La producción petrolera de Irak ha permanecido estancada en 4.5 millones de barriles diarios (bpd) desde 2016, sin embargo, podría llegar a producir hasta 12 millones de bpd, superando a Arabia Saudita.
El acuerdo de 27.000 millones de dólares firmado con TotalEnergies prometía ser el catalizador de este crecimiento, pero las tensiones geopolíticas y las alianzas cambiantes podrían poner en peligro su ejecución.
Recientemente, Irán y Arabia Saudita, mediados por China y Rusia, acordaron restablecer relaciones y limitar la presencia de empresas occidentales en la región, dejando en vilo el acuerdo con TotalEnergies.
Una apuesta por la modernización petrolera
El acuerdo de TotalEnergies contemplaba cuatro proyectos clave para impulsar la producción petrolera iraquí.
El primero, el Proyecto de Suministro Común de Agua de Mar (CSSP), con una inversión inicial de 3.000 millones de dólares, tenía como objetivo extraer y tratar agua de mar para mantener la presión en los yacimientos y optimizar su producción.
El segundo proyecto, con una inversión de 2.000 millones de dólares, consistía en recoger y refinar el gas natural asociado en los yacimientos petrolíferos del sur de Irak.
Este proyecto permitiría reducir las importaciones de gas de Irán y ayudaría a Irak a reactivar el proyecto petroquímico de Nebras con Royal Dutch Shell.
Las piezas en el tablero cambian de posición
TotalEnergies cuenta con experiencia en Irak, gracias a sus participaciones en los yacimientos petrolíferos de Halfaya y el bloque de exploración de Sarsang.
El tercer proyecto del acuerdo con Irak tenía como objetivo aumentar la producción de crudo en el yacimiento de Artawi, mientras que el cuarto proyecto consistía en la construcción de una planta de energía solar de 1.000 megavatios.
Sin embargo, el panorama geopolítico actual pone en jaque el acuerdo de TotalEnergies.
China busca controlar los grandes yacimientos de petróleo y gas de Oriente Medio y ya cuenta con el control efectivo de dos de los tres principales exportadores de crudo: Rusia y Arabia Saudita.
La lucha por la supremacía energética
En cuanto al gas, el Foro de Países Exportadores del Golfo (GECF), también conocido como la “OPEP del gas”, representa una gran parte de las reservas mundiales de gas y tiene una influencia considerable sobre su mercado.
China, a través de Arabia Saudita, también ejerce influencia en la OPEP.
Actualmente, China busca obtener precios ventajosos en los yacimientos de Oriente Medio, utilizando contratos a largo plazo y condiciones favorables en términos de precios y descuentos.
El acuerdo de 25 años con Irán le permite a China establecer una base sólida para futuros acuerdos en Irak y la región.
La batalla por el control del petróleo iraquí se recrudece, con China e Irán buscando afianzar su presencia en la región y desplazar a las potencias occidentales, especialmente a Estados Unidos y sus aliados europeos. El enfrentamiento económico y geopolítico en torno a los recursos energéticos de Irak se encuentra en plena ebullición, y las implicaciones podrían ser significativas tanto para la región como para la economía mundial.
Jaque mate en el tablero petrolero
China e Irán están empleando tácticas astutas para consolidar su posición en el mercado energético iraquí. La creciente influencia de estos dos gigantes en Irak podría dar lugar a un cambio de paradigma en la región y, en última instancia, en la dinámica global de la producción de petróleo y gas.
El reciente acuerdo entre Irán y Arabia Saudí, con la mediación de China y Rusia, muestra cómo estos actores están ganando terreno y desafiando el dominio occidental en Oriente Medio.
Consecuencias económicas y geopolíticas
Las empresas occidentales, como TotalEnergies, podrían verse amenazadas por esta creciente competencia y enfrentarse a una disminución de sus oportunidades en la región.
El declive de la hegemonía occidental en Oriente Medio podría tener consecuencias negativas para sus economías, que han dependido en gran medida del suministro de petróleo y gas de la región.
Además, si China e Irán logran establecer un control firme sobre los recursos energéticos iraquíes, podrían utilizar su posición dominante para influir en los precios del petróleo y el gas a nivel mundial.
Esto podría afectar a la estabilidad económica de países altamente dependientes de las importaciones energéticas, como los miembros de la Unión Europea y Asia.
El futuro del petróleo iraquí en la balanza
A medida que la batalla por el control del petróleo iraquí se intensifica, el futuro de la producción de petróleo y gas en el país se vuelve cada vez más incierto.
La capacidad de Irak para aumentar su producción de crudo y diversificar su economía dependerá en gran medida de las decisiones políticas y estratégicas tomadas en este contexto de rivalidad entre potencias.
En última instancia, el resultado de esta lucha por el control de los recursos energéticos de Irak determinará el equilibrio de poder en Oriente Medio y el futuro de la economía global.
Con tanto en juego, todos los actores involucrados deberán jugar sus cartas con habilidad y precaución, ya que los movimientos en este intrincado juego de ajedrez petrolero tendrán consecuencias duraderas y de gran alcance.