Aunque el gobierno de Turquía, encabezado por Erdogan, no ha enviado todavía ni un solo soldado a luchar en Libia, está comprometido diariamente en la guerra allí; apoyando al internacionalmente reconocido Gobierno de Acuerdo Nacional de Libia, que apenas está defendiendo la capital Trípoli.
Turquía ha sido un socio clave en la guerra de Libia desde que comenzó hace ocho años, y se considera preocupada por lo que está ocurriendo allí sobre la base de que tenía importantes inversiones con el gobierno de Muammar Gadafi antes de su colapso en 2011.
La semana pasada, cuando inauguró un nuevo submarino, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan amenazó con “llegar” a Libia; sin embargo, los libios capturaron casi inmediatamente un barco turco cerca de sus costas. En realidad, hay otra razón para que Erdogan luche en todas partes, que es personal: Desea convertirse en un líder regional y su país en una fuerza central.
A lo largo de la presidencia de Erdogan, Turquía ha tenido un proyecto para ser la mayor potencia regional, pero ha habido más fracasos que victorias. Su mayor revés fue la caída de su aliado Mohammed Morsi en Egipto y el fin del gobierno de la Hermandad Musulmana allí, que duró solo un año.
El fracaso más reciente de Turquía fue en Sudán, con la caída de su aliado Omar Bashir y con ello el gobierno de tres décadas de la Hermandad Musulmana. El nuevo régimen, traído por la calle sudanesa, puso fin al acuerdo de cooperación militar con Turquía y canceló el arrendamiento de la isla de Sawakin en el Mar Rojo, donde los turcos planeaban una base militar para imponer su presencia frente a la costa saudí y cerca de Egipto.
En el Golfo, Turquía tiene una fuerza militar de 5.000 soldados con base en Qatar, pero tiene prohibido usar su fuerza aérea; las fuerzas estadounidenses dominan el espacio aéreo allí a través de dos bases militares en Qatar. Esto ha marginado el papel de la fuerza turca en la crisis iraní y ha reducido su servicio como fuerza terrestre local.
También hay tropas turcas en Siria, que se ha convertido más bien en arenas movedizas para ellos. El objetivo de Turquía allí, cuando lanzó la Operación Rama de Olivo, ha sido controlar las áreas donde los militantes kurdos -el principal enemigo de Ankara- están activos; obligando a Erdogan a llegar a diferentes acuerdos y hacer concesiones con los rusos, los iraníes y el régimen sirio solo para estar presente en esas áreas.
Para complicar aún más la situación, Erdogan dice que seguirá adelante con su peligroso plan de reasentar a más de un millón de sirios que actualmente se encuentran refugiados en Turquía. Estos serán trasladados por la fuerza y obligados a vivir en zonas rodeadas de kurdos, utilizándolos así como escudo para proteger el territorio turco de los ataques de los separatistas kurdos.
Erdogan dijo que tiene la intención de asignar 10 zonas sirias y 140 pueblos para albergar a estos refugiados, la mayoría de los cuales se niegan a moverse en condiciones de seguridad peligrosas. Turquía también está presente en Afganistán, donde, junto con las fuerzas estadounidenses, participó en la invasión de 2001 y sigue luchando contra los talibanes.
¿Este despliegue militar de Afganistán a Libia convierte a Turquía en una verdadera potencia regional? Es más probable que este paso esté motivado por ansias de liderazgo personal que terminarán con la salida de Erdogan del poder o con la suspensión de la financiación extranjera de su régimen.
De hecho, Erdogan tiene ambiciones personales, ya que siempre se jacta de la historia de los otomanos, financia películas de sultanes otomanos, lleva consigo en sus viajes a algunos actores de la popular serie de televisión “La Resurrección Etrugrul”, asiste a sesiones de rodaje y promueve la idea de su liderazgo de un eje regional e islámico.
Estas ambiciones, compartidas por muchos líderes en Irán, así como por Saddam Hussein en Irak, no han logrado el fin deseado. Erdogan, por su parte, no ha tenido éxito en ninguna batalla todavía, y depende de la financiación externa; principalmente de Qatar, para la mayoría de sus actividades internacionales. Si Qatar deja de financiarlo, lo más probable es que estas actividades terminen.
Erdogan ha hecho que Turquía pase de ser un país pacífico con apasionantes ambiciones económicas a un proyecto de poder militar; aunque la última gran guerra librada por los turcos fue hace 100 años en los Balcanes.
Aunque Erdogan señala con el dedo a Egipto, Arabia Saudí, Libia y Rusia, sus verdaderos oponentes están en Estambul y Ankara, dentro de su propio partido, y entre sus aliados y líderes del partido; muchos de los cuales lo han abandonado, y tienen la intención de deshacerse de él en las próximas elecciones. Sin embargo, su oponente más serio es el pueblo turco de a pie, que perdió la mayor parte de sus ahorros con la caída de la lira y el declive de la economía; sobre todo por las decisiones personales de Erdogan.