sea el factor más importante para la demanda de petróleo, ya que algunos expertos médicos -y JP Morgan- han sugerido que la variante Ómicron es mucho más leve que las anteriores.