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Portada » Opinión » Solo Estados Unidos y Turquía pueden salvar al pueblo de Siria del coronavirus

Solo Estados Unidos y Turquía pueden salvar al pueblo de Siria del coronavirus

OPINIÓN | Por: Bassam Barabandi

por Arí Hashomer
8 de abril de 2020
en Opinión, Siria
ONU y la OMS trabajan con Assad para privar de ayuda al este de Siria durante la pandemia

REUTERS / OMAR SANADIKI

Nueve años después del comienzo de la Revolución Siria, ahora está claro en qué se ha convertido mi país. Siria se ha convertido en una zona de guerra permanente y un proyecto para que las naciones extranjeras proyecten sus propias ideologías extranjeras. Como en ningún otro momento de su historia, Siria se define por la debilidad económica y el aumento constante de las muertes. Se ha convertido en la unidad política de cuidados intensivos del mundo, tan mortífera como cualquier plaga, mientras que el mundo ha perfeccionado el arte del silencio internacional. 

¿Cómo ha sucedido esto? La respuesta es simple y compleja: desde el comienzo del conflicto, el régimen de Assad determinó que sacrificaría cualquier cantidad necesaria, incluyendo a sus propios partidarios, para asegurar su supervivencia. Las oposiciones políticas y militares jugaron en esta estrategia, aunque sin una complicidad intencional. En un punto clave del conflicto, la oposición determinó que aceptaría ayuda de cualquiera, sin importar cuán violenta o sospechosa fuera. El resultado fue que la oposición perdió su capacidad de unir al país con solo mirar por sí misma, sacrificando su legitimidad y, con el tiempo, decenas de miles de vidas sirias, mientras que el régimen solidificó su posición e incrementó la cantidad de daño que estaba dispuesto a infligir al país en su conjunto. 

El pueblo sirio, ya sea en las zonas controladas por el régimen o en las zonas controladas por la oposición, es incapaz de cambiar esta realidad. Después de casi un decenio de guerra, lo que está sucediendo sobre el terreno ahora en Siria ya no es una revolución del pueblo sirio, que espera un futuro mejor. En lugar de ello, la guerra civil siria se ha convertido en una guerra de poder alimentada por el extranjero: un conflicto en el que las disputas entre dictadores extranjeros rivales se desarrollan en el interior de una nación que ya se encuentra en una situación de supervivencia. En resumen: tanto los grupos respaldados por el régimen como los grupos sustitutivos afirman representar al pueblo sirio, pero no lo hacen. 

Como debe quedar claro para todos (y es bastante claro para la comunidad internacional) este conjunto de circunstancias no cambiará en el futuro próximo. Permanecerá sin cambios hasta que los sirios puedan establecer un grupo de dirigentes nacionales independientes que eviten toda ayuda extranjera, por muy bienintencionada que sea dicha ayuda, si no se ajusta al programa nacional sirio y a las aspiraciones del pueblo sirio en su conjunto (sí, en la actualidad no existe un programa sirio unificado). Hasta entonces, los sirios solo pueden esperar que los países más cercanos al conflicto sirio trabajen por su fin y que aborden la crisis de manera que sirva tanto a sus intereses como a los del pueblo sirio.

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Por improbable que parezca, y hablando como sirio, sostengo que solo hay dos posibles candidatos que cumplen ese requisito: Turquía y los Estados Unidos. Turquía ha demostrado ser militarmente capaz de contrarrestar las fuerzas militares del régimen sirio y, a pesar de los meses de despliegue en el norte de Siria, sigue siendo una potente fuerza militar sobre el terreno. Los tratos de Turquía con Rusia, y entre el presidente Recep Erdogan y el presidente Vladimir Putin personalmente, han dejado claro que el principal motivo de Turquía es impedir que las fuerzas sirias entren en Idlib y, por lo tanto, evitar que millones de sirios desesperados crucen sus fronteras. También los Estados Unidos han demostrado sistemáticamente que son capaces de realizar intervenciones (por modestas que sean) que apoyan a las minorías sirias, apuntando al mismo tiempo a los peores grupos extremistas, y de hecho aseguran sus intereses de seguridad nacional en el proceso. No olvidemos que los Estados Unidos y Turquía son un puente para las naciones de la OTAN y la Unión Europea, que tienen interés en que se ponga fin a los combates.

Tanto la Unión Europea como los Estados Unidos han respaldado los movimientos de Erdogan en el norte de Siria, viéndolos como un contrapeso necesario para la eventual victoria del eje Assad/Putin. Sorprendentemente, el programa turco-UE-EE.UU. ha demostrado ser viable, ya que ha puesto fin al éxodo a gran escala de refugiados sirios del norte del país. Además, el acuerdo recientemente negociado el 5 de marzo de 2020 entre Turquía y Rusia detuvo con éxito la actividad militar en la provincia noroccidental de Idlib, proporcionando un necesario descanso en los combates y permitiendo al mismo tiempo el montaje de misiones humanitarias muy necesarias. Aunque este acuerdo es desigual y ha dado lugar a la pérdida permanente del territorio controlado por la oposición que se necesita para mantener una población tan numerosa y apretada.

Es esencial que los Estados Unidos y Turquía sigan desempeñando un papel en Siria, sobre todo ahora que ha aparecido en escena un nuevo enemigo, el coronavirus. La pandemia amenaza ahora a siete millones de sirios en el norte de Siria, región en la que simplemente no se dispone de servicios médicos y de rescate. La propagación de esta pandemia, según predicen los observadores médicos sobre el terreno, podría hacer que lo que está ocurriendo en China o Europa parezca modesto en comparación con lo que podría ocurrir en Siria.

El coronavirus supone un nuevo reto para la posición de Estados Unidos y Turquía en Siria, pero también aclara lo que debe hacerse. Para detener el virus, los gobiernos americano y turco deben implementar programas que devuelvan a los refugiados sirios a sus hogares en Siria, aunque bajo la protección de los militares americanos y turcos. Turquía, en particular, debe considerar nuevas formas de implementar su reciente acuerdo con Rusia para que la política adoptada ponga fin a la fuga de sirios más allá de la frontera de Siria, protegiendo al mismo tiempo a los sirios de las armas del régimen y sus partidarios rusos. Putin debe saber esto: la propagación de la pandemia socava el papel de todos en Siria, incluido el suyo propio. Más sencillamente, Turquía (apoyada por los Estados Unidos y la Unión Europea), debería anunciar su deseo de que el acuerdo de cesación del fuego alcanzado con Rusia el 5 de marzo se amplíe para incluir una zona de exclusión aérea que se aplique a todas las partes. Estas medidas alentarían a los desplazados por el conflicto a regresar a sus hogares y permitirían a las organizaciones humanitarias, las ONG y las organizaciones médicas sirias independientes acceder a las zonas que inevitablemente se verán afectadas por el virus COVID-19.

Al mismo tiempo, la coalición internacional para derrotar a la ISIS debe persuadir a las Fuerzas de Defensa de Siria (SDF) de que le conviene a largo plazo cortar cualquier vínculo que quede con los dirigentes del PKK y trazar un camino políticamente independiente para el noreste de Siria que no implique más a este movimiento ideológico. Si no lo hace, los organismos internacionales de socorro no podrán prestar servicios en las zonas más afectadas por la pandemia. El objetivo sería triple: establecer un mecanismo de cooperación entre todos los dirigentes provinciales del norte de Siria en cuestiones políticas alejadas de las ideologías preexistentes; integrar los proyectos de cada provincia para aumentar el bienestar económico y la atención sanitaria a la ciudadanía; y, por último, y lo que es más importante, sembrar un mecanismo para hacer frente a lo que pronto se convertirá en una crisis sanitaria que podría costar cientos de miles, o incluso millones, de vidas.

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