El viernes pasado, mientras la mayoría de los expertos en Israel apostaban a favor o en contra de las elecciones anticipadas, tuvo lugar una revolución en la Asamblea General de la ONU en Nueva York. Durante la votación anual sobre una resolución que pide a Israel que devuelva los Altos del Golán a Siria, Estados Unidos, por primera vez, votó en contra.
El razonamiento de la embajadora estadounidense saliente Nikki Haley para la votación mostró que no se puede negar que los estadounidenses han dado un paso significativo hacia la adopción de la posición israelí. Los Estados Unidos ya no se abstendrán cuando la ONU participe en votos inútiles sobre los Altos del Golán, dijo Haley. Esta postura obliga a Israel a ayudar a los estadounidenses a dar los siguientes pasos en este camino, hasta que se reconozca formalmente la soberanía israelí en los Altos del Golán.
Desde la perspectiva de Israel, el futuro de los Altos del Golán es una cuestión de consenso. Desde que el gobierno de Menachem Begin comenzó a aplicar la soberanía israelí en 1981, ha sido una conclusión inevitable que el Golán es una parte inseparable de Israel. Los gobiernos de izquierda que siguieron jugaron con la idea lunática de devolver el Golán a la despótica dinastía de Assad solo sirvió para solidificar la profunda comprensión de la mayoría de los israelíes de que tal retiro sería completamente ilógico.
Israel tiene todas las razones posibles para objetar las concesiones en el Golán. Como cuestión de justicia (cuando Siria controlaba el área, bombardeó y asedió a los residentes del valle del Jordán); historia (es una antigua región judía); consideraciones estratégicas e incluso legales: todos estos factores aseguran la presencia eterna de Israel en el Golán.
Con eso, el bienvenido cambio en la posición de los Estados Unidos tendrá una influencia tremenda en el ámbito internacional. A lo largo de las décadas, la resolución anual de la ONU que condenó a Israel ayudó a reforzar la imagen de Siria como «víctima» y aumentó el discurso difamatorio que pintaba a Israel como un agresor y ocupante. La realidad, por supuesto, es la opuesta, y las atrocidades cometidas por las partes en guerra en la guerra civil de Siria solo han ilustrado la verdadera naturaleza de aquellos que aún desean borrar del mapa al enemigo sionista. Sería prudente explotar la visión cada vez más sobria del mundo sobre Siria y el régimen que la gobierna, y promover el reconocimiento de la anexión israelí del Golán. Israel todavía estará bien sin este reconocimiento de otros países, pero el reconocimiento estadounidense podría cambiar oficialmente la narrativa.
En esencia, todas las consideraciones que llevaron a la administración de Trump a eliminar la cuestión de Jerusalén de la agenda en favor de Israel se aplican también al Golán. También hay otras razones, como la ausencia de una gran población hostil y el hecho de que el área no es santa para los musulmanes o los cristianos, facilita que Estados Unidos tome tal decisión.
Para lograr el objetivo, Israel debe tomar medidas para promover el reconocimiento a nivel diplomático y práctico. En el frente diplomático, Israel debe mantener su curso de relaciones públicas y continuar formando alianzas, lo que el primer ministro Benjamín Netanyahu está haciendo con éxito. En el frente práctico, ha llegado el momento de dar pasos para establecer hechos en el terreno. La aplicación de la soberanía debe ser visible en todos los Altos del Golán, incluidas las aldeas drusas. Para este fin, es necesario acelerar el desarrollo y aumentar significativamente la población judía en el área.