El asalto de Rusia a Ucrania en febrero de 2022 obligó a Finlandia a reevaluar los fundamentos de su doctrina de seguridad, lo que dio lugar a la candidatura de Helsinki a la OTAN. Tras una breve vacilación, una sorprendida Suecia siguió a su socio más cercano. El dúo nórdico ha recibido un excepcional apoyo bipartidista en Estados Unidos. El líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, por ejemplo, calificó su adhesión como “un golpe de efecto” para la seguridad estadounidense. Esta opinión fue compartida por la gran mayoría del Senado, que votó por 95 a 1 la incorporación de Finlandia y Suecia a la OTAN. Los aliados de Estados Unidos también han acogido con satisfacción sus ambiciones de adhesión. A principios de octubre, veintiocho de los treinta Estados miembros de la OTAN habían ratificado su ingreso en la alianza transatlántica.
A pesar de sus estrechos lazos y sus muchas similitudes, Helsinki y Estocolmo no serán gemelos idénticos en la OTAN. Más bien, sus objetivos e intereses una vez en la alianza reflejarán sus diferentes culturas estratégicas y, lo que es más importante, sus distintas ubicaciones geoestratégicas. Mientras que Suecia será un trampolín crucial para posibles operaciones de la OTAN en el norte de Europa, incluyendo el Mar Báltico, Finlandia será un Estado de primera línea, situado en las proximidades no sólo de San Petersburgo sino también de la Península de Kola, donde se encuentra la flota rusa del norte y, lo que es más importante, su capacidad nuclear de segundo ataque.
La posición geoestratégica de Finlandia la convertirá en el flanco noreste de la OTAN. En otras palabras, Finlandia no sólo es una potencia del Báltico sino también del Ártico y, como aliado de la OTAN, conectará los flancos oriental y septentrional de la Alianza, reforzando significativamente el punto de apoyo aliado en las principales zonas de fricción de la OTAN con Rusia. Por eso la forma en que Finlandia se integre en la OTAN tendrá un impacto significativo en la evolución de la postura de disuasión y defensa de la Alianza respecto a Rusia. Además, la adhesión de Finlandia (y de Suecia) podría provocar una nueva división del trabajo en el teatro de operaciones del norte de Europa.
Finlandia como potencia báltica
La región del Mar Báltico surgió como un potencial punto caliente de la OTAN y Rusia a raíz de la primera invasión rusa de Ucrania en 2014. Como respuesta, la OTAN mejoró su preparación, elaboró nuevos planes operativos regionales y, sobre todo, estableció grupos de combate multinacionales para tranquilizar a los Estados bálticos y a Polonia. Tras la invasión rusa de Ucrania en 2022, la atención de la OTAN se ha centrado más en todo el flanco oriental, que se extiende desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro.
Dicho esto, la región del Mar Báltico seguirá siendo susceptible de sufrir tensiones entre la OTAN y Rusia, ya que Moscú no muestra signos de abstenerse de su comportamiento agresivo. Los países bálticos han reclamado una presencia aliada permanente y más sólida en la región. Los principales aliados de la OTAN, como Estados Unidos, Reino Unido y Alemania, han desplegado tropas adicionales para tranquilizar a sus aliados bálticos. En la cumbre de Madrid de 2022, la OTAN se comprometió a ampliar los grupos de combate hasta un nivel de brigada “donde y cuando sea necesario” y a preposicionar equipos para los refuerzos aliados.
La adhesión de Finlandia mejorará la capacidad de la OTAN para defender a los Estados bálticos, especialmente a Estonia. El espacio aéreo, el territorio y los puertos marítimos de Finlandia estarán a disposición de las fuerzas aliadas. La distancia entre la costa meridional de Finlandia y la septentrional de Estonia oscila entre las 50 y 75 millas, y está dentro del alcance de las capacidades de ataque de precisión de Finlandia. Los altos mandos militares finlandeses ya han señalado que las capacidades de largo alcance de los nuevos cazas furtivos F-35 de Finlandia tendrán como objetivo disuadir a Rusia de llevar a cabo grandes concentraciones militares en las proximidades de Finlandia, un hecho que Rusia debe tener en cuenta en su planificación operativa.
La entrada de Finlandia también mejorará la posición marítima de la OTAN en la región del Mar Báltico. Resulta interesante que el ministro de defensa estonio sugiriera recientemente que, como aliados en el tratado, Finlandia y Estonia podrían integrar sus defensas costeras, lo que permitiría a la alianza bloquear el acceso de la marina rusa al Mar Báltico a través del cuello de botella del Golfo de Finlandia. Finlandia -que ha mantenido una fuerte capacidad de colocación de minas- tiene un considerable interés nacional en defender el Mar Báltico, ya que su economía y su sociedad en general dependen en gran medida del libre flujo de suministros a través del mar, considerado como la línea de vida de Finlandia.
Finlandia como potencia ártica
El equilibrio estratégico en el Alto Norte se ha inclinado a favor de Rusia en los últimos años. A mediados de la década de 2000, Moscú decidió volver a dar prioridad a la región ártica, ya que sus recursos naturales y su importancia militar son vitales para las ambiciones de gran potencia de Rusia. Como parte de su modernización militar más amplia, Rusia ha llevado a cabo un importante despliegue militar en la zona y ha demostrado sus capacidades con frecuencia mediante ejercicios y pruebas de misiles.
De hecho, la actividad de las fuerzas armadas rusas en las aguas del norte ha superado los niveles de la Guerra Fría. Al revitalizar su llamada estrategia de bastiones, Rusia ha ampliado su capacidad operativa hasta el Mar de Noruega y la crucial brecha entre Groenlandia, Islandia y el Reino Unido, con la ambición de poder bloquear el acceso de la OTAN al Océano Ártico en general y a la Ruta Marítima del Norte en particular.
Para hacer frente a estas amenazas a la seguridad, la OTAN ha actualizado su estructura de mando, especialmente con la reactivación del Mando Atlántico “para proteger las rutas marítimas entre Europa y Norteamérica”. Además, las fuerzas aliadas han realizado frecuentes ejercicios en el Ártico, como el simulacro bianual Cold Response en Noruega.
Dicho esto, la alianza aún no ha formado una estrategia clara para disuadir a Rusia en el Alto Norte. Sin embargo, la segunda y más brutal invasión rusa de Ucrania puede marcar un punto de inflexión en este sentido. A finales de agosto de 2022, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, declaró que la alianza se está intensificando en el Alto Norte, señalando que está aumentando su presencia en la zona.
Aunque Finlandia no es un Estado costero del Ártico, su adhesión beneficiará a la alianza en este esfuerzo. Con la incorporación de Finlandia, la OTAN contará con casi 120 cazas F-35 en el norte de Europa hacia finales de la década de 2020, la mayoría de los cuales operarán a 400 millas o menos de la región de Kola. Los cazas constituirán una capacidad clave contra los medios regionales de acceso aéreo/denegación de servicio (A2/AD) de Rusia. Es importante destacar que las fuerzas aéreas finlandesas, suecas y noruegas están ya muy integradas e interoperables, especialmente en el entorno de seguridad del Ártico.
Además, la artillería de largo alcance de Finlandia, una de las más potentes de Europa, será también una ventaja para disuadir a Rusia de llevar a cabo operaciones terrestres en el norte de Fennoscandia, una zona de amortiguación crucial para proteger las focas del Atlántico Norte. Tampoco hay que pasar por alto las capacidades finlandesas en la guerra del Ártico. La Brigada Jaeger finlandesa es responsable del desarrollo de tácticas y equipos de guerra en el Ártico. De hecho, Finlandia -con su potente ejército- está bien situada para liderar una operación terrestre aliada en el norte de Europa. Combinando sus fuerzas terrestres del Norte, el trío nórdico podría formar una división ártica en poco tiempo. La planificación de operaciones conjuntas de armas combinadas en el Ártico ya está en marcha.
Nueva división del trabajo en el teatro de operaciones del norte de Europa
La adhesión de Finlandia sellará el espacio no OTAN entre los flancos oriental y septentrional de la Alianza, ofreciendo a ésta una importante oportunidad para consolidar su posición en esta región estratégica. La ampliación de la OTAN hacia el norte de Europa, así como el ajuste organizativo más amplio asociado a la invasión rusa, iniciado con la publicación del nuevo concepto estratégico, permitirán a la alianza replantearse la división del trabajo en la seguridad del norte de Europa. Finlandia y sus aliados nórdicos están dispuestos a dar un paso adelante como proveedores de seguridad, teniendo cada uno de ellos sus puntos fuertes distintivos.
Como se ha explicado anteriormente, el papel de Finlandia en la constelación militar-estratégica de seguridad del Norte de Europa es bastante sencillo pero muy importante. Suecia, por su parte, ofrecerá a la alianza una profundidad estratégica adicional, así como potencia aérea y capacidades especializadas, como los submarinos. Noruega ya tiene una gran responsabilidad en la defensa del dominio marítimo del Ártico.
Naturalmente, los países nórdicos no pueden ser los únicos responsables de la defensa de toda la región ártica y la zona del Mar Báltico. En este último teatro, Alemania, que actualmente está muy por debajo de su peso, podría y debería desempeñar un papel mucho más significativo, no sólo como potencia naval que asegura y defiende el Mar Báltico sino también como principal proveedor de fuerzas terrestres para posibles operaciones en la región.
Además de estar presente en la zona del Mar Báltico, el Reino Unido ha expresado cada vez más su interés en la región del Ártico. La Royal Navy ha llevado a cabo operaciones de libertad de navegación en las aguas septentrionales, y la Royal Air Force también ha actuado en la zona. La Fuerza Expedicionaria Conjunta dirigida por el Reino Unido representa de nuevo una capacidad de proyección de fuerzas de rápido despliegue con un claro potencial para ser un importante activo de seguridad, especialmente en el Alto Norte.
Tal y como han señalado los responsables finlandeses, la entrada de Finlandia (y Suecia) en la alianza reforzará el pilar europeo de la OTAN. Sin embargo, Estados Unidos, con sus capacidades militares sin parangón, seguirá siendo una potencia indispensable en el entorno de seguridad del norte de Europa, una opinión compartida por los países nórdicos y bálticos. Su papel como proveedor de disuasión nuclear es particularmente vital. Y lo que es más importante, la capacidad norteamericana de reforzar rápidamente el teatro de operaciones resulta crucial no sólo para disuadir a Rusia sino también para regular la escalada, en caso de que Rusia quiera desafiar la nueva realidad estratégica del norte de Europa. Esta capacidad será cada vez más relevante si la cooperación estratégica entre Rusia y China se intensifica en el contexto de la seguridad del Ártico.