El lanzamiento de un misil balístico de alcance intermedio (IRBM) por parte de Corea del Norte la semana pasada, que forma parte de un nuevo patrón de violaciones de las resoluciones de la ONU, fue una gran preocupación para Japón, la República de Corea (ROK) y Estados Unidos. Podría ser el momento de ser creativos para intentar disuadir al líder norcoreano Kim Jong-un de futuros actos de provocación. ¿Podría el K-Pop, la sensación musical mundial, formar parte de la estrategia?
Hace poco más de un año, Kim calificó el K-Pop de “cáncer vicioso” que corrompe la “vestimenta, los peinados, los discursos y los comportamientos” de los jóvenes norcoreanos. Sus medios de comunicación estatales han advertido que, si no se controla, hará que Corea del Norte “se desmorone como un muro húmedo”. Dado que la supervivencia del régimen es el objetivo número uno de Kim, éste considera claramente que las influencias del Reino Unido, como el K-Pop y los dramas K, y otras informaciones del exterior son amenazas muy serias.
Esta información externa es tóxica para Kim porque demuestra al pueblo norcoreano cómo la democracia y la economía de mercado de la República de Corea han dado a los coreanos una existencia superior a la dictadura de Kim y a las violaciones de los derechos humanos. No es de extrañar, por tanto, que Kim haya utilizado el COVID para justificar el cierre de la frontera del Norte con China, que era la vía por la que entraba la mayor parte de la información exterior en Corea del Norte.
¿Qué pasaría si Estados Unidos y la República de Corea entregaran a Pyongyang un millón de unidades USB cargadas de K-Pop, K-dramas y otra información cultural de la República de Corea, Japón, Estados Unidos y otros lugares? La mera amenaza de una ofensiva de este tipo, entregada mediante drones o globos o algún otro método, podría hacer que Kim se lo pensara dos veces antes de lanzar misiles, realizar pruebas de armas nucleares o llevar a cabo otras acciones provocadoras.
Corea del Norte tiene prohibido por una serie de resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU (UNSCR) realizar lanzamientos de misiles balísticos. Sin embargo, el 4 de octubre Corea del Norte lanzó un aparente IRBM que sobrevoló Japón, recorriendo un total de unos 4.500 kilómetros. Este fue el octavo lanzamiento de misiles del Norte en poco más de una semana.
El lanzamiento del IRBM causó una preocupación inmediata en Japón, en particular, porque si el misil fallaba de alguna manera, podría haber alcanzado Japón, y por lo tanto podría ser interpretado como un acto de guerra por parte de Corea del Norte. El primer ministro japonés, Fumio Kishida, lo calificó de “acto violento”.
Al ordenar el lanzamiento, Kim aparentemente buscaba demostrar su capacidad para perturbar la paz y causar daños a los tres aliados. Al parecer, Kim tiene un poder absoluto a la hora de decidir ejecutar tales provocaciones. Es probable que lo haga para demostrar a su pueblo y al mundo que es un líder poderoso, en contraste con su amplia gama de fracasos a la hora de proporcionar al pueblo norcoreano los alimentos y otros bienes que necesita. Estados Unidos y muchos otros países expresaron su preocupación por este lanzamiento y sus otras provocaciones.
Sin embargo, ni Estados Unidos ni sus dos aliados regionales parecen haber tomado el tipo de medidas que podrían disuadir a Corea del Norte de lanzar este misil o misiles posteriores. Durante casi 70 años, Estados Unidos y sus aliados han hecho un excelente trabajo para convencer a la familia Kim de que no vuelva a invadir la República de Corea. Pero no han logrado disuadir muchas provocaciones norcoreanas, incluidos algunos ataques limitados de Corea del Norte, como el hundimiento del buque de guerra Cheonan de la República de Corea y el bombardeo de la isla de Yeonpyeong, ambos en 2010, y unos 40 lanzamientos de misiles balísticos en 2022.
Estados Unidos no tiene un historial de imposición de costes lo suficientemente objetables a Kim como para disuadir sus provocaciones. Sí, Estados Unidos ha respondido afirmando que tiene una “alianza férrea” con la República de Corea y Japón, pero esas declaraciones no han disuadido las anteriores provocaciones norcoreanas. Estados Unidos también ha dicho que este lanzamiento “no supuso una amenaza para el personal estadounidense, ni para el territorio, ni para nuestros aliados”. Esto era cierto por poco, porque el misil no alcanzó esas zonas. Pero en realidad no era cierto debido a la amenaza que sentían tanto el personal estadounidense como el aliado en la República de Corea y en Japón, ya que el gobierno había ordenado a los habitantes de Japón que evacuaran y se refugiaran debido a los riesgos que suponía este misil.
Podría ser el momento de que Estados Unidos y la República de Corea se planteen si abandonan o no la ambigüedad estratégica que han utilizado para intentar disuadir las provocaciones norcoreanas. Sus amenazas de utilizar “una respuesta fuerte y decidida de todo el gobierno” a una prueba de armas nucleares de Corea del Norte u otras provocaciones no fueron obviamente suficientes para impedir que Corea del Norte lanzara seis ICBM o componentes de ICBM a principios de este año. Y el hecho de no imponer costes significativos al propio Kim por esos lanzamientos ha convencido aparentemente a Kim de que puede seguir lanzando misiles balísticos y probablemente llevar a cabo otras provocaciones sin sufrir graves costes.
En cambio, Estados Unidos y la República de Corea podrían tomar medidas para mostrar a la población norcoreana parte de la producción cultural de sus vecinos del sur. Al mismo tiempo, Estados Unidos podría amenazar con aumentar los presupuestos de Voice of America y Radio Free Asia si Kim lanza más misiles, amplificando la información enviada a Corea del Norte.
Estados Unidos y la República de Corea también podrían amenazar con mejorar el entrenamiento militar estratégico específico en respuesta a las pruebas de misiles norcoreanas: un entrenamiento más serio que responda a pruebas de misiles más serias.
Estados Unidos y la República de Corea podrían ser más específicos y creativos a la hora de intentar disuadir a Kim, y la popularidad mundial del K-pop podría formar parte de la estrategia.