La precipitada retirada de Estados Unidos de Afganistán tiene graves implicaciones regionales para las relaciones de Washington con varios países. Si bien es necesario abordar la diplomacia estadounidense hacia los vecinos de Afganistán, como Pakistán, Irán, China, Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán, los retos más serios para los intereses estadounidenses en la región los presenta lo que hará la administración Biden en su relación con Irak, Siria y Turquía.
Irak es la mayor prueba a la que se enfrenta Estados Unidos después de Afganistán. La pregunta en Washington en este momento es si la administración del presidente estadounidense Joe Biden repetirá en Irak los mismos errores que cometió en Afganistán. Todavía no hay una declaración oficial de una nueva política estadounidense hacia Irak. Sin embargo, las declaraciones de altos funcionarios indican que la relación entre la administración Biden y el gobierno del primer ministro iraquí Mustafa Al-Kadhimi es diferente a su relación con el gobierno afgano del ex presidente Ashraf Ghani.
Las tropas estadounidenses que quedan en Irak tratarán la amenaza de los grupos terroristas, especialmente los que tienen vínculos con Irán y con ISIS, de forma diferente a como lo hicieron sus homólogos en Afganistán con los talibanes. Tal vez, la misión militar pase de ser un “papel de asesoramiento” a “tareas de vigilancia ampliadas”, y podría evolucionar luego a “operaciones militares limitadas”.
Además, Washington debe reforzar sus vínculos con los establecimientos militares de los principales países árabes. En su discurso, Biden culpó a “una fuerza de 300.000” soldados en Afganistán de su incapacidad para coordinarse con el ejército estadounidense y evitar que los milicianos se apoderen del país.
El gobierno de Biden tratará de impulsar su presencia militar en el norte de Siria y se comprometerá a seguir apoyando a las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF). Lo más probable es que les aconseje que rechacen cualquier solución táctica o a corto plazo ofrecida por las fuerzas armadas sirias y sus aliados rusos que buscan su rendición.
Resulta inevitable el aumento de la cooperación con las milicias kurdas si Estados Unidos quiere aumentar su presencia militar tanto en Irak como en Siria. Una consecuencia estratégica de la retirada de Estados Unidos de Afganistán será la posibilidad de que se tensen las relaciones con Turquía. Estados Unidos podría intentar restringir la capacidad de Turquía para desplazar sus tropas en el norte de Siria.
Recientemente, Estados Unidos condenó al líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, por sus comentarios de que Israel debe aprender del fracaso de Estados Unidos en Afganistán y de que Estados Unidos es un aliado poco fiable. Ali Shamkhani, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, tuiteó que “el destino de Estados Unidos en Vietnam y Afganistán será también el destino inmutable del régimen sionista ocupante”.
Por último, el Pentágono debe explicar a cualquier gobierno con tropas estadounidenses estacionadas en su territorio que cualquier incidente militar inesperado no anulará ni socavará las operaciones planificadas de antemano. Esto significa que Estados Unidos debe tener una estrategia coherente sobre cómo salir militarmente de una determinada región y cómo mantener el orden y la estabilidad regionales. Todavía hay tiempo para que Biden cimiente este urgente plan político y militar, y se asegure de que los aliados de Washington sigan confiando en su nación.