Cuando se firmó el acuerdo nuclear con Irán, Estados Unidos fue principal actor detrás del acuerdo. Sin una convergencia de intereses sin precedentes entre la República Islámica de Irán y la administración de Barack Obama, el Plan de Acción Global Conjunto (JCPOA) para 2015 no habría sido posible. Sin embargo, la situación política ha cambiado, y ahora otro miembro del P5+1, Francia, está invirtiendo un importante capital político para apoyar el acuerdo.
La semana pasada, las agencias de prensa iraníes y los políticos del Estado persa pusieron un énfasis significativo en los esfuerzos del gobierno francés para salvar el acuerdo nuclear. El titular del periódico Abrar Ektesadi dice: “Irán recibirá una línea de crédito de 15.000 millones de dólares”.
El ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian, ha propuesto dotar a Irán de 15.000 millones de dólares en líneas de crédito para finales de 2019 a cambio del pleno cumplimiento por parte del gobierno iraní de los términos del acuerdo nuclear. Le Dryan esperaba “cambiar la línea de crédito garantizada por el petróleo por, en primer lugar, una vuelta al JCPOA… y, en segundo lugar, la seguridad en el Golfo y el inicio de las negociaciones sobre seguridad regional y el programa nuclear para el período posterior a 2025”.
Esto es exactamente lo que esperaba el régimen iraní. Teherán está chantajeando a la Unión Europea para que le proporcione los medios financieros necesarios para eludir las sanciones estadounidenses.
El presidente iraní, Hassan Rouhani, dejó claro la semana pasada que, si la Unión Europea no ayuda a su gobierno, Teherán continuará violando los términos del acuerdo nuclear. Rouhani advirtió: “Si los europeos pueden comprar nuestro petróleo o comprarlo por adelantado, y si tenemos acceso a nuestro dinero, la situación será más fácil y podremos aplicar plenamente el acuerdo. De lo contrario, daremos nuestro tercer paso”.
Irán ya ha sobrepasado el límite de 300 kilogramos de sus reservas de uranio enriquecido, lo que constituye una flagrante violación del Acuerdo Nuclear, así como una violación del deseo general de la comunidad internacional de reducir las tensiones en la región. Washington describió acertadamente los acontecimientos como “chantaje nuclear”. En julio, el régimen de Teherán también comenzó a enriquecer uranio a una concentración de 4.5 por ciento para producir combustible para su planta de Bushehr, por encima del límite del 3.67 por ciento establecido en el acuerdo nuclear. Y el sábado, Irán declaró que ahora ha violado aún más el Tratado al utilizar nuevas centrifugadoras avanzadas para enriquecer uranio.
Mientras tanto, Francia ha estado intentando implementar de manera efectiva un vehículo de propósito especial que permitirá a los países continuar comerciando con Irán, a pesar de las sanciones de Estados Unidos. Sin embargo, su aplicación ha estado llena de dificultades.
Y, en la cumbre del G7 del mes pasado, el presidente francés Emmanuel Macron también intentó llevar a los líderes estadounidenses e iraníes a la mesa de negociaciones. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha dicho en numerosas ocasiones que está dispuesto a reunirse con los líderes iraníes sin condiciones, pero las autoridades iraníes han declinado, insistiendo en que deben levantarse las sanciones antes de que puedan tener lugar las negociaciones.
La política del gobierno francés respecto a Irán está equivocada por varias razones. En primer lugar, las autoridades francesas no parecen ver más allá de lo que consideran el valor del JCPOA. Pero el acuerdo nunca fue “integral”, sino que fue un compromiso. Francia no reconoce el hecho de que el acuerdo nuclear nunca contenía ni abordaba adecuadamente las amenazas polifacéticas de Irán, entre las que se incluyen, aunque no se limitan a ellas: El armamento y la financiación del terror y de los grupos de milicias en la región; la intervención en los asuntos internos de los países árabes; la persecución de una agenda sectaria acusando a chiítas y sunitas entre sí; la realización de ciberataques contra otras naciones; y la comisión de violaciones de los derechos humanos dentro y fuera de Irán a través de sus proxys.
En segundo lugar, al ofrecer a Teherán miles de millones de dólares de crédito, lo cual es un compromiso demasiado lejos, Francia parece estar cediendo a la extorsión nuclear de Irán. París se somete a las demandas iraníes de hacer más para mantener vivo el acuerdo, mientras que Teherán claramente está haciendo menos.
En tercer lugar, Francia parece haber olvidado que el gobierno iraní estaba detrás de un gran complot de bombas en suelo francés, que afortunadamente fracasó. El complot terrorista tenía como objetivo un mitin de la oposición iraní en París en junio de 2018. Las autoridades francesas reconocieron que Teherán estaba detrás del ataque planeado, y una fuente diplomática francesa se lo dijo a Reuters: “Detrás de todo esto había una larga, meticulosa y detallada investigación por parte de nuestros servicios (de inteligencia) que nos permitió llegar a la conclusión, sin lugar a dudas, de que la responsabilidad recaía en el ministerio de inteligencia iraní”.
El comportamiento desestabilizador y las actividades terroristas de Irán exigen una respuesta firme de París. Al rendirse a los intentos de extorsión de Irán, Francia no está logrando frenar las ambiciones regionales y globales del régimen y, de hecho, le está dando luz verde para continuar su marcha hacia la transformación en una fuerza nuclear destructiva.
En lugar de apaciguar a los mulás en el poder, es hora de que Francia centre sus esfuerzos diplomáticos y políticos en contrarrestar la clara y actual amenaza que suponen las políticas agresivas del régimen iraní en toda la región.