A veces, el hombre fuerte de Rusia, Vladimir Putin, acierta. Lo que suele decir son tonterías o propaganda, pero de vez en cuando incluye un poco de realidad.
El 26 de febrero, en una entrevista con la agencia de noticias TASS, Putin afirmó que los rusos no existen. Tras afirmar que “Occidente tiene un objetivo: liquidar a la Federación Rusa”, Putin hizo la siguiente declaración notable: “Si Occidente consigue disolver la Federación Rusa y establecer el control sobre sus astillas, puede que no se conserve el pueblo ruso”. En su lugar, “habrá moscovitas, uralitas y otros”.
Es importante tener en cuenta una distinción que no existe en español.
Los rusos utilizan la palabra russkii para designar a la población de etnia rusa; utilizan la palabra rossiiskii para designar a los habitantes de la Federación Rusa [Rossiiskaya Federatsiya].
Resulta significativo que, al hablar del “pueblo ruso”, Putin utilizara el modificador russkii, la designación étnica.
Es fácil imaginar que el colapso de la Federación Rusa -un escenario que ahora se debate activamente en Rusia y en el extranjero, tanto por los partidarios como por los detractores del régimen de Putin- conduciría a la ruptura del pueblo rossiiskii.
Muchas regiones no rusas se separarían y optarían por la independencia. Algunas regiones rusas, especialmente las alejadas de Moscú, probablemente harían lo mismo.
Pero que Putin sugiera que los rusos étnicos también podrían separarse equivale a negar su condición de nación común y su identidad unificadora.
Es decir, según Putin, ¡los rusos no son una nación!
Por otra parte, la afirmación de Putin equivale a un reconocimiento solapado del hecho de que la Federación Rusa es el producto de la expansión imperial.
La región centrada en Moscú creó el Estado moscovita mucho antes de que Pedro el Grande estableciera el Imperio ruso [Rossiiskaya Imperiya] a principios del siglo XVIII.
Y fueron los moscovitas quienes fundaron el Estado moscovita que expandió su dominio sobre los competidores de Moscú, algunos de los cuales, como los novgorodianos, tenían su propia identidad y Estado.
En efecto, Putin ha admitido involuntariamente que Rusia es un imperio y que su nación mayoritaria -los llamados rusos- es en realidad una amalgama artificial producida por la expansión imperial.
Consideremos las implicaciones políticas si Putin tiene razón. Si la Federación Rusa llega a desmoronarse -no por nada que Occidente desee o haga, sino por los descabellados planes de Putin y su guerra criminal- “los” rusos no se enfrentarán a los no rusos en una batalla sangrienta.
Dado que “los” rusos se dividirán en subunidades regionales, es mucho más probable que se enfrenten a sus vecinos no rusos en coaliciones que en conflictos. El colapso de Rusia podría convertirse en un asunto incruento.
Irónicamente, puede que Putin haya aplacado inadvertidamente las preocupaciones occidentales sobre la eventual desaparición de la Federación Rusa. Razón de más, quizá, para demostrar que Putin tiene razón.