La respuesta inflexible de Ankara a la ofensiva del ejército sirio en la provincia noroccidental de Idlib dio lugar a una de las fases más críticas de la crisis siria de los últimos años, que llevó a Ankara y Damasco al borde de la guerra total.
La última ronda de escalada comenzó el 27 de febrero, cuando al menos 33 soldados turcos murieron en un ataque aéreo militar sirio en la zona controlada por los rebeldes de la provincia de Idlib. Mientras que el Ministro de Defensa de Turquía, Hulusi Akar, acusó al Gobierno sirio de atacar intencionadamente a los soldados turcos “a pesar de las advertencias”, la Rusia aliada de Assad declaró que las fuerzas turcas están “en formaciones de combate de grupos terroristas”. Pero otro aliado importante del gobierno sirio, Irán, reaccionó de forma bastante neutral, subrayando la necesidad de una “solución inmediata y de calma a la tensa situación actual”. El Ministerio de Relaciones Exteriores iraní también ha convocado una nueva cumbre irano-ruso-turca en el marco del proceso de Astana.
Sin embargo, la situación se complicó aún más cuando, como resultado de la operación de represalia del ejército turco contra las posiciones del ejército sirio en el noroeste de Siria, varias fuerzas respaldadas por Irán fueron asesinadas junto con soldados sirios. Según los medios de comunicación iraníes, los ataques turcos mataron al menos a cuatro militantes asociados con Hezbolá del Líbano, así como a 21 miembros de las brigadas Fatamiyan y Zaynebiyun, compuestas por fuerzas chiítas afganas y pakistaníes apoyadas por la República Islámica de Irán. Pocas horas después de los ataques del 29 de febrero, el presidente iraní Hassan Rouhani mantuvo una conversación telefónica con su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan, en la que la parte iraní pidió una solución basada en el diálogo para la cuestión de Idlib. Rouhani también se ofreció una vez más a dar la bienvenida a los presidentes de Turquía y Rusia a una nueva cumbre en Astana para discutir la crisis actual.
Sin embargo, el llamamiento diplomático de Rouhani a favor del compromiso se complementó con una advertencia directa a Ankara del mando militar de la República Islámica en Siria. El 1 de marzo, el “Centro Consultivo Iraní en el Norte de Siria” emitió una declaración según la cual el ejército turco sigue atacando las posiciones pertenecientes a este centro. Tras advertir que los soldados turcos en Siria se encuentran “en la zona de tiro” de las fuerzas iraníes, el centro pidió al ejército turco que “actuara con prudencia” para no provocar una acción de represalia por parte de Irán.
Aunque las dos posiciones anteriores pueden parecer contradictorias a primera vista, cada una de ellas demuestra los principales aspectos del enfoque general de Irán sobre la cuestión de Idlib.
La declaración del centro de asesoramiento iraní fue una sorpresa para cualquiera que viera la participación de Irán en la crisis de Siria, ya que casi nadie había oído hablar antes de la existencia de dicho centro. Aunque la República Islámica siempre se ha negado a reconocer su participación en las batallas de Idlib, la declaración fue una clara confirmación del papel activo de las fuerzas iraníes y respaldadas por Irán en esa parte de Siria. Así pues, la decisión de Irán de hacer pública su presencia en Idlib puede considerarse un intento de afirmar que tiene una serie de intereses en el noroeste de Siria que deben ser respetados por otros agentes, en particular por Turquía.
De hecho, esta declaración fue bastante clara en la definición de estos intereses, al igual que las líneas rojas de Irán en Idlib. Según el centro de asesoramiento de Irán, las fuerzas del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), junto con Hezbolá y otras fuerzas de “resistencia”, participaron en asegurar el control del gobierno sirio sobre la estratégica carretera M5 que une Damasco con Alepo. También subraya que las mismas fuerzas siguieron cooperando con el ejército sirio ante el deseo de las “fuerzas armadas respaldadas por el ejército turco” de retomar el control de la autopista. Garantizar el control de la autopista M5 por el gobierno de Al-Assad parece ser una de las principales prioridades de Irán en esta esfera.
Por otra parte, si bien Irán presenta a sus representantes que luchan en Siria como “grupos voluntarios” formados para luchar contra los terroristas, esta última declaración no hace ninguna distinción entre las fuerzas de la CGRI sobre el terreno y las apoyadas por Irán, a las que denomina “grupos de resistencia”. La declaración parece contener una advertencia tácita de que cualquier ataque turco contra estos grupos se consideraría un ataque contra el ejército iraní.
La declaración también indica un cambio en el enfoque de Irán sobre el papel de Rusia en Idlib. En el pasado, Teherán ha recurrido a un canal ruso para reducir los conflictos entre el ejército sirio y las fuerzas apoyadas por Turquía en Idlib. La aprobación del acuerdo de Sochi entre Moscú y Ankara en septiembre de 2018 para crear una zona desmilitarizada en Idlib fue una clara demostración de este enfoque. Sin embargo, esta vez Irán parece insatisfecho con la renuencia de Rusia a prestar un apoyo más decisivo al Gobierno de Assad ante los frecuentes ataques turcos, lo que parece indicar una especie de “canal de retorno” para el acuerdo entre Ankara y Moscú. Así, Irán parece estar tratando de definir un papel para sí mismo en Idlib, que es independiente de Rusia.
Sin embargo, el hecho de que el presidente y el Ministerio de Relaciones Exteriores del Irán sigan insistiendo en el papel de la diplomacia y el diálogo es una señal de que el Irán es consciente del peligro potencial de un enfoque demasiado definitivo en Siria. Por una parte, Irán tiene serias preocupaciones por el posible colapso del proceso de Astana como resultado de las actuales tensiones. Después de todo, el proceso de Astana es el único proceso de paz internacional respaldado por las Naciones Unidas para Siria en el que Irán desempeña un papel decisivo. Por lo tanto, su colapso privaría a Irán de un valioso activo diplomático contra Siria. Por otra parte, Irán teme que una mayor desestabilización de la situación en Siria dé a Israel la oportunidad de duplicar sus acciones ofensivas contra la República Islámica y sus aliados en Siria. El último ataque de Israel a las posiciones del ejército sirio en Quneitra, en el suroeste de Siria, fue en marzo y demostró que las preocupaciones de Teherán no son infundadas.
Además, Irán está preocupado por el posible acuerdo de Washington para apoyar directamente a Ankara en Idlib. Como la República Islámica ha identificado “la expulsión de las fuerzas americanas de la región” como su principal prioridad regional tras el asesinato del General de División Qassem Soleimani, Comandante de la Fuerza Quds del CGRI a principios de este año, cualquier implicación americana en Idlib creará nuevos retos para Irán en la aplicación de sus planes.
Como resultado, mientras trata activamente de obligar a otras partes a aceptar y respetar sus intereses y las líneas rojas en Idlib, no se espera que Irán entre en una confrontación abierta con Turquía sobre esta cuestión. En cambio, tratará de convertir su presencia militar activa en la región en ganancias políticas para sí mismo y sus aliados en futuras negociaciones diplomáticas.