En un informe de 213 páginas publicado esta semana, la ONG estadounidense Human Rights Watch acusa a Israel de apartheid, el sistema opresivo de segregación racial institucionalizada implantado por el régimen blanco de Sudáfrica entre 1948 y 1991.
El informe, titulado “Un umbral cruzado: Las autoridades israelíes y los crímenes del apartheid y la persecución”, fue redactado principalmente por Omar Shakir, que es el “director de Israel y Palestina” de HRW. En él, HRW insta a la ONU a aplicar un embargo de armas contra Israel -similar al que se aplicó a la Sudáfrica del apartheid- hasta que se tomen medidas verificables para poner fin a sus supuestos crímenes.
“Voces prominentes han advertido durante años que el apartheid acecha a la vuelta de la esquina si la trayectoria del gobierno de Israel sobre los palestinos no cambia”, declaró el director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth. “Este estudio detallado muestra que las autoridades israelíes ya han doblado esa esquina y hoy están cometiendo los crímenes contra la humanidad del apartheid y la persecución”.
HRW afirma que el trato que Israel da a los palestinos, tanto dentro del Israel soberano como en los territorios, cumple con la definición legal de crímenes de apartheid establecida por el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de 2002. Los crímenes de apartheid se definen como actos inhumanos de carácter similar a otros crímenes de lesa humanidad “cometidos en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial sobre cualquier otro grupo o grupos raciales y cometidos con la intención de mantener ese régimen”.
Para respaldar su afirmación, HRW señala la Ley del Retorno de 1950 de Israel, que concede la ciudadanía a todos los judíos que quieran inmigrar a Israel. Dice que esto discrimina a los refugiados palestinos y a sus descendientes que quieren el mismo “derecho de retorno”. También cita la Ley del Estado-Nación de 2018, diciendo que la legislación apuntala la identidad de Israel como Estado judío a expensas de la igualdad para todos sus ciudadanos. Alega que las leyes y políticas adoptadas por el gobierno israelí para preservar una mayoría judía han otorgado beneficios a los judíos a expensas de los derechos fundamentales de los palestinos.
Sin embargo, como han señalado correctamente organizaciones como NGO Monitor y CAMERA, la Ley del Retorno no es racista ni peculiarmente israelí.
“Leyes similares han estado en vigor en muchas democracias, especialmente en aquellas con grandes diásporas, como México, Irlanda, Finlandia, Grecia, Polonia, Alemania, Italia y Dinamarca”, dijo Alex Safian, director asociado de CAMERA. Safian dijo que este tipo de leyes están expresamente permitidas por la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial de 1965, que permite a las naciones favorecer a ciertos grupos para la obtención de la ciudadanía, siempre y cuando no haya discriminación contra ningún grupo en particular.
Gerald M. Steinberg, que dirige el Instituto de Investigación de ONG en Jerusalén, señaló que el informe de HRW reitera las principales afirmaciones de una presentación de 2017 ante la CPI por parte de un grupo de ONG vinculadas al grupo terrorista FPLP, alegando que “Israel persigue a la población palestina ocupada y la somete a los crímenes de persecución y apartheid”.
“Al trazar una línea directa con Sudáfrica y etiquetar al Estado judío como inherentemente racista, el objetivo es deslegitimar el concepto de igualdad soberana judía, independientemente de las fronteras o las políticas”, escribió Steinberg en The Jerusalén Post. “El régimen sudafricano se caracterizó por una deshumanización cruel y sistemática, institucionalizada. En cambio, y a pesar del conflicto en curso, los ciudadanos no judíos de Israel tienen plenos derechos, incluido el de votar a los representantes de la Knesset”.
La explotación por parte de HRW de la imagen del apartheid en el contexto del conflicto palestino-israelí, dijo Steinberg, es una apropiación cínica del sufrimiento de las víctimas del régimen de apartheid real.
Como sabe cualquiera que viva aquí, las afirmaciones de HRW son patentemente falsas. Cualquier analogía entre los palestinos de Israel hoy en día y los negros de Sudáfrica en la segunda mitad del siglo XX no solo disminuye los horrores del apartheid, sino que alimenta el mismo odio que supuestamente persigue.
Nadie dice que el conflicto palestino-israelí no deba ser abordado y resuelto. Pero informes como el último de HRW contribuyen a la falsa narrativa de que Israel es culpable de apartheid, transmitiendo el mensaje de que la mejor manera de rectificar el problema es desmantelar el Estado judío. Es esta hipocresía la que hay que denunciar, y no los supuestos crímenes de Israel.