Mientras el Líbano continúa su caída libre, está surgiendo una tendencia similar a la que estamos viendo en Irán. El pueblo del Líbano se está levantando y rechazando las acciones del régimen iraní. Ahora, a primera vista, usted podría preguntarse, ¿por qué el pueblo del Líbano se resistiría al régimen iraní? Pero la verdad es que Irán ha tenido sus tentáculos en todo el Líbano durante años, contribuyendo al caos y a la destrucción de lo que una vez fue un próspero ejemplo de liberalismo en Oriente Medio.
En todos los lugares a los que el régimen iraní ha exportado su agenda violenta, el sufrimiento y el derramamiento de sangre se han sucedido, desde Yemen hasta Siria e Irak, y Líbano no es diferente. Desde la introducción de la organización terrorista financiada por Irán, Hezbolá, en 1982, con el objetivo declarado de “apoyar” a la comunidad chiíta de Líbano, este país ha sido tomado como rehén por la agenda de los mulás y se ha deteriorado drásticamente en casi todos los aspectos imaginables.
Poco después de la creación de Hezbolá y de su entrenamiento por parte del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní (CGRI), éstos alentaron a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) a establecerse y a reclutar terroristas que llevaron a cabo numerosos ataques contra Israel, lo que condujo a Israel a la Primera Guerra del Líbano en 1982. Poco después, Hezbolá lanzó una espantosa guerra civil desde 1985 hasta 2000 contra otras comunidades del Líbano, en particular los falangistas cristianos por sus “crímenes contra los musulmanes y otros cristianos”, así como los franceses y estadounidenses con presencia en el Líbano; también reclamaron un gobierno islámico. En total, se calcula que murieron 120.000 personas en el transcurso de la guerra civil libanesa.
Pero Hezbolá no había terminado de arrastrar al Líbano a un conflicto sangriento. Siguió atacando a Israel de 2000 a 2006, y secuestró a soldados israelíes al otro lado de la frontera, lo que condujo a la Segunda Guerra del Líbano. La guerra terminó con la resolución 1701 de la ONU, que fue una declaración mutuamente acordada de que Hezbolá se desarmaría y cesaría su actividad militar. Sin embargo, desde entonces, a instancias y con la financiación de Irán, Hezbolá no se ha desarmado y de hecho ha hecho lo contrario. Hasta el día de hoy, siguen atacando a Israel desde el norte, además de pedir su destrucción.
Pero Hezbolá no solo es problemático cuando se trata de Israel. Su fuerza dentro del Líbano, de nuevo con la financiación de Irán, ha puesto en riesgo físico a miles de libaneses. Se sabe que Hezbolá almacena grandes depósitos de municiones de armas en zonas civiles, incluso cerca de escuelas, hospitales y hasta del aeropuerto de Beirut. Estos almacenes han provocado explosiones que matan a libaneses en repetidas ocasiones, pero ninguna más destacada que la explosión de Beirut en la que estallaron 2.750 toneladas de nitrato de amonio industrial perteneciente a Hezbolá. Estaba almacenado en el puerto de Beirut desde 2013 sin medidas de seguridad. El trágico incidente mató a 216 personas y dejó a más de 6.500 libaneses heridos.
En la actualidad, mientras la economía del Líbano se derrumba rápidamente debido a la inestabilidad que crearon Irán y Hezbolá, el grupo terrorista sigue centrándose en promover la agenda del ayatolá iraní en lugar de preocuparse por el pueblo del Líbano. En 2018, Hezbolá recibió un estimado de 700 millones de dólares de Irán, pero eso no fue para el pueblo del Líbano. En su lugar, fue despilfarrado por los corruptos líderes terroristas de Hezbolá en sus siniestras operaciones.
Desde su creación, Hezbolá ha manipulado el Líbano, un país diverso y sectario, ahondando en las divisiones sociales y explotándolas para obtener el control político por cualquier medio: ganando “democráticamente” un gran número de escaños en el parlamento libanés y negándose a trabajar con otros partidos para mejorar el Líbano. Cuando eso no satisface sus fines, Hezbolá no ha tenido miedo de asesinar a la oposición política, incluso en los niveles más altos (como el asesinato del primer ministro Rafik Hariri).
Su más reciente negativa a formar gobierno, junto con su exigencia de controlar ciertos ministerios (como el de Finanzas) para que Hezbolá pueda eludir las sanciones de Estados Unidos sobre su actividad terrorista, ha alimentado considerablemente la inestabilidad actual, ya que el país es incapaz de atender las necesidades básicas de su población bajo un gobierno provisional prolongado. Sin embargo, este statu quo de caos ha permitido a Hezbolá (e Irán) seguir dando prioridad a su agenda terrorista en las operaciones exteriores en Siria y en el extranjero. Por desgracia para ellos, el pueblo libanés puede estar despertando.
En las últimas semanas, los libaneses se han echado a la calle por una crisis económica sin precedentes. El pueblo libanés está harto de Hezbolá como nunca antes se había visto. Cuando Hezbolá lanzó ataques con cohetes contra Israel, una flagrante violación de la resolución 1701 de la ONU, los residentes del pueblo druso que intentaron utilizar se defendieron físicamente, echando a los terroristas de Hezbolá. Poco después, el patriarca maronita Bechara Rai pidió públicamente al ejército libanés que luchara contra Hezbolá, para proteger los intereses del pueblo libanés. En las calles del Líbano, casi todas las noches de la semana pasada, se puede escuchar a los libaneses corear contra Irán, el ayatolá de Irán y Hezbolá, ¿y no es de extrañar?
La periodista libanesa Baria Alamuddin escribió recientemente que “Hezbolá y Aoun [el actual presidente] han destruido todo lo que hizo grande al Líbano alguna vez”. En efecto, desde 1982, Hezbolá ha arrastrado al Líbano a una sangrienta guerra civil, a múltiples guerras extranjeras, a una crisis económica paralizante, a una sociedad profundamente dividida, a un sistema político corrupto y antidemocrático que ignora las necesidades del pueblo, a innumerables y sangrientos atentados terroristas contra minorías y asesinatos de líderes políticos libaneses, y a la explosión de Beirut, entre otros “accidentes” en los que murieron libaneses. La organización terrorista Hezbolá, con el apoyo de Irán, está convirtiendo rápidamente al Líbano en un Estado fallido. El mundo debe estar junto al pueblo libanés contra esta actividad y devolver la soberanía al pueblo libanés, no a los ayatolás.