Los países árabes están avanzando en la reanudación de las relaciones diplomáticas con el régimen sirio del dictador Bashar Assad, cortadas tras la guerra civil en el país.
En 2011, después de que Assad no cumpliera con las exigencias de la Liga Árabe para detener el derramamiento de sangre en Siria, la mayoría de los Estados árabes anunciaron la suspensión de los vínculos con el país. Ahora, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Túnez, Omán, Irak y Argelia han declarado públicamente su deseo de reanudar las relaciones con Siria. La Autoridad Palestina también se ha sumado al carro, con una delegación encabezada por Jibril Rajoub que está visitando Damasco.
Puede que la razón sea volver a atraer a Siria al seno del mundo árabe para fortalecer la Liga Árabe; puede que el objetivo sea tentar a Assad para que distancie a Siria de Irán, y puede que los países árabes entiendan que sin Siria no puede haber estabilidad en Oriente Medio. A decir verdad, todas las respuestas son correctas.
A la vista de los cambios que estamos presenciando en Oriente Medio, de la agresiva hegemonía iraní y de la ruptura interna árabe, los países que desean renovar los lazos con Siria entienden que en la situación actual Assad no es el problema, sino la solución a la tragedia de su país. Lo paradójico es que el mundo occidental también ha entendido que esta es la situación. Hace una década, cuando estalló la guerra civil en el marco de la llamada Primavera Árabe, las fuentes de inteligencia daban a Assad entre dos semanas y un mes antes de ser retirado de la escena política. Esto nunca ocurrió. De hecho, ocurrió lo contrario y Assad sigue en el poder. Resulta que supo leer el mapa de su país y que apoyarse en los rusos e iraníes salvó su régimen.
Lo indignante de esta historia es que el mundo se ha olvidado de los millones de refugiados desplazados de Siria, de los cientos de miles que perdieron la vida y del hecho de que Assad utilizó armas ilegales, como el uso de armas químicas contra la población civil ¿Se han olvidado del uso de las bombas de barril que sus fuerzas lanzaron desde el cielo sobre la población civil? Parece que el mundo ha renunciado a su exigencia de derechos humanos y dignidad humana, en favor de los intereses a corto plazo y la tranquilidad industrial. Hoy, Assad controla la mayor parte de su país. Puede seguir controlándolo con el Golán en manos de Israel y la provincia de Hatay en manos de Turquía.
A la vista de la realidad actual, se plantea la cuestión de si no sería prudente reforzar la tendencia mencionada e intentar liberar a Assad de las garras de Irán. En mi opinión, tal intento merecería la pena, no para dar un premio al presidente sirio, sino para provocar un cambio sustancial. El viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Mijail Bogdanov, me dijo una vez que Moscú está dispuesto a desempeñar un papel para acercar a Israel y Siria, y que si Israel hiciera un acercamiento caería en oídos atentos. Si Jerusalén decide seguir ese camino, el objetivo no será salvar al régimen de Assad. Éste debe pagar por sus crímenes, sino iniciar un proceso de saneamiento económico, social y político en Siria, manteniendo su integridad territorial.
El presidente egipcio, Abdel Fattah el-Sissi, tiene un papel importante que desempeñar en cualquier intento de vis-à-vis de Damasco. La fuerte posición de Israel en la región le permitirá jugar sus cartas y palancas de presión para provocar un cambio en Siria que conduzca a la estabilidad y al alejamiento de los iraníes. No es una misión fácil, pero es posible.