Al recompensar a los ideólogos políticos islamistas, los enemigos de la paz y la estabilidad en la región, y al mismo tiempo castigar a los aliados de Estados Unidos, las recientes decisiones de la administración Biden han enviado señales peligrosas.
Por ejemplo, ¿en qué se basó la administración Biden para reanudar las negociaciones con Irán? ¿Qué ha hecho el régimen iraní para que se le recompense con este tipo de apaciguamiento? Mientras que al mismo tiempo la administración de Biden congela la venta de armas a los aliados de Estados Unidos, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, a pesar de que este último ha lanzado un proceso de paz histórico, la primera paz “cálida” con Israel en la región.
La administración Biden también ha eliminado de la lista de terrorismo a los rebeldes Hutíes de Yemen, afiliados a Irán, mientras sigue atacando a Arabia Saudita por el caso de Jamal Khashoggi.
Nadie puede negar que el asesinato de Khashoggi, que el propio príncipe heredero Mohammed bin Salman describió como un “crimen atroz” y un “error” de los agentes del gobierno saudí, es indefendible. Pero el peligro aquí es que ese islamista político antijudío, firme defensor de la Hermandad Musulmana que lloró la muerte de Osama bin Laden, sea presentado como una especie de ídolo virtuoso y defensor de la democracia y la libertad.
Khashoggi nunca fue un auténtico defensor de éstas, o habría reclamado esto hace mucho tiempo, y nunca habría ocupado un cargo gubernamental, como el de asesor de medios de comunicación del príncipe Turki Al-Faisal, antiguo director de la inteligencia saudí. Sólo pidió democracia y libertad después de que MBS llegara al poder porque estaba en contra de sus reformas, principalmente de la batalla del príncipe heredero contra la Hermandad Musulmana y los partidarios radicales del instituto religioso, porque sabía que esas reformas acabarían con el islam político no solo en Arabia Saudita sino en toda la región.
Khashoggi también atacó a los intelectuales saudíes que pedían la normalización de las relaciones con Israel. También amenazó al autor de este artículo por buscar la paz con Israel, diciendo: “Me gustaría que tú y la gente como tú os callarais porque sois la causa del odio de los árabes y los palestinos hacia nuestro país”.
Hace tiempo que tengo la convicción de que normalizar las relaciones con Israel es lo mejor para los Estados árabes del Golfo. No solo porque los unirá contra el régimen iraní, sino también porque una solución de dos Estados bajo la actual y corrupta Autoridad Palestina no beneficiaría a los Estados del Golfo, ni siquiera al pueblo palestino.
Es bastante sorprendente que la administración Biden esté presentando en Irán a un defensor de la Hermandad Musulmana como una especie de ídolo virtuoso y apaciguador de un régimen canalla, mientras que al mismo tiempo sigue cuestionando el papel de MBS en el asesinato de Khashoggi, a pesar de que el último informe de inteligencia sobre el caso no añade ninguna prueba más a la afirmación de que MBS es culpable.
Aparte de MBS, nadie va a exponer la realidad de las facciones palestinas corruptas a la opinión pública saudí porque nadie tiene el valor de hablar de la normalización de las relaciones con el “pragmático” Israel. El líder que ha sido capaz de modernizar el país en tan poco tiempo y que se enfrenta al instituto religioso radical -que ha hecho retroceder al país durante décadas- encontrará la forma de normalizar las relaciones incluso con el estatus del Reino como guardián de los lugares sagrados islámicos de La Meca y Medina.
Sin embargo, la administración Biden no ha hecho nada para ayudar en esto, sino que ha dificultado enormemente la normalización de las relaciones entre Arabia Saudita e Israel al apaciguar a los odiosos ideólogos islamistas antijudíos. Al hacer esto, la administración Biden está envalentonando a esos ideólogos, lo que debilita la posición de MBS y sus partidarios, tanto a nivel regional como nacional, para desafiar las campañas de ira ideadas por los extremistas que pretenden poner al mundo islámico en contra de cualquier idea de normalizar las relaciones entre Israel y Arabia Saudita debido a su importancia religiosa.