El embajador ruso ante la ONU en Ginebra declaró a Reuters que hasta que Moscú no consiga lo que quiere, no prorrogará el acuerdo que permite la exportación de grano desde los puertos del mar Negro.
Gennady Gatilov, embajador de Moscú ante la ONU, dijo a Reuters el 13 de octubre que Moscú ha presentado una lista de preocupaciones a la ONU en relación con el acuerdo alcanzado por la ONU y Turquía en julio.
El acuerdo permitía a Rusia reanudar las exportaciones de sus propios cereales y fertilizantes y permitía a Ucrania reanudar las exportaciones de cereales desde los puertos del mar Negro que habían estado bajo un bloqueo naval ruso desde que Moscú invadió Ucrania.
El 16 de octubre está previsto que representantes de las Naciones Unidas se reúnan en Moscú para debatir la prórroga del acuerdo.
Rusia ha expresado su preocupación por la forma en que se está llevando a cabo el acuerdo, afirmando que sigue teniendo problemas para exportar fertilizantes y alimentos y que el grano no se está distribuyendo a los países más pobres como estaba previsto.
Gatilov declaró a Reuters: “Si observamos que no ocurre nada en la parte rusa del acuerdo —exportación de granos y fertilizantes rusos—, entonces, perdón, tendremos que verlo de otra manera”.
Cuando se le preguntó si Rusia seguiría apoyando la continuación del pacto, respondió: “Se podría decir que… No tenemos ningún problema con las entregas de grano, pero los términos de este acuerdo deben ser justos. Aplicado por igual a todas las partes, debe ser justo”.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha insinuado en el último mes la posibilidad de abandonar el pacto. Según el Kremlin, Putin expresó su descontento con las sanciones occidentales al presidente francés Emmanuel Macron, diciendo que estaban impidiendo a Rusia enviar alimentos y fertilizantes a África, América Latina y Oriente Medio.
Hay pruebas sustanciales de lo contrario, y ni las sanciones europeas ni las estadounidenses estaban dirigidas a los alimentos o fertilizantes rusos.
Antes de la firma del acuerdo, los buques de guerra rusos impedían las exportaciones de grano de Ucrania, uno de los principales proveedores de grano del mundo a los mercados internacionales, lo que provocó un aumento drástico de los precios y puso a millones de personas de los países en desarrollo en riesgo de morir de hambre.
Tras el acuerdo, el precio de los cereales bajó, reduciendo la presión financiera sobre las naciones en desarrollo.