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Portada » Opinión » ¿El COVID-19 restringirá las ambiciones de Erdogan en Siria?

¿El COVID-19 restringirá las ambiciones de Erdogan en Siria?

Por: Aykan Edermir

por Arí Hashomer
28 de abril de 2020
en Opinión, Siria
El objetivo de Turquía en el Cáucaso era aumentar el papel de Rusia

© israelnoticias.1eye.us

Las ambiciones del presidente turco Recep Tayyip Erdogan en Siria han dado lugar a una doble intervención, ya que Ankara tiene como objetivo el régimen de Bashar al-Assad en el noroeste del país, devastado por la guerra, y el Consejo Democrático Sirio dirigido por los kurdos en el noreste. La pandemia del coronavirus, junto con la crisis económica de Turquía, los ataques jihadistas contra las fuerzas turcas en Idlib y las luchas intestinas entre los apoderados turcos obstaculizarán los planes de Erdoğan en Siria. Sin embargo, no es nada seguro que esos desafíos tengan un efecto de contención en la política exterior y de seguridad del régimen turco.

Antecedentes

Los objetivos del presidente turco Recep Tayyip Erdogan en Siria han cambiado significativamente desde el comienzo de la guerra civil en 2011. Sus planes iniciales de derrocar el régimen de Bashar al-Assad y sustituirlo por un gobierno dirigido por la Hermandad Musulmana bajo la tutela de Ankara dieron paso a un enfoque en la prevención del surgimiento de un estado kurdo autónomo en la frontera sur de Turquía. La preocupación de Erdogan y del Estado turco por los kurdos sirios ha dado lugar primero a conversaciones indirectas y luego oficiales con Damasco, ya que Ankara ha tratado de obligar al hombre fuerte sirio y a sus patrocinadores rusos e iraníes a aceptar un arreglo constitucional y un acuerdo de reparto del poder con la oposición siria que Ankara considera aceptable.

En la raíz de las inquietudes del Gobierno turco sobre un estatuto kurdo en el norte de Siria se encuentra el surgimiento de un Consejo Democrático Sirio autónomo y dirigido por los kurdos en los territorios abandonados por las fuerzas leales al régimen de Assad. Ankara considera que las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo Sirio (YPG), el elemento dominante dentro del brazo militar del SDC, las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), son una extensión del proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que ha estado combatiendo una insurgencia sangrienta contra las fuerzas de seguridad de Turquía desde los años ochenta. La profundización de la cooperación militar del SDF con los Estados Unidos y su creciente legitimidad internacional tras su victoria sobre el Estado Islámico (ISIS) han exacerbado las inquietudes del Gobierno turco.

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Con el objetivo de impedir que la SDC controle un territorio contiguo en el norte de Siria, socavar su capacidad institucional y de gobernanza y acabar con la idea del autogobierno kurdo, Turquía inició tres operaciones militares transfronterizas en el norte de Siria, en 2016, 2018 y 2019. Desde la última de estas operaciones, Ankara ha perpetuado un conflicto de baja intensidad con el SDF, restringiendo intermitentemente el flujo de agua a al-Hasakah, propiedad de la COSUDE, desviando las fuerzas sustitutivas respaldadas por Turquía a los territorios tomados de las SDF y proponiendo la administración conjunta ruso-turca de los yacimientos petrolíferos de la COSUDE.

Desde que la marea de la guerra civil siria se volvió a favor de Assad a finales de 2015, Erdogan ha seguido siendo el principal benefactor de los rebeldes sirios en Idlib, en el noroeste del país. Aquí, el presidente turco ha estado tratando de mantener la presión sobre el régimen de Assad mientras simultáneamente hace malabares con los desafíos que plantean los ataques jihadistas contra las fuerzas turcas, las rebeldes milicias de la oposición apoyada por Turquía, así como la presión militar de las fuerzas apoyadas por Rusia e Irán leales a Assad.

Las estrategias de Turquía para el noroeste y el noreste de Siria están cada vez más enredadas, ya que las patrullas conjuntas turco-rusas en Idlib, la creciente relación de Moscú con las SDF, la mayor presencia de las tropas del régimen de Assad a lo largo de la frontera turca y la sostenida asociación antiterrorista de Washington con las SDF complican el cálculo de Ankara.

En el frente interno, Erdogan debe tener en cuenta el impacto de la pandemia del coronavirus, la profundización de la crisis económica de Turquía y el aumento del sentimiento anti-refugiados. La llegada de la COVID-19 ha obligado a Turquía a frenar sus movimientos de tropas en Idlib y a poner en cuarentena al menos a tres soldados turcos que sirven allí a partir del 16 de marzo. La pandemia también ha frustrado los intentos de Ankara de privar de agua a las SDF, lo que ha dado lugar a fuertes críticas de las organizaciones de derechos humanos. Con esta enorme multitud de desafíos que frustran los objetivos estratégicos turcos en Siria, Ankara debe trazar ahora un nuevo camino para poder lograr al menos algunas de sus ambiciones para la región.

Implicaciones

Un componente clave de la estrategia de Turquía en Idlib se centra en unir con éxito las diversas facciones que componen la oposición siria. Desde febrero de 2019, Turquía ha coordinado y mediado en las conversaciones entre el Hay’at Tahrir al Sham (HTS), afiliado a Al-Qaeda, el Ejército Libre de Siria, respaldado por Turquía, y el paraguas político de los grupos de oposición, la Coalición Nacional Siria (SNC). Erdogan tiene por objeto persuadir al HTS de que se disuelva y se una al Ejército Libre Sirio respaldado por Turquía, fusionando al mismo tiempo el Gobierno de Salvación de Siria, afiliado al HTS, con el SNC.

Mientras tanto, las fuerzas de HTS y los civiles en Idlib han mostrado cada vez más su voluntad de socavar el acuerdo de alto el fuego entre Rusia y Turquía mediante arrestos y protestas, respectivamente. Al parecer, Turquía no ha logrado ganarse los corazones y las mentes de la población local ni inspirar confianza, como se ha indicado en varias reuniones de los órganos locales de Idlib para examinar las respuestas a las patrullas conjuntas turco-rusas. El 26 de abril, las tropas turcas mataron a dos e hirieron a tres manifestantes que bloqueaban la M4, una importante carretera que atraviesa Idlib de este a oeste. Este escepticismo local seguirá siendo un gran desafío para la longevidad del alto el fuego y cualquier posible acuerdo que Ankara pueda alcanzar con Moscú en el futuro. Turquía tendrá que aprender por las malas que los civiles de Idlib son algo más que peones en el tablero de ajedrez sirio.

Para complicar aún más las cosas, la capacidad de Turquía de crear un frente unido tanto en Idlib como en Afrin se ve muy cuestionada por la frecuencia de las luchas internas entre las fuerzas de oposición apoyadas por Turquía. Ha habido por lo menos seis casos, a veces mortales, de luchas internas entre varias fuerzas de oposición apoyadas por Turquía en Afrin, así como en el territorio ocupado por Turquía capturado en 2019 durante la Operación Primavera de la Paz. Estas luchas intestinas son en gran parte por el control de lucrativos puestos de control, así como por el saqueo de mercancías, siendo el enfrentamiento más reciente el resultante de una disputa por una lavadora, en el que dos combatientes resultaron gravemente heridos. Las tropas turcas han tenido que intervenir repetidamente para romper los enfrentamientos y proporcionar atención médica a los combatientes heridos.

Además, grupos apoyados por Turquía han protestado recientemente al menos dos veces contra Turquía, exigiendo que Ankara pague sus salarios y les permita la libertad de circulación. Para remediar estas cuestiones, Turquía podría tratar de crear incentivos monetarios para los grupos que se abstengan de combatir, establecer comités de resolución de conflictos y delimitar más claramente el control sobre el territorio y los puestos de control. Turquía también puede tratar de castigar a las unidades agresivas retrasando los salarios, los envíos de armas y la prestación de asistencia médica. Dada la cuestión crónica de las luchas internas y las protestas contra Turquía, Ankara tendrá que hacer algunos cambios importantes en la forma de manejar sus fuerzas de representación si quiere llegar a construir un frente unido entre la oposición siria.

Conclusiones

Aunque cabe esperar que la larga lista de desafíos presentados anteriormente desempeñe un papel de contención de las ambiciones de Turquía en Siria, también es importante recordar que el régimen turco también tiene un historial de utilización de operaciones militares transfronterizas en Siria para desviar la atención del electorado turco de las crisis políticas y económicas internas y para crear un efecto de “rally-round-the-flag”. Es probable que la crisis de salud pública resultante de la mala gestión de la epidemia de coronavirus por parte de Erdogan y la consiguiente crisis económica planteen el desafío de legitimidad más importante para el gobierno de Erdogan en sus casi 18 años en el poder. Esto podría obligar a un desesperado Erdogan a lanzar una cuarta operación militar contra las fuerzas de las Fuerzas Armadas de Defensa en el noreste de Siria, lo que podría enfrentar a las fuerzas turcas y estadounidenses entre sí en el proceso.

Sin embargo, un escenario alternativo optimista es que la urgente necesidad de Ankara de paquetes de rescate de las instituciones financieras internacionales y de acuerdos de canje de moneda con los bancos centrales occidentales terminará por tener un efecto moderador en la política exterior y de seguridad del régimen turco. Esto también tendría un efecto moderador en las ambiciones del presidente turco en Siria, impidiendo una cuarta incursión militar contra las SDF, al menos por el momento.

Sin embargo, dado que las deliberaciones sobre políticas racionales e institucionales han desaparecido en su mayor parte de Ankara, es casi imposible predecir cómo responderá el presidente Erdogan y su círculo íntimo de confidentes en el palacio presidencial a los desafíos que Turquía enfrenta en Siria en medio de una pandemia mundial sin precedentes.

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