Los funcionarios israelíes están tratando de entender si el duro tratamiento de la pareja israelí detenida en Estambul el pasado jueves es un asunto local o una directiva de las altas esferas. La respuesta a esta pregunta determinará, en gran medida, cómo se sigue manejando el asunto y sus probabilidades de llegar a una conclusión oportuna.
La evaluación inicial de Israel fue que la pareja fue detenida debido a que las autoridades locales intentaban “dar un golpe de efecto”, y que el asunto se resolvería rápidamente. Sin embargo, la decisión del tribunal turco de no expulsar a Mordy y Natalie Oknin y de prorrogar su prisión preventiva durante 20 días, llevó a los funcionarios israelíes a creer que ciertos elementos en Turquía quieren explotar el asunto para crear una crisis diplomática intencionada con Israel, entre otras razones, debido a la disminución de la popularidad del presidente turco Recep Tayyip Erdogan y de su gobierno en medio de la vacilante economía del país.
Mientras tanto, Israel quiere manejar el asunto a puerta cerrada. Por eso, el primer ministro Naftali Bennett dio instrucciones el domingo a sus ministros de no discutir el asunto públicamente. La idea es que cualquier declaración israelí provoque respuestas turcas, lo que obstaculizaría los esfuerzos para llegar a un acuerdo, o peor aún, estimularía a Turquía a endurecer su postura y a hacer demandas que Israel no podrá cumplir.
En este momento, Israel quiere seguir manejando el asunto con discreción. Estos esfuerzos ya han incluido al presidente Isaac Herzog, al Mossad y al Ministerio de Asuntos Exteriores. Israel no tiene un embajador permanente en Ankara (ni Turquía en Israel), pero los mecanismos de comunicación existentes, asumiendo la buena fe, son propicios para que el asunto se resuelva sin escalar.
Sin embargo, Israel debe prepararse para la posibilidad de que Turquía elija el camino de la crisis. Como se ha dicho, esta opción podría servir a Erdogan a nivel interno, pero más allá de eso, los turcos podrían exigir un rescate de rey a cambio: desde el estatus del Monte del Templo y varios asuntos relacionados con Gaza, hasta cuestiones relacionadas con el gas natural y la alianza estratégica de Israel con Grecia y Chipre. Serán los Oknin quienes paguen el precio de estas cuestiones.
Tal y como están las cosas actualmente, Israel tendrá que plantearse cambiar su enfoque hacia Turquía. El primer paso tendrá que ser emitir una advertencia oficial de viaje.
La consecuencia inmediata de esta medida será la obstaculización del turismo israelí a Turquía. En un periodo de dificultades para el turismo mundial debido a la pandemia mundial de coronavirus, una medida de este tipo golpeará a Turquía en el bolsillo. Israel también puede advertir a los israelíes que no vuelen a través de Estambul, una de las puertas de entrada más transitadas de Turkish Airlines al resto del mundo. Esta medida también tendría ramificaciones económicas para las aerolíneas turcas en general, que ven a Israel como un mercado estratégico.
Las autoridades de Jerusalén quieren evitar medidas tan drásticas. Las relaciones con Turquía son tensas desde hace muchos años, pero hasta ahora las partes se han asegurado de separar sus disputas diplomáticas de sus relaciones económicas.
Pero incluso si el asunto llega a una conclusión rápida y satisfactoria, Israel debería mantener un profundo debate estratégico consigo mismo para determinar su futura política respecto a Turquía. Pero incluso antes de eso, debe exigir que Ankara garantice la seguridad de los israelíes que visitan Turquía. Hasta entonces, todos los israelíes deberían hacer lo obvio: mantenerse alejados de los problemas, y como Turquía tiene muchos en estos días, simplemente mantenerse alejados de Turquía.