Hasta el 15 de abril, México, el décimo país más poblado del mundo, había registrado 5.847 casos y 449 muertes relacionadas con COVID-19, muy por detrás de las cifras reportadas por su vecino del norte, Estados Unidos, que es ahora el epicentro mundial del virus.
Las fronteras entre los dos países permanecen abiertas, aunque solo para el tráfico esencial. El espacio aéreo mexicano también está abierto a los vuelos de carga y de pasajeros, en contraste con algunos otros países de América Latina como Perú y Colombia, que han cerrado sus fronteras.
Aunque México no experimenta un cierre total, se han adoptado algunas medidas de distanciamiento social, como las esbozadas por los distintos gobiernos estatales. En su conferencia de prensa diaria del 12 de abril, el presidente Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, dijo que esperaba que las medidas existentes comenzaran a ser levantadas para el 10 de mayo.
Un acuerdo histórico de la OPEP
Desde mediados de marzo, el brote de COVID-19 ha causado una fuerte caída en la demanda mundial de petróleo y, como resultado, su precio en los mercados mundiales ha disminuido considerablemente. Esto se vio agravado por una guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia, que hizo que el precio bajara por debajo de los 25 dólares por barril a principios de abril.
Sin embargo, como parte de un esfuerzo por frenar la caída de los precios del petróleo, el 12 de abril los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), junto con algunos otros estados aliados, acordaron un acuerdo histórico que reduciría la producción mundial total en 9.7 millones de barriles por día (bpd), equivalente a alrededor del 10 por ciento de la producción mundial, a partir de mayo.
Tras varios días de negociaciones, el 14 de abril se acordó que México reduciría la producción en 100.000 bpd, solo una cuarta parte de la parte asignada, tal como se había propuesto en el acuerdo inicial de los 23 países de la OPEP+.
Esto es gracias a un acuerdo que verá a los Estados Unidos reducir 300.000 barriles adicionales en nombre de México. Aunque AMLO ha afirmado que México “reembolsará” a su vecino del norte en una fecha posterior por los recortes, no se ha hecho ninguna declaración pública sobre cómo se logrará esto.
“Nos fue muy bien, realmente bien”, dijo AMLO a los periodistas en su conferencia de prensa matutina del 13 de abril. “México tuvo un trato especial. Fue respetado por el grupo de naciones productoras de petróleo”.
La estrategia del presidente se explica en parte por su deseo de aumentar la capacidad de las refinerías nacionales, que espera incrementar en 400.000 bpd adicionales como parte de una apuesta más amplia por la autosuficiencia energética. En la actualidad, las importaciones de Estados Unidos representan alrededor del 65 por ciento de toda la demanda mexicana.
La decisión de México de cubrir los precios del petróleo a 49 dólares por barril este año también se cree que ha sido otro factor detrás del intento del gobierno de reducir la producción.
Aunque no había información específica sobre cuántos barriles se cubrieron, el acuerdo suele cubrir entre 200m-300m de barriles.
La medida crea incertidumbre sobre cuánto tiempo más México seguirá siendo parte de la OPEP+. Los medios de comunicación internacionales han informado de que en los próximos meses se tomará una decisión sobre si se seguirá formando parte del cártel internacional.
Aunque el movimiento es sin duda una victoria a corto plazo para AMLO y México, no está claro cómo la decisión se llevará a cabo con otros productores de petróleo en los próximos meses.
Fuertes vientos en contra para Pemex
La caída global de los precios del petróleo se produce en un momento en que Petróleos Mexicanos (Pemex), la empresa petrolera nacional de México, se enfrenta a uno de sus mayores retos fiscales hasta la fecha. Con más de 100.000 millones de dólares de deuda, es la empresa petrolera más endeudada del mundo, y su revitalización ha sido fundamental para la retórica económica nacionalista de AMLO.
La producción de petróleo de Pemex alcanzó un máximo de 3.4 millones de barriles diarios en 2004, pero ha caído significativamente en los últimos 15 años, con un promedio de 1.7 millones de barriles diarios el año pasado.
Después de un desafiante 2019 que resultó en que la agencia internacional de calificación de crédito Fitch bajara la calificación de los bonos de Pemex a grado especulativo, o basura, el Servicio de Inversionistas de Moody’s había dicho a finales de febrero que esperaba que la producción de petróleo crudo de México aumentara en un 1 por ciento este año.
Sin embargo, en los meses intermedios, al quedar claros todos los efectos de la pandemia, la posición financiera de Pemex se ha vuelto aún menos favorable.
Incluso con la cobertura negociada estratégicamente, un período sostenido de 30 dólares por barril de petróleo podría llevar a un flujo de caja negativo de 20.000 millones de dólares para la compañía, según los analistas de Bank of America, lo que a su vez podría llevar a una mayor degradación de los bonos de Pemex por parte de las otras principales agencias calificadoras.
Desde entonces, AMLO se ha movido para tranquilizar a los mercados, declarando el 5 de abril que reduciría la carga fiscal de Pemex en otros 65.000 millones de pesos (2.700 millones de dólares).